sábado, 27 de agosto de 2011

Historia de "Groenlandia" ("tierra verde"). El "Kalaallit Nunaat" (el "país de los Kalaallisut", nativos inuit o esquimales)

"¿Cuál es el país americano más antiguo? "

Por: Isaac Biggio (Internacionalista)

Hoy todos los 35 países que componen la Organización de Estados Americanos (OEA) fueron formados en base a las colonias e idiomas que los europeos crearon después del viaje de Colón de 1492. Sin embargo, hay un país americano que está fuera de la OEA y que es más extenso que México, Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela, Chile o toda América Central o las Antillas, pero que fue fundado hace más de un milenio, incluso mucho antes que los imperios azteca o inca. Allí nunca llegaron los españoles, portugueses, británicos, holandeses o franceses quienes han hecho que sus lenguas sean las oficiales en uno o más de los 35 miembros de la OEA.

Este país de 2,166,086 km2 es "Kalaallit Nunaat" (el "país de los Kalaallisut" que son sus nativos inuit o esquimales) o "Groenlandia" (del antiguo noruego que significa "tierra verde").

Esto último es una paradoja pues el 81% de Groenlandia, la isla más grande del planeta, está cubierto por blancos glaciares (los que de seguirse derritiendo harán elevar el nivel global del mar produciendo el sumergimiento de muchos países y ciudades costeros). Sin embargo, éste fue el nombre que en el año 986 le puso el noruego Erick el Rojo para atraer más vikingos para colonizar sus desoladas tierras. Durante 5 siglos sus descendientes poblaron su sur y este mientras los esquimales kalaallisut fueron llegando a su norte y oeste.

Un periodo de heladas llevó al colapso de los asentamientos escandinavos, quienes luego retornaron en el siglo XVIII. Cuando en 1814 se disolvió la unión entre Noruega y Dinamarca, la corona de esta última se quedó a cargo de Islandia, las islas Feroe y Groenlandia. Mientras la primera se constituyó como república independiente en 1944, las otras dos (cada una con más de 50,000 habitantes) se mantienen como gobernaciones que aceptan como su jefa a la reina danesa Margarita II, pero que son autónomas ante Dinamarca y no conforman la Unión Europea.

En contraposición a la imagen que presentan a los vikingos sólo como saqueadores, ellos colonizaron Groenlandia buscando pastos y no oro. A diferencia de muchos conquistadores europeos de las Américas, ellos convivieron con los nativos.

En 1953 Groenlandia dejó de ser colonia de Dinamarca para convertirse en un territorio de ésta. En 1979 obtuvo autonomía con su propio gobierno y Parlamento. A fines del 2008 el 75.5% de los groenlandeses votaron sí en un referendo para hacer que su lengua esquimal/inuit (el Kalaallisut) se torne en la única oficial (status que no ha logrado ningún idioma amerindio), que se amplíen los poderes locales en el usufructo de sus recursos económicos (incluyendo los de petróleo que potencialmente pueden equivaler a la mitad de los yacimientos de Arabia Saudita) y que puedan tener derecho a auto determinarse.

Hace 2 años el inuit Kuupik Kleist se convirtió en el primer jefe de gobierno groenlandés del partido Inuit Ataqatigiit ("Comunidad del Pueblo"), el cual plantea la independencia del país americano más antiguo y el único que solamente tiene un idioma oficial no europeo.

Fuente: Diario Correo (Perú). 21 de agosto del 2011.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Libro: Guerreros civilizadores. Carmen Mc Evoy. Nuevas perspectivas de la Guerra del Pacífico.

"La guerra impulsa a una sociedad a repensarse"

Graduada en la PUCP y profesora en Sewanee (EEUU), la historiadora Carmen Mc Evoy continúa con su fascinante proyecto de estudiar la Guerra del Pacífico desde nuevas perspectivas. Luego de Armas de persuasión masiva, acaba de publicar Guerreros civilizadores, que será presentado este 23 en el municipio de Miraflores y sobre el que trata el diálogo que sigue.

Por: Federico de Cárdenas

Comencemos, si te parece, por trazar un puente entre tu libro anterior Armas de persuasión masiva y este, Guerreros civilizadores. Me parece que en el primero estudiaste los conceptos teóricos que fundamentarían la guerra desde el lado chileno, y en este describes cómo se aplicaron en la práctica, en el frente interno, a medida que las tropas avanzaban e iban incorporando territorios.

–Exactamente. En Armas de persuasión masiva traté de establecer el templete ideológico e incluso cultural de la guerra, quiénes fueron sus principales operadores, estableciendo que se trató de un grupo de miembros del Partido Liberal y de la Iglesia, la cual –pese a su disputa con los liberales– logra un espacio de discusión que prosigue con la guerra. En este segundo libro trato de ver la aplicación de estas ideas. No quería quedarme en el análisis del discurso, sino estudiar cómo funciona en diferentes actores: el Estado, la sociedad civil, la Iglesia, los soldados, dedicando los últimos capítulos a la política de ocupación. No es solo que la guerra impulsa a una sociedad a repensarse en términos de identidad sino a inventar formas políticas nuevas. Por eso el libro termina con la ocupación y los dilemas de la guerra permanente, o cómo parar la guerra y obtener el botín que se busca en términos de Estado.

–Mencionando el frente interno y su funcionamiento en la guerra, planteas que allí se da una alianza entre un viejo y un nuevo Chile.

–La guerra no crea de un momento a otro un nuevo país, sino que se da un diálogo a dos niveles. Los viejos políticos chilenos que aún funcionan dentro del esquema del Estado diseñado por Diego Portales –como Antonio Varas– participan del gabinete de guerra, pero al mismo tiempo son burócratas, no conocen de política operativa, la que queda a cargo del nuevo Chile, constituido por los liberales, los que conducen la negociación que se da entre La Moneda y los militares, que forman parte del viejo Chile, y deben convertirse de guardianes de la frontera a un ejército que requiere avanzar e ir transformándose.

–Lo cual requiere de un esfuerzo logístico y propagandístico muy grande, pues se necesita no solo alimentarlos sino dotarlos de convicciones, y aquí me parece que juega un rol muy importante la tesis que trata de convencerlos de que llevan la civilización a países bárbaros.

–Claro. La guerra lo que hace es tensionar el aparato estatal y su marco ideológico y la misma sociedad. Para que el viejo Chile se convierta en uno nuevo tiene que expandirse, en una suerte de destino manifiesto, de república imperial. Para esto no basta decir que pelean por el salitre, hay que contar otra historia: la de un país civilizado, honesto y trabajador que se ve maltratado y humillado por la actitud de Perú y Bolivia.

–La existencia del pacto secreto de ambos países contra Chile...

–Que tiene sabor de conspiración a la antigua contra una república que los chilenos plantean abierta y leal en sus obligaciones. Como sabemos, el pacto secreto no era nada secreto, puesto que se había discutido en el Congreso argentino y se sabía de su existencia, pero les proporciona la figura de dos hermanos traidores que atentan contra un tercero que no quiere ir a la guerra pero que en vista de su honor mancillado tiene que defenderse y en su avance se va a encontrar con el recurso fabuloso del salitre.

–Es interesante el panorama que presentas del avance territorial de Chile y, en paralelo, su esfuerzo por normalizar, instalando administraciones.

–Es lo que ayuda a un país tan pequeño a crecer y expandirse, pues colocan gobernadores y autoridades y hasta conectan el telégrafo con Valparaíso. A pesar de tratarse de un Estado no muy bien consolidado, Chile tiene cuadros burocráticos, a los que se dice que van a administrar “territorios ganados para el progreso”, una suerte de favor que hacen a la humanidad con su guerra “civilizada”. Esta tesis no es nueva, ya la había utilizado Napoleón como sustento para invadir Egipto.

–Allí haces una analogía acertada con lo que fue la conquista del Oeste para los norteamericanos, pero no sé si funcionó de modo consciente para los chilenos.

–Creo que sí. Al menos a nivel de élite era algo que manejaban, pues en el continente se seguían los incidentes de la guerra mexicano-norteamericana, en la que los EEUU emplean un argumento muy similar. Esa, y la guerra francoprusiana, que tuvo a Benjamín Vicuña Mackenna entre sus reporteros. En ella París es feminizado y presentado como corrupto y decadente por los prusianos, tal como los chilenos harán con Lima. El republicanismo ofrece bienestar para todos, pero tiene límites, y entonces la expansión de la frontera constituye una salida. EEUU lo hizo a costa de México, y Chile a costa de Bolivia y el Perú. No fueron los únicos, también lo hizo el general Roca en Argentina –contra su población india– en el decenio siguiente.

La ocupación de Lima

–Planteas la hipótesis de que los chilenos, al menos al inicio, no pretendieron quedarse mucho en Lima. Y que lo que prolongó las cosas fue el hecho de que ningún peruano aceptaba la firma de un tratado de paz que implicaba cesión de territorios.

–Hay cartas en las que se afirma que la guerra debió terminar en Tacna, en el momento en que EEUU convoca a la conferencia en el barco Acahuana y trata de convencer a Chile para que reciba una indemnización, sin cesión territorial. Chile no acepta porque se siente ganador y considera que los derrotados no pueden imponer condiciones. Cuando ocupan Lima, sabían que las cosas no iban a ser fáciles y que la dirigencia peruana estaba fragmentada y sin un comando unitario. En suma, se encuentran con que carecen de interlocutor: Piérola se va, Cáceres parte a la sierra y quien entrega la ciudad es el alcalde Torrico.

Primero creen que amenazando a la élite y saqueando haciendas con la expedición Letelier lo van a obtener, pero las amenazas e intimidaciones no dan resultado y tienen que instalar un gobierno en el Perú. Nombran un jefe político-militar que es Lynch y conforman una suerte de subsidiaria del Estado chileno, con responsables en la costa y un aparato ideológico en Lima que sacaba diarios tratando de convencer a los peruanos de la paz. El modelo tiene dos problemas: es muy caro, porque implica mantener una administración y un ejército; y luego resulta que la burocracia chilena en Lima gana mejor que en Chile. Creo que la ocupación aún no se ha estudiado a nivel político y administrativo e incluso cultural. Es un modelo de Estado que, pese a sus limitaciones, se ve obligado a construir otro del lado peruano para poder salir e irse. Y es allí donde aparece Miguel Iglesias.

–Antes de pasar a Iglesias quiero tocar brevemente el triunfo peruano en Concepción, que trastoca el esquema chileno, porque son esos bárbaros y salvajes quienes los derrotan.

–Exacto. Y lo que es más interesante es que el comandante chileno del batallón Chacabuco desciende por línea directa del padre fundador, Carreras, lo que da a la derrota un valor simbólico e implica que la “civilización” tiene límites y que una vez que cruzan los Andes no pueden operar con criterio parecido al que utilizan en la costa. No estaban preparados para la guerra no convencional que les planteó Cáceres. Les ocurrió lo mismo que a los norteamericanos en Vietnam.

El rol de Iglesias

–Veamos el caso de Iglesias, objeto de una polémica reciente por la medida del gobierno anterior ordenando su traslado a la Cripta de los Héroes. ¿Cómo ves al personaje?

–Es producto de un momento dramático. Hay un primer Iglesias, el que pelea en la batalla de Lima, donde uno de sus hijos muere, y luego un segundo momento, el del agotamiento ante una guerra que no acaba. Lo que hace Iglesias es liderar un sector de pueblos del interior a partir de asambleas municipales que deciden no seguir las directivas de Lima y aceptar que no tienen más recursos para seguir la guerra. Iglesias no actuó solo, pues representa un sentimiento existente en un conglomerado que piensa que la guerra no tiene posibilidad de ser ganada. Se le presenta como derrotista, pero creo que su gesto tiene algo de esperanza: es la idea de que hay un Perú que sobrevivirá y de que es necesario acabar con la ocupación chilena para poder continuar, aunque ello implique reconocer la derrota. Creo que hay que volver a Iglesias y a sus documentos y entenderlo desde el momento histórico que vivió. No me considero una “iglesista”, pero tampoco es el hombre ruin que durante tanto tiempo se consideró.

“Firmé por un deber de memoria”

–En los momentos previos a la segunda vuelta, muchos intelectuales y artistas sintieron la necesidad de pronunciarse contra un retroceso. Firmaste un documento en el que un centenar de historiadores se declaró contrario a la posibilidad de que Keiko Fujimori fuera elegida. ¿Podrías sintetizar tus razones?

–Me pareció que era retornar a un periodo muy doloroso de nuestra vida política reciente, con un presidente que no tuvo el valor de enfrentar una situación y huyó a Japón, donde se valió de su ciudadanía nipona, algo humillante para el Perú. Un jefe de Estado debe respetar la dignidad de su cargo. Guardando las distancias, es muy parecido a lo que hizo Mariano Ignacio Prado. Además están las violaciones a los DDHH y la corrupción de su régimen. Era como si los peruanos hubiéramos olvidado ese momento de horror.

Firmé por un deber de memoria: si uno quiere crecer como país, debe tenerla y saber que hay ciertos lugares a los que no hay que volver. El fujimorismo es uno de esos lugares. Eso no quiere decir, al menos de mi parte, un cheque en blanco para Ollanta Humala, que también tiene una historia, pero no ha sido gobierno ni ha administrado un sistema organizado de corrupción. Como gremio cumplimos con la tarea de decir a los peruanos que hay que recordar, y que el crecimiento económico tiene que ir unido a cuestiones éticas y de valores. Además, el apoyo a Humala de liberales que respeto me dio cierta confianza. Por eso firmé.


Fuente: Diario La República, revista "Domingo". 21/08/11.

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miércoles, 17 de agosto de 2011

Warren Buffett, el tercer hombre más rico del mundo: "Dejen de mimar a los superricos".

Milagro made in USA

Por: Guillermo Giacosa (Periodista)

Warren Buffett, el tercer hombre más rico del mundo, pidió que Estados Unidos deje de “mimar” a los más acaudalados con exenciones fiscales e instó a los políticos de su país a aumentar los impuestos a multimillonarios como él. Lo hizo a través del New York Times, en una nota titulada 'Dejen de mimar a los superricos’. Allí agregó una de esas verdades que los ricos piensan en silencio, los periodistas callan y los políticos tildan de comunista: “Mientras los pobres y la clase media luchan por nosotros en Afganistán y la mayoría de estadounidenses pasa apuros para llegar a fin de mes, nosotros los megarricos seguimos con nuestras extraordinarias exenciones fiscales”.

Es una expresión de sentido común que, posiblemente, no agrade a sus pares pero que expresa una realidad tan contundente que hasta los propios beneficiarios de la misma se lamentan por lo poco y equivocado que se hace para superarla.

La nota de Buffett subraya que algunos congresistas hablaron de un “sacrificio compartido”, pero que los privilegiados no contribuyen con la cuota que les corresponde porque los demócratas y el presidente Obama cedieron a la presión republicana y renunciaron a elevar los impuestos sobre las rentas y compañías más acaudaladas. Dice además: “Algunos de nosotros somos gestores de fondos de inversión que ganamos miles de millones de dólares por nuestro trabajo diario, pero se nos permite clasificar nuestros beneficios como intereses devengados”, que pagan apenas el 15% de impuestos.

Y admitió que, gracias a beneficios como ese, su declaración fiscal de 2010 fue por algo más de 6.9 millones de dólares, lo que significa un 17.4% de sus ingresos, mientras que los trabajadores de su firma tributaron un promedio del 36%. ¿Hace falta alguna otra reflexión para comprender la perversión intrínseca de este sistema y para comprender que la inclusión social no entra en sus planes? En EE.UU., el 80% de los ingresos fiscales proviene de tasas que afectan a los trabajadores. “Los megarricos pagan el 15% de impuestos sobre sus ingresos, pero prácticamente nada sobre sus salarios”.

Fuente: Diario Perú 21. Mié. 17 agosto 2011.

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lunes, 15 de agosto de 2011

La Constitución de 1993. Debate sobre su continuidad o cambio.

Izquierda y reforma constitucional

Por: Steven Levitsky. Profesor de Ciencia Política, Universidad de Harvard Cambridge, Massachusetts.

No soy fanático de la Constitución de 1993. Sus orígenes son autoritarios. Y no es cierto, como dicen los fujimoristas, que el crecimiento económico actual se debe a la C93. El diseño constitucional tiene poco que ver con el rendimiento económico. Hay crecimiento económico en países con constituciones bastante estatistas. El boom económico en China empezó en los años 80 –a pesar de que la Constitución prohibía las actividades capitalistas hasta 1993 y no tenía garantías para la propiedad privada hasta 2004. La economía de la India crece a pesar de una Constitución que se declara “socialista”. Y según la Constitución de Corea del Sur, el Estado debe garantizar una “correcta distribución del ingreso” y “democratizar la economía a través de la armonía entre los agentes económicos”. Más importantes que el diseño constitucional son la fortaleza de las instituciones básicas del Estado (estado de derecho, calidad de la burocracia), las políticas macroeconómicas, y las condiciones internacionales. Las reformas económicas de Fujimori crearon mejores condiciones para el crecimiento, pero el crecimiento nunca dependía de su Constitución.
Pero se debe mantener la Constitución del 93. Y no solo mantenerla. Los progresistas deberían fortalecerla y no buscar deslegitimarla, como hicieron el presidente Humala y sus vicepresidentes el 28 de julio. ¿Por qué?

Primero, el cambio constitucional no es necesario, ni para la democracia ni para la redistribución. El diseño de la C93 no es autoritario. Es cierto que sus orígenes no son democráticos, pero tampoco son los de las constituciones de Chile, Estados Unidos, Japón, México, Taiwán, y muchas otras democracias. Y aunque la C93 tiene elementos neoliberales, no presenta obstáculos serios para un gobierno de centroizquierda. La Constitución norteamericana, que es una de las más liberales del mundo, permitió las políticas estatistas y redistributivas del New Deal de Roosevelt. La Constitución de Suecia, promulgada por una oligarquía conservadora en 1809, no impidió la construcción del Estado de bienestar más grande del mundo cuando los socialistas llegaron al poder.

Segundo, además de no ser necesario, el cambio constitucional genera costos para la democracia. La clave de una Constitución no es su diseño sino su fortaleza. Hay una variedad de constituciones exitosas en el mundo, desde la Constitución minimalista de los Estados Unidos hasta la constitución más substantiva de Brasil. Pero lo que tienen en común todas las constituciones exitosas es la institucionalización. Una Constitución institucionalizada echa raíces en la sociedad. Es percibida por la sociedad como un objeto permanente. Se reforma, pero disolverla o reemplazarla por otra se vuelve casi impensable. El ministro de Justicia, Francisco Eguiguren, ha dicho que ninguna Constitución es eterna. Pero debe ser percibida como eterna.

Una Constitución institucionalizada –algo que nunca existió en el Perú– es importante porque garantiza unas reglas del juego básicas para todos los actores políticos y económicos. Si las reglas básicas no son estables, ni la democracia ni el desarrollo económico son sostenibles. Segun una investigación de todas las constituciones del mundo, la durabilidad constitucional se asocia claramente con el desarrollo económico y la consolidación democrática. Todos países ricos y democráticos tienen constituciones estables. Australia, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Israel, Nueva Zelanda, Noruega y Suecia han mantenido una sola Constitución durante toda su historia; Alemania, Austria, Italia, y Japón lo han hecho desde la segunda guerra mundial. En América Latina, Costa Rica no ha cambiado de Constitución en 62 años; Colombia solo cambió de Constitución una vez en el último siglo. Chile solo ha cambiado su Constitución dos veces desde 1833 (170 años). En cambio, Ecuador ha cambiado de Constitución dos veces desde 1997. Ecuador, Bolivia y Venezuela han tenido más que 20 constituciones. Ningún país que cambia su constitución con frecuencia ha mantenido una democracia estable.

La estabilidad constitucional tiene mucha importancia para la izquierda. Según varios estudios, la redistribución socioeconómica y los bajos niveles de desigualdad se asocian fuertemente con la democracia estable. En países como Dinamarca, Finlandia, Holanda, Suecia y Noruega la redistribución fue producto de décadas de lucha por parte de los sindicatos y partidos de izquierda. Pero esas décadas de lucha solo fueron posibles en una democracia constitucional estable. Si la estabilidad constitucional es clave para la democracia, y la democracia genera las mejores oportunidades para la redistribución, ¿no debería la izquierda apoyar la estabilidad constitucional?

¿Cómo se rompe el ciclo de inestabilidad institucional? Un elemento básico es el tiempo. Las nuevas constituciones necesitan varias décadas para echar raíces. Tienen que sobrevivir procesos de crisis y de cambio político y socioeconómico. Cuando las constituciones cambian cada 10 o 15 años (la vida promedio de una Constitución peruana es 15 años), no hay tiempo para la institucionalización. Las constituciones también se fortalecen cuando los actores que se oponían o las rechazaban en el pasado deciden apoyarlas, muchas veces, a cambio de reformas parciales. Este proceso ocurrió en Costa Rica en los años 50, Chile en el 1988-89, y en Ghana, México, Taiwán, y Turquía en los años 90. Es duro aceptar y legitimar una Constitución impuesta por fuerzas enemigas o autoritarias. Pero puede tener efectos muy positivos en cuanto a la institucionalización.

Decir que se debe mantener la C93 no es decir que no puede ser reformada. Reformar artículos específicos de la Constitución es una práctica normal –y muchas veces positiva–en cualquier democracia. Proponer una reforma del artículo 60 para modificar el rol subsidiario del Estado, por ejemplo, es perfectamente legítimo. Pero negar la legitimidad de la C93 o pretender acabar con ella es un error. Refuerza el viejo patrón de inestabilidad institucional, que siempre termina debilitando la democracia. Y cuando no hay democracia estable, tarde o temprano la izquierda sufre.

Fuente: Diario La República (Perú). Lun, 15/08/2011.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Historia de la Batalla de Junín. Contexto de las fuerzas realistas y coyuntura del bando patriota.

Batalla de Junín

Por: Antonio Zapata (Historiador)

La historia escolar normalmente ofrece una información muy confusa sobre la batalla de Junín. Poco se conoce, aparte de que fue a sablazos y de que se ganó gracias a la intervención de Andrés Rázuri. Pero la bibliografía reciente e incluso la tradicional parten de una narración notablemente distinta al saber común que tenemos en el país.

Para empezar, la coyuntura política, que cambió bruscamente y fue bien aprovechada por Simón Bolívar. En España hubo un golpe de Estado absolutista en 1823 y el rey Fernando VII restableció sus fueros, aboliendo por segunda vez la Constitución liberal de Cádiz. La noticia provocó una profunda división de las fuerzas realistas en el Perú. Por su parte, estas se habían fortalecido en la sierra central y sur, además de la actual Bolivia. La vanguardia realista aún combatía por el norte argentino y con el virrey establecido en el Cusco controlaban el corazón andino del continente.

Pero en el Alto Perú se sublevó el general Pedro Olañeta, quien era un obstinado absolutista y detestaba al virrey La Serna, quien era partidario de los liberales. El levantamiento de Olañeta obligó al virrey a contenerlo con una división acantonada en Puno. Entre los sublevados y las fuerzas de contención, el ejército realista se redujo en 5.000 hombres y sus efectivos se igualaron a las fuerzas disponibles por los patriotas.

Así, ambos ejércitos quedaron con aproximadamente 10.000 hombres de infantería y unos 1.000 de caballería. Pero las fuerzas del virrey estaban divididas entre quienes estaban alrededor de su última capital, el Cusco, y los que guarecían la sierra central. Bolívar detectó a tiempo la debilidad de los realistas y decidió aprovechar su oportunidad.

Por su parte, los patriotas se habían reorganizado en 1823 después de dolorosos enfrentamientos internos. El primer conflicto de los colombianos en el Perú fue con el presidente Riva Agüero, quien fue destituido y, acusado de negociar con el virrey, había sido deportado. Luego, Bolívar se enfrentó a la aristocracia limeña y fusiló a uno de los suyos, Berindoaga.

En medio de una grave crisis, el segundo presidente, Bernardo de Torre Tagle, se pasó al bando realista y con parte de la nobleza colonial se asiló en los castillos del Callao, al mando del general Rodil; allí moriría, reconvertido a favor del Rey. El campo patriota se había desangrado y vuelto a renacer durante 1823. La reorganización fue liderada por el liberal radical José Faustino Sánchez Carrión, quien con decisión salvó la república.

Bolívar subió a la sierra central y encontró a Canterac, que comandaba a los realistas en los alrededores del lago Junín. El ejército del Rey estaba retrocediendo y sus infantes caminaban adelante. Mientras que los patriotas avanzaban y sus caballos trataban de alcanzar al enemigo. En la tarde del 6 de junio, ambas caballerías fueron al choque.

Canterac inició el ataque arrollando a los patriotas, cuyo jefe, el general argentino Mariano Necochea, cayó herido e incluso fue hecho prisionero. Pero, cuando la batalla no había concluido, cargó la reserva patriota, integrada por los Húsares del Perú, luego llamados de Junín, y cambió el curso de la lucha.

El enfrentamiento tardó apenas una hora, no se disparó un tiro, fue una de las últimas batallas de la historia peleadas íntegramente con arma blanca. Quien estaba al mando de los Húsares del Perú era el coronel Isidoro Suárez, bisabuelo del escritor Jorge Luis Borges, quien lo evoca en numerosos textos y poemas.

Por su parte, Bolívar retrocedió a apurar a la infantería y cuando llegó al campo todo estaba consumado. Como tantas veces en el Perú, se ganó sin mando supremo, simplemente porque en el terreno cada quien cumplió con su deber.

Fuente: Diario La República (Perú). Mié, 10/08/2011.

martes, 9 de agosto de 2011

Historia de la Confederación Peruano-Boliviana. Causas del fin del proyecto confederado.

"¿Por qué fracasó la Confederación Peruano-Boliviana? "

Por: Isaac Bigio (Internacionalista)

Una de las primeras cosas que hizo Ollanta Humala apenas fue electo fue visitar La Paz donde declaró a Evo su intención de resucitar a la Confederación Peruano-Boliviana (CPB).

Si Vietnam, Yemen y Alemania se reunificaron, ¿por qué no podría hacerlo el "bajo" y el "alto" Perú?

En los 3 primeros casos las divisiones duraron pocas décadas y fueron producidas porque esos países quedaron escindidos por sistemas sociales diferentes, mientras que la separación de los "dos Perús" es tan profunda (17 décadas han pasado aparte) que los alto-peruanos ya no se consideran como tales sino como bolivianos.

A fin de indagar cuáles fueron las causas que conllevaron a la destrucción de la CPB de 1836-39 hablé con Natalia Sobrevilla, directora de Estudios hispánicos de la Universidad de Kent y autora de un libro sobre el fundador de ésta, el mariscal Santa Cruz.

Según ella, la CPB colapsó por causas externas e internas. Argentina envió tropas hacia Bolivia y Chile hacia Perú. Lima fue ocupada por tropas que venían desde Chile por segunda vez (la primera fue en 1821 durante la independencia y la tercera fue en la guerra de 1879-83). Gran Bretaña, quien apoyaba a Santa Cruz y a sus ideas libre-cambistas, no intervino para defender a la CPB.

A nivel interno un problema que tuvo la CPB fue los resentimientos que generó en el norte de Perú y en el sur de Bolivia. La CPB se basó en 3 repúblicas: la de Bolivia y la de los recién creados Nor-Perú y Sur-Perú. Mientras Lima se reducía a capital de uno de los 3 componentes de la CPB (el del norte) y dejaba por primera vez en su historia de ser la capital de todo el territorio en la que estaba, en el sur se abría una pugna entre Cusco y Arequipa por ser la ciudad hegemónica sur-peruana. Tacna fue elegida para ser capital de la CPB, aunque esta ciudad tenía una población inferior a muchas otras de la CPB.

Uno de los enemigos de la CPB fue el mariscal Gamarra, el cual sí estaba de acuerdo con unir a ambos países, pero no bajo una confederación sino bajo la égida centralista del Perú.

Para poder derrotar a Santa Cruz, Gamarra y Castilla (el futuro libertador de los esclavos) se unieron a las tropas chilenas, quienes les derrotaron en el valle del río Áncash cerca de Yungay.

Esa batalla es recordada en Chile como uno de los íconos de su nación y en el Perú, donde sólo se cuestiona a la tercera invasión mapochina, se decidió apoyar ésta renombrando hasta hoy al departamento de Huaylas como Áncash. Gamarra hizo su congreso constituyente en Huancayo en 1839 donde se proclamó Presidente debido a que sus aliados chilenos aún ocupaban Lima. Luego él marchó a ocupar La Paz en cuyas inmediaciones fue muerto en 1841, liquidándose su intento de anexar Bolivia.

Para Natalia hoy, al igual que en 1836-39, las regiones más pro-unión son las que bordean las fronteras y las más adversas son las más distantes y Lima, mientras que Chile y otros países siguen adversos a dicha unión.

Fuente: Diario Correo (Perú). 07/08/11.

Intelectualidad e inteligencia: Internet y el desarrollo de las habilidades mentales.

Google, intelectuales o inteligentes

Por: Ricardo Trotti (Periodista)

El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa se sumó a un grupo de notables detractores del internet que piensa que el uso de los motores de búsqueda como Google nos hace menos inteligentes.

Coincidente con lo que dice el periodista Nicholas Carr en su libro La frivolidad: lo que el internet está haciendo a nuestras mentes, el escritor peruano cree que cuando una persona deja de ejercitar su memoria, el cerebro, como un músculo, se entumece o atrofia.

Vargas Llosa piensa que el internet y Google son el comienzo del fin de la contemplación y razonamiento profundos, pero puede estar confundiendo intelectualidad con inteligencia. Su argumento no es novedoso. Siempre hubo agoreros que pronosticaron trastornos mentales ante cada cambio tecnológico que afectó la conducta humana, como la radio, la televisión, los videojuegos, los videos musicales y, ahora, el internet.

Sin embargo, un experimento realizado en la Universidad de California de Los Angeles, comprobó en el 2008, que quienes usan internet tienen mayor actividad mental, mejores habilidades y más rapidez para tomar decisiones y resolver asuntos complejos, todos indicios de mayor inteligencia. Otros estudios adjudican similares características a los usuarios de videojuegos, quienes además, por su actividad mental, tendrían menos propensión a padecer Alzheimer.

Pero Vargas Llosa desatiende los indicadores de inteligencia. La lectura de Carr lo convenció que el cerebro es una entidad moldeada por la práctica, por lo que si no se utiliza para la contemplación, el análisis y la memoria, pronto se idiotizará, al contrario de lo que establecen estudios neurológicos que han demostrado que la mente evoluciona, aprende y se adapta ante cada nueva experiencia.

Recuerdo que cuando llegué a Estados Unidos hace unos 30 años, me sorprendí cuando un profesor nos dijo que para contestar las preguntas del examen debíamos consultar los libros de la biblioteca. Desde mi visión argentina de la época, aquello era copiar. Pero al terminar la prueba, me di cuenta que consultando y cotejando información y autores sobre un mismo tema, había aprendido a aprender, mucho más que memorizando datos.

Me parece que ese tipo de ejercicio es el que hoy se practica a través del internet. La investigación para encontrar datos confiables o desechar los irrelevantes, no nos idiotiza; al contrario, es un ejercicio mental que nos ayuda a aprender otras habilidades y tener memoria más selectiva. Como le sucede a muchos, no soy capaz de recordar fechas, lugares o temas, pero sí recuerdo cómo clasifico y categorizo miles de archivos en mi computadora.

No tener una mente enciclopédica no es sinónimo de estupidez. La científica Betsy Sparrow, en un reciente estudio de las universidades Harvard y Columbia, concluyó que estamos acostumbrándonos a usar Google como una “memoria externa” a nuestro cerebro. En su prueba Los efectos de Google en la memoria, comprobó que los motores de búsqueda no nos están cambiando la profundidad de nuestros pensamientos ni atrofiando nuestros cerebros, sino que han adoptado otros tipos de memoria para obtener y seleccionar entre la sobreabundancia informativa.

Vargas Llosa puede tener algo de razón cuando plantea que el picoteo informativo en internet no nos permite mayor concentración. Pero no creo que la inteligencia de una persona dependa de si lee La Ilíada completa por sobre una sinopsis digital de Harry Potter o si escucha la Aída de Verdi por sobre el último clip de Lady Gaga en YouTube. Creo que desde su marcada perspectiva literaria, confunde cultura e intelectualidad con inteligencia.

Sería formidable tener un equilibrio entre la Sorbona y Sillicon Valley. Pero si no es así, no se puede decir que la aparición de Google y otras herramientas digitales nos idiotizan. Puede que los hábitos cambien y haya períodos de adaptación de conductas, pero no debemos preocuparnos por terminar estúpidos, porque la experiencia histórica demuestra que jamás un cambio tecnológico atrajo retrocesos.

Google y el internet han expandido y masificado el conocimiento y nos ayudarán a mantenernos cada vez más inteligentes. Estas herramientas y sus creadores, prueban que el mayor rasgo de la inteligencia, la creatividad, permanece en constante evolución.

Fuente: El Nuevo Herald. Domingo, 08.07.11.

Recomendado:

Más información, menos conocimiento. Mario Vargas Llosa.

sábado, 6 de agosto de 2011

Historia de los gobiernos de Fernando Belaunde Terry. Libro: “Belaunde. El pueblo lo hizo”.

El pueblo LO HIZO

Fernando Belaunde, dos veces presidente del Perú, es retratado en un libro que reúne testimonios de personalidades de la cultura y la política, y excepcionales fotos del ‘Chino’ Domínguez.

Por: Antonio Muñoz Monge (Periodista)

Con el tiempo todo adquiere su real dimensión y se serenan los ánimos para comprender mejor al hombre y su obra. La década del 80, con sus pasiones políticas exacerbadas, no permitió valorar en su real magnitud –de estadista y hombre comprometido con el pueblo– al arquitecto Fernando Belaunde Terry. Su presencia en el escenario político estuvo en las provincias, pueblos y comunidades más alejadas del país.

Honesto y decente, su conducta ejemplar parece estar extinguiéndose en el ámbito del poder político. “Belaunde. El pueblo lo hizo”, de Henry Alberto Pérez Vásquez, con las fotos del recordado ‘Chino’ Domínguez y editado por la Universidad Alas Peruanas (UAP), contribuye a revalorar la figura señera de este político y a difundirla entre las nuevas generaciones.

Contacto directo

“Hoy, los políticos –escribe Mario Vargas Llosa– son por lo general marionetas a quienes los creadores de imágenes, expertos en publicidad y asesores programan y manipulan de acuerdo a técnicas perfectamente funcionales. Para Belaunde, la palabra, la voz, el gesto, la comunicación viva y directa con un público desde una tribuna antes que desde un estudio de televisión era el instrumento primordial de la política”.

Perú que inspira

El arquitecto afirmó que “pocas naciones en el mundo tienen el raro privilegio de contener en su propio suelo la fuente de inspiración como doctrina”. En ese sentido, el filósofo Francisco Miró Quesada Cantuarias explica: “El Perú como doctrina era una ideología inspirada en el pueblo peruano, en las tradiciones de ese pueblo durante tantos siglos despreciado y exiliado en su propia tierra. Una cosa era que los miembros del partido me llamaran el ideólogo de Acción Popular y otra muy diferente era la creación de la ideología que fue de un solo hombre: Fernando Belaunde Terry”. Gastón Acurio Velarde añade: “Acción Popular tomó de la minca y el ayni su propio nombre”.

“Iscuelayta”

“Cuando llegábamos a una pequeña comunidad –recuerda el filósofo Miró Quesada Cantuarias, ministro de Educación durante el primer belaundismo– y preguntábamos a los pobladores qué querían, contestaban lo mismo: queremos educación. Siguiendo el ejemplo de Belaunde, sus ministros teníamos también que ir por los pueblos.

A veces los miembros de la comunidad eran monolingües, y les preguntábamos en quechua: ‘Imayta munankichu’. La respuesta era siempre: ‘Iscuelayta taitay, iscuelayta’. Entonces les decíamos, aquí hay un plano muy simple; si ustedes la construyen, apenas la terminen, les enviamos un maestro y material pedagógico. Aceptaban encantados. A partir de las cuatro de la tarde, después de trabajar, venían los campesinos, hombres y mujeres, cantando y bailando, para construir la escuela”. Este tipo de experiencias dio forma a lo que se considera una de las mejores ideas de Belaunde: Cooperación Popular.

Ejemplo de honradez

La honradez es uno de los rasgos más saltantes de la personalidad del arquitecto. En la publicación de la Universidad Alas Peruanas, UAP, el embajador Javier Pérez de Cuéllar expresa: “Recuerdo que en alguna ocasión escribí, refiriéndome a Fernando Belaunde Terry, lo honroso y grato que habría sido para él ingresar a nuestra historia como el gobernante que durante diez años simbolizó la democracia, la honestidad política y personal, así como la total entrega al desarrollo del país”. El poeta Pablo Neruda, Nobel de Literatura 1971, en “Confieso que he vivido”, recuerda: “Pasé una vez por Lima y Ciro Alegría, el gran novelista de ‘Los perros hambrientos’, que era entonces presidente de los escritores peruanos, insistió para que se me condecorase en su patria. Mi poema ‘Alturas de Machu Picchu’ había pasado a ser parte de la vida peruana; tal vez logré expresar en esos versos algunos sentimientos que yacían dormidos como las piedras de la gran construcción. Además, el presidente peruano de ese tiempo, Fernando Belaunde, era mi amigo y mi lector. Sigo creyendo que el arquitecto fue un hombre de intachable honestidad”.

El estadista

El prestigio y las cualidades éticas y morales del arquitecto se ganaron el aplauso internacional. Participó en el Encuentro Internacional de Punta del Este, Uruguay (13 de abril de 1967), donde expresó un discurso memorable: “Quiero hacer un llamado a nuestros pueblos con la convicción de que la solución de sus problemas está en ellos mismos; que no depende de un crédito o de un préstamo –que pueden ser herramientas convenientes para su desarrollo–; que depende, sobre todo, de su propia voluntad de trabajo, de su propia decisión de emprender por sí mismos la solución de sus problemas”.Al retornar a Lima de la cita uruguaya tuvo un recibimiento apoteósico: “Cómo no iba yo a poder hablar por mis modestos labios el lenguaje del Perú –dijo– que es el lenguaje de América. Por algo, el idioma nativo se llamó antaño la lengua general del imperio; por algo, respetando el dialecto local, el quechua se fue en un vuelo invisible desde el Cusco hasta Quito; por algo, los pioneros de la integración en América somos los peruanos […]. América ha comenzado a cobrar mayor conciencia de sí misma […]. Tienen que decir su palabra los pueblos que tienen un pasado de hermandad y una ley de hermandad peruana que yo quiero que sea la ley rectora de la unidad de todo un hemisferio”.

Fuente: Diario El Comercio, suplemento cultural "El Dominical". 31 de Julio del 2011.

viernes, 5 de agosto de 2011

Historia de los judíos árabes. La aspiración a una federación multiétnica en "Tierra Santa".

"Los judíos árabes"

Por: Isaac Bigio (Internacionalista)

El título de esta nota no es un sinsentido, pese a que la prensa mucho habla del conflicto entre Israel y su entorno. Los judíos antes de llegar a Occidente se concentraban en los actuales países árabes y muchos árabes practicaron el judaísmo siglos antes de que nacieran Jesús o Mahoma.

El idioma estatal más parecido al árabe es el hebreo y muchos de quienes hablan ambas lenguas tienen similares facciones. La mayoría de la población que vive en las tierras que detenta u ocupa Israel ha tenido o tiene al árabe como su primera lengua. En algún momento la mayoría de los judíos que llegaban a Israel provenían de las naciones árabes.

El autor de estas líneas se siente orgulloso de haber nacido en los Andes y también de tener raíces árabes judías. Mi apellido se origina en el Medio Oriente y mis ancestros judíos vienen de Alepo (la segunda urbe de Siria que reclama ser la ciudad habitada más antigua del mundo).

Hasta antes del establecimiento de Israel todos los países árabes tenían milenarias y pujantes colectividades judías. En los treintas un cuarto de los habitantes de Bagdad eran judíos y el primer ministro de Finanzas que tuvo este país rezaba en la sinagoga.

Mientras los judíos de Europa tenían sus propios idiomas (el yiddish en Alemania y Europa oriental y el ladino en el Mediterráneo y otras partes), los judíos árabes hablaban la misma lengua de sus compatriotas.
Mi abuela Sara Bigio -con quien viví, quien hoy cumple 10 años de su fallecimiento y a quien dedico este artículo- era una practicante judía, aunque nunca habló hebreo. Su idioma materno y preferido era el árabe. Ella gustaba reunir a todos sus hijos y nietos para celebrar religiosamente cada noche de viernes el shabat judío, y toda la comida que ella magistralmente cocinaba era sirio-libanesa.

De Irak vienen Abraham (el padre de los israelitas), los judíos que reconstruyeron el templo de Salomón y luego los que durante el Medioevo escribieron el Talmud (el libro judío más sagrado después del primer testamento). En Egipto nacieron Moisés y los que poblarían y crearían Judea e Israel.

Mientras en Europa a los judíos se les redujo a guetos y persiguió, se les hizo pogromos y luego se les llevó a cámaras de gas, en el mundo árabe fueron más tolerados. La única gran civilización hispana que hubo antes de Colón fue hecha por los árabes y judíos que poblaron España.

De ésta y de otras partes del mundo árabe emergieron el álgebra, la química y muchas ciencias, que entonces reprimía el oscurantismo europeo.

Si los judíos, musulmanes y cristianos del Medio Oriente, que antes colaboraron para rescatar y revivir a los clásicos griegos, fuesen capaces de hacer una federación multiétnica en "Tierra Santa", la humanidad se beneficiaría de ello y los judíos árabes podrían volver a sus tierras o ayudar a dar paso a un Cercano Oriente democratizado, pujante y que no fuese nido de déspotas o terroristas.

Fuente: Diario Correo (Perú). 04 de agosto del 2011.

Nelson Manrique y Carlos Iván Degregori. Amistad y participación política.

Última conversa con Carlos Iván

Por: Nelson Manrique

Toco la puerta con aprensión y me abre la puerta un Carlos Iván siempre sonriente. Faltan cinco días para su muerte, casi no puede ingerir alimentos, pero ha descubierto que puede comer caramelos, y ese es su máximo placer. Por su delgadez es otra persona; he visto al cáncer destruir los cuerpos de gente querida, pero este no es su caso. Físicamente Carlos Iván es otro, pero es un otro admirablemente armónico y en plena sintonía con su espíritu.

Está al final del trayecto y lo sabe. Cuando hace unos años le diagnosticaron un cáncer al páncreas, esto era virtualmente una sentencia de muerte inminente. Los cubanos, siempre solidarios, lo incorporaron a un revolucionario tratamiento basado en la picadura de un alacrán y le regalaron casi tres años de vida más. Los plazos se han vencido y Carlos Iván lo acepta con una admirable serenidad. Durante sus últimas semanas de vida ha trabajado siete horas diarias para tratar de redondear sus textos que se deben publicar póstumamente, y está satisfecho.

Con ese su humor autoirónico, que por momentos es negro, ha cambiado el nombre de su blog por “Se sienten pasos”. Esa vena no es de ahora. En los años 80 él y Sinesio López publicaban en El Diario de Marka una columna titulada ‘Marko Político’. Poco después apareció en Monos y Monadas el ‘Marko Polito’, una parodia que se burlaba sangrientamente de ellos. “Gregorio el Necio (el autor de la parodia) le saca el alma a Carlos Iván”, me comentaron más de una vez burlonamente. Lo que muy pocos sabían era que Gregorio era el propio Carlos Iván.

“¿Te acuerdas por qué nos peleábamos?”, le pregunto, y ríe de buena gana. Entre 1979 y 1982 logramos unificar cinco organizaciones de izquierda y esto nos permitió un tiempo de militancia juntos. Nos encomendaron la Comisión de Prensa y ese fue un periodo inolvidable, trabajando con un equipo de lujo. Creo que fue él quien comenzó con lo de El Planeta, el periódico de Metrópolis, y la idea prendió: lo convertimos en el rubio y juvenil Jimmy Olsen y a Lucha María, su mujer, en Lois Lane. Yanina, su gran amiga, tenía que ser inevitablemente Lina Luna. Miguel, con sus anteojos de carey y su aire reconcentrado, se convirtió en el tímido Clark Kent. Como yo era el responsable me convertí en Peter White, el director, el gordo Benjamín en Lex Luthor y Lorenzo Osores en el Sr. Mxyzptlk, el pequeño duende que trataba de conseguir que Superman dijera su nombre al revés, para mandarlo al mundo bizarro. Como nos faltaban personajes nos prestamos algunos de Batman: Gonzalo, el primo de Carlos Iván, hizo un excelente Guasón, y Elsa se convirtió en la sensual Gatúbela. Sintomáticamente solo faltaba Superman.

En medio de reuniones partidarias que podían durar días nos las arreglábamos para conversar largamente. CID era un poeta y nos acercaba el hecho de ser considerados intelectuales en un medio que despreciaba el trabajo intelectual. Nuestra formación académica había sido virtualmente un subproducto de las contingencias de la militancia, como cuando a Carlos Iván le diagnosticaron una tuberculosis y Jürgen Golte, uno de sus amigos de toda la vida, le consiguió una invitación académica a Berlín, donde podría curarse. En su partido casi rechazan darle licencia: “¡Miraba cómo casi votaron mi sentencia de muerte –decía con su mirada de niño desconcertado– sin saber cómo reaccionar!”.

Con los años las discrepancias se enconaron y finalmente se llegó a la ruptura. Para mí, fue el final de la política partidaria, luego de 13 años de militancia. La fracción de Carlos Iván impulsó la creación del PUM, y allí continuó él, hasta la ruptura de la IU. Fue un tiempo de debates que por momentos fueron ásperos, sobre temas que ahora parecen irrelevantes. En un texto reciente, hablando de la destrucción de la izquierda, Carlos Iván se comparó con un sobreviviente de la Atlántida luego de que su continente se hubiera hundido. Fuimos muchos los náufragos, pero con él nos reencontramos en la CVR.

Me alegra decirle que Keiko Fujimori no ganó la elección; considerábamos que esa sería la derrota de todo aquello en lo que creímos, y que el porvenir sigue siendo ese interrogante abierto por el que él apostó toda su vida con terco optimismo.

Fuente: Diario La República. Mar, 02/08/2011.