viernes, 5 de noviembre de 2010

Criollismo en el Perú: tradición popular urbana que fusiona la antigua idea criolla con la raíz afro.

Colección que contiene temas de la etapa denominada “La Guardia Vieja”, que abarca los finales del siglo XIX y los principios del siglo XX. Figuran compositores como: Pedro Augusto Bocanegra, Braulio Sancho Dávila, Pedro Arzola, Miguel Almenerio, Alejandro Saez, Manuel Covarrubias, entre otros.

El criollismo

Por: Antonio Zapata (Historiador)

Dentro de unos días se celebra la canción criolla, que hoy goza de una cierta renovación, después de un declive prolongado. El criollismo nació como tradición popular urbana, pero fue perdiendo aceptación conforme se transformaron las ciudades, gracias a las migraciones internas.

Así, la edad de oro del criollismo pertenecería al pasado. En el presente apenas sobreviviría, arrinconado entre la cultura importada y los ritmos andinos modernos. Pero, ya son más de veinte años de este declive y no parece terminar de extinguirse. ¿Qué viene ocurriendo?

En la era colonial, el concepto “criollo” indicaba un individuo de elite, hijo de españoles nacido en América. En realidad, los herederos de la independencia fueron los criollos y en su nombre fue construida la república del siglo XIX. Esa entidad política se hundió a consecuencia de la Guerra del Pacífico. Luego, la tradición criolla descendió al pueblo. Se fusionó con las costumbres de los afroperuanos, que al finalizar la esclavitud se habían trasladado masivamente a las ciudades.

En Lima y en otras ciudades del litoral se desarrolló este proceso hacia finales del siglo XIX. A esa época corresponde la cristalización de la llamada canción criolla y la generación fundadora, aquella de Karamanduka. También son los años de la aparición del fútbol y la fundación del club Alianza Lima. Un tercer producto es la procesión del Señor de los Milagros, que se transforma en multitudinaria precisamente hace unos cien años. Esta procesión proviene del pasado virreinal, pero comenzando el siglo XX saltó de pequeña devoción local a símbolo de peruanidad.

Así se constituyó una nueva tradición que fusionaba la antigua idea criolla con la raíz afro. Esa nueva cultura fue urbana y popular, aunque corresponde a una época de ciudades de antiguo régimen, anteriores a las grandes migraciones internas. Gracias a su carácter pluriclasista en la misma capital, el criollismo pretendió simbolizar a todo el país. Esas excesivas ínfulas le costaron caro. Por ejemplo, el criollismo acompañó la revolución de las FFAA representando a la nación en su conjunto.

Pero, al ser derrocado el general Juan Velasco, el criollismo sufrió un bajón. Se le asoció con los militares, que terminaron desprestigiados. Por otro lado, desde los años cincuenta, los migrantes venían cambiado el rostro de las ciudades. Ya no había tantos negros y mulatos, ahora predominaban cholos e indios. El color cobrizo había tomado la delantera sobre el negro. Ello fue acompañado por una revolución cultural y surgió el fenómeno llamado “chicha”.

La modernidad de lo andino ha dado origen a muchos géneros. Tomados como conjunto, predominan en el dial de la música peruana. Pero, en medio de tanto ritmo andino, el valse criollo sobrevive. Ya no pretende representar a todo el país, sino ocupar un puesto dentro de una nación multicultural. Por eso viene experimentando un repunte. Brilla con luz propia porque ocupa su lugar específico y no el centro de la escena.

Por otro lado, el presidente García es criollo. Ha sido su música favorita a lo largo de sus campañas y durante sus mandatos. Asimismo, el APRA como partido es cholo costeño antes que andino. Desde los militares no teníamos un criollo en Palacio.

Por ello, el género cuenta con protección política, que se expresa en las espectaculares exequias fúnebres de Arturo ‘Zambo’ Cavero. Veremos si el favor oficial favorece la popularidad del criollismo. El 31 medirá fuerzas con la importada fiesta de Halloween y sabremos cuánto influye en la cultura peruana actual.

Fuente: Diario La República (Perú). Mié, 28/10/2009.

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