domingo, 12 de junio de 2011

Historia de Robert Kennedy: Vigoroso activista en defensa de la no violencia y colaborador indesmayable del Movimiento Afroestadounidense por los Derechos Civiles.

RFK hablándole a una manifestación del movimiento de derechos civiles. 14 de junio de 1960.
El segundo Kennedy abatido

Por: Francisco Sanz Gutiérrez

En aquel junio de 1968 Estados Unidos recién se reponía de la conmoción producida por el asesinato de Martin Luther King, ocurrido dos meses atrás, cuando un nuevo magnicidio sacudía el país.

Robert Kennedy, hermano menor del ex presidente John F. Kennedy, caía herido de muerte por varios disparos en el hotel Ambassador de Los Ángeles, donde acababa de brindar un discurso de agradecimiento a los electores que le habían dado el triunfo en las primarias del estado de California. Con tal espaldarazo, ya no había rival en su camino para ser el candidato del Partido Demócrata a la Presidencia de EE.UU. en los comicios de noviembre. Pero, pistola en mano, apareció Sirhan Bishara Sirhan, un joven palestino de 22 años, y todo acabó.

No solo el trágico final hermana a Luther King y a Robert Kennedy. Si el primero fue un líder afroamericano incansable en la lucha contra la discriminación y el racismo, Bobby se había erigido en un vigoroso activista en defensa de la no violencia y quizá su mayor legado fue su colaboración indesmayable con el Movimiento Afroestadounidense por los Derechos Civiles. Como fiscal general, fueron moneda corriente sus envíos de policías a la Universidad de Mississippi para garantizar la integración de los estudiantes de color.

Poco antes de su deceso, pronunció un discurso tan emotivo como premonitorio: “Hoy no es un día para la política. Aprovecharé esta ocasión para hablarles de la insensata violencia en América, que de nuevo salpica nuestro país. No incumbe a una sola raza: las víctimas de la violencia son negras y blancas, ricas y pobres [...] Nadie, viva donde viva, haga lo que haga, puede estar seguro de quién será el próximo en sufrir un acto insensato de derramamiento de sangre”.

EL HERMANO CONSEJERO
Robert Kennedy fue el séptimo de los nueve hermanos del clan. “Cuando uno no es de los primeros, aprende a luchar para sobrevivir”, repetía con frecuencia. No obstante, la cercanía espiritual con JFK, más allá del vínculo carnal, le abrió puertas. A poco de llegar este a la presidencia de la nación, Robert fue nombrado fiscal general de EE.UU. y se convirtió en uno de los principales asesores de su hermano.

Tras el atentado que segó la vida de JFK en 1963, Bobby se alejó del Gabinete presidencial en vista de la poca empatía con el sucesor Lyndon Johnson. Decidió entonces tentar un asiento en el Senado como representante por Nueva York. En noviembre de 1964 resultó elegido.

Luego de tres años y medio de labor, en la que insistió en su pelea por los derechos civiles y destacó por su oposición a la guerra en Vietnam, su alta popularidad lo puso en la catapulta al máximo cargo del país.

En esas andaba hasta esa noche de junio de 1968. El asesino confesó que lo había hecho por el apoyo político de Bobby a Israel. Aunque hasta hoy no todos creen la teoría del tirador solitario y apuntan, más bien, a conspiraciones de la industria militar o de la ultraderecha.

Fuente: Diario El Comercio, suplemento "El Dominical" (Perú). Domingo 12 de Junio del 2011.

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