domingo, 7 de octubre de 2012

Fernando Belaunde Terry en la historia del Perú.

Viajero. Fernando Belaunde en uno de sus viajes a la selva. Recorrió casi todo el territorio peruano y se preciaba de ello.

Fernando Belaunde: viajero incansable y gobernante honesto

Hoy se cumplen 100 años del nacimiento del fundador de AP que ocupó dos veces la presidencia del Perú. Este es un acercamiento a los aspectos más personales de un gran peruano.

Por: Raúl Mendoza.

Fernando Belaunde Terry, líder histórico de Acción Popular y dos veces presidente del Perú, fue un hombre que gustaba de la aventura y alguien que nunca dejó atrás su espíritu de maestro universitario. Allí donde viajaba siempre se convertía en una especie de guía que explicaba a sus acompañantes qué accidentes geográficos atravesaban, qué río navegaban, qué montaña se levantaba frente a ellos.

De esos recorridos por el Perú profundo nació la frase que definió a su partido: "El Perú como doctrina".

Rafael Belaunde, el segundo de sus tres hijos, participó con él en muchas de esas travesías y fue testigo de esas clases al paso que el arquitecto daba a quien estuviera con él.

"Lo acompañé a varios lugares del Perú cuando aún no había acceso carretero. Era capaz de llegar por cualquier medio al sitio más alejado", cuenta.

Con esos recorridos por el Perú más profundo, Fernando Belaunde se convenció de la necesidad de desarrollar esos territorios. Así lo planteó en su libro La conquista del Perú por los peruanos.

Esa influencia provenía –a decir de su hijo Rafael– de su formación en universidades de Estados Unidos y de su conocimiento del proceso de desarrollo de ese país.

"Descubrió la importancia de los ferrocarriles en la conquista del medio oeste norteamericano y de La Florida, y la influencia que la 'fiebre del oro' tuvo en la conquista de vastos territorios en California", explica.

Muy joven comprendió Belaunde que la interconexión era vital para la inclusión social de los pueblos olvidados.

HOMBRES SIN RENCORES

Otro aspecto memorable en el líder histórico de AP ha sido su capacidad de dejar atrás los resentimientos. A mediados de los años cincuenta se batió en duelo con el diputado pradista Eduardo Watson Cisneros. Ambos acabaron magullados y con cortes menores luego de un encuentro con espada en la terraza del Aeroclub de Collique. Pocos saben que con el tiempo los contrincantes olvidaron el enfrentamiento, empezaron a visitarse y terminaron como amigos. Incluso compartieron el interés por impulsar la Carretera Marginal de la Selva y varias veces viajaron juntos a visitar la obra.

Ese rasgo ajeno a la revancha del arquitecto quedó patente años después, cuando el general Juan Velasco Alvarado dio su golpe de Estado y lo apartó del gobierno.

En esa oportunidad, octubre de 1968, el oficial encargado de sacarlo de Palacio fue el entonces coronel Rafael Hoyos Rubio. Pero la vida, y la política, dan vueltas. Cuando en 1980 Fernando Belaunde ganó la presidencia por segunda vez, Hoyos Rubio estaba en el escalafón para comandante general del Ejército. El oficial pensaba que iba a ser invitado al retiro, pero Belaunde firmó la resolución con el ascenso.

“Él fue un soberano maestro de las formas. Las guardaba en la conversación, en el trato político con sus adversarios. Incluso cuando la disparidad de criterios era profunda, radical, nunca perdía el dominio de las formas”, señaló hace un par de años el escritor Mario Vargas Llosa al recibir la medalla de los valores democráticos de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL) que lleva el nombre del arquitecto.

Esa vez el escritor sintetizó su discurso en una frase: "Belaunde es una de las buenas cosas que le han pasado al Perú".

BELAUNDE FAMILIAR

Fernando Belaunde conoció el destierro temprano, pues su padre, el político Rafael Belaunde Diez Canseco, lo sufrió. El futuro presidente del Perú hizo los años escolares en París en uno de esos exilios familiares, y de esa época le quedó la afición por la aviación.

Su biografía dice que vio a Charles Lindberg llegar a la Ciudad Luz con su avión, "El espíritu de San Luis", y culminar su heroico vuelo trasatlántico. El joven Fernando fue también buen ciclista y notable nadador. Ya de adulto, en el Perú, siempre gustaba de acudir al Club Regatas a darse un chapuzón o pasear por La Punta.

Su amigo y colega de partido Javier Alva Orlandini cuenta que una vez en que Belaunde fue apresado y llevado a El Frontón, no tardó en planear una fuga apelando a su destreza para nadar. Le pidió a un amigo que en un día y a una hora señalada pasara con su lancha por cierta zona de la isla.

"No contó con que otros presos se habían enterado y el día del escape varios se lanzaron con él a las aguas. La fuga fue imposible", relata.

En lo personal, el arquitecto era querendón y apreciaba reuniones con familia y amigos. "Le gustaba mucho el cebiche", dice su hijo Rafael.

Su unión con Violeta Correa fue recibida con alegría por sus hijos porque entendían que ella era –y así fue hasta su muerte– su mejor complemento.

En un sintético balance de sus dos gobiernos hay consenso en que, pese a todo, fue un gobernante honesto.

"Tenía una casa en la calle Inca Ripac, y sus últimos años vivió en un departamento de San Isidro", cuenta Javier Alva.

Don Fernando falleció el 4 de junio de 2002. Hoy hubiera cumplido 100 años.

VARIOS HOMENAJES PARA UNO DE LOS HOMBRES QUE MÁS AMÓ AL PERÚ

La Universidad San Ignacio de Loyola realizará una misa solemne en la Catedral de Lima el próximo 13 de octubre a las 7 pm, oficiada por el cardenal Juan Luis Cipriani.

El 18 de octubre el mismo centro de estudios organizará una ceremonia de homenaje en su campus con presencia de personalidades de todos los sectores.

El Congreso le ofreció el jueves una sesión solemne y al día siguiente también organizó una serenata en la plaza San Martín.

Las bases de AP han organizado ceremonias descentralizadas en todo el país. Este año también se llevó a cabo una exposición fotográfica itinerante y apareció El Arquitecto, libro que trata de su obra arquitectónica.

Fuente: Diario La República (Perú). 07 de octubre del 2012.

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