domingo, 22 de agosto de 2010

Ruptura de las relaciones diplomáticas Perú-Estados Unidos (1860). Federico L. Barreda, agente confidencial en Washington.

Secretario de Estado William Seward (1801-1872)

La información como arma diplomática

Comunicación veloz. Hoy, la tecnología permite prontitud en el envío de documentos, facilitando a la cancillería dar respuestas internacionales oportunas. En los albores de la diplomacia peruana, el asunto dependía de los reflejos y capacidades del jefe de misión.

Por: Rosa Garibaldi
Historiadora y diplomática peruana.

Hoy los medios tecnológicos permiten a la cancillería suministrar –de forma inmediata y segura– información relevante a sus misiones en el exterior. Cosa muy distinta ocurría a mediados del siglo XIX. Ya entonces la cancillería se empeñaba en asegurar que las misiones en el exterior estuvieran provistas de información adecuada para apoyar la posición peruana, en particular sobre reclamos extranjeros. La respuesta inmediata para enfrentar las crisis dependía, sin embargo, de la capacidad profesional y jurídica del jefe de misión.

Relaciones interruptas

Sobresalió en este campo, Federico L. Barreda. En 1861 fue nombrado agente confidencial en Washington por el presidente Ramón Castilla. La designación se dio en plena ruptura de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, pues, Castilla optó por no ceder al reclamo norteamericano por el embargo de dos naves: Lizzie Thompson y Georgiana. Ambas habían cargado guano ilegalmente en las islas de Lobos, amparadas en una licencia otorgada por el grupo insurrecto de Manuel Ignacio Vivanco. El objetivo de la misión de Barreda era reanudar las relaciones diplomáticas sin ceder.

El gran gestor

Federico Barreda inició su trabajo en Washington, a la edad de 24 años. Fue el primer paso para una extraordinaria carrera diplomática que lo llevaría a Washington, Londres y París. Se trataba, de un muy bien preparado jurista y empresario. Conocía el marqueteo pues con su hermano Felipe, había sido consignatario del guano, en Estados Unidos. Era muy dado a procedimientos creativos e imaginativos para la comunicación.

Tres meses antes de que el presidente electo Abraham Lincoln asumiera el mando, Barreda publicó un folleto de 140 páginas: “La cuestión entre los Estados Unidos y el Perú”. Allí expuso el punto de vista peruano sobre el reclamo estadounidense por la confiscación de las naves. Se distribuyeron mil a periódicos importantes y otras publicaciones, así como a personajes en Washington y otros lugares que pudieran interesarse e influir en pro de la causa peruana. Para esta campaña, Barreda contrató al publicista y editor E.E. Dunbar quien enviaba artículos –como cartas al editor– a varios importantes periódicos.

Influyente publicación

Ni bien publicado el folleto, los diarios de Nueva York comenzaron a discutir el tema en su verdadera dimensión, y muchos periódicos –incluyendo el amigable “New York Times”– expresaron su abierta defensa a la causa peruana. El 4 de abril de 1862, el diario “La Prensa”, en Lima, informaba: “el folleto del señor Barreda es un modelo de argumentación concisa y prueba obvia del talento de su autor y de su facilidad en escribir en inglés…”.

El punto central en la información era la defensa de un claro principio: “¿Puede un grupo de especuladores apropiarse temporalmente de los depósitos de guano y privar al Gobierno del Perú de su propiedad y más valiosa fuente de recursos y hacerlo bajo la protección de la bandera norteamericana? Sometemos esta pregunta a la prensa y al pueblo de Estados Unidos”.

Poder y palabra

En once impactantes y fundamentados argumentos, Barreda demolió lo esgrimido por el Gobierno Estadounidense. En su noveno argumento fue particularmente incisivo refiriéndose al peligro que enfrentaba el gobierno de la Unión, con la insurrección de los estados del sur: “Su causa [la del Perú] es la causa de la América hispana y podría ser la causa de los Estados Unidos si –Dios no lo permita– conmociones internas llegaran desafortunadamente a interrumpir la paz y la prosperidad de esta nación”.

“Para juzgar los resultados de la imposición de los principios anunciados por el presidente James Buchanan, debemos examinar qué efecto tendrían en Estados Unidos en caso de una conmoción interna y decidir si el gobierno legal de la Unión está dispuesto a ser regido por la misma teoría de conceder a insurrectos los derechos de beligerantes y de consentir la expoliación de la propiedad nacional por un grupo de especuladores, ayudados y protegidos por naves mercantiles extranjeras cuyos dueños saben que lo que están haciendo es contrario a las leyes de la Unión”.

En el punto décimo abordó otro asunto esencial: “El Perú ofreció aceptar el arbitraje por cualquier gobierno europeo seleccionado por el presidente de Estados Unidos. Pero él se niega. Persiste en su reclamo e instruye a su ministro partir del Perú, interrumpiendo las relaciones diplomáticas entre ambos países. ¿Tiene temor el presidente Buchanan que la decisión podría ser favorable al Perú? El temor implica una duda sobre la corrección de su posición, y, en tal caso, imponer su demanda con el respaldo del poder irresistible de Estados Unidos, significa asumir una actitud dictatorial hacia una nación cuya fuerza nace de la firmeza de sus convicciones pero materialmente se encuentra incapacitada para respaldarlas”.

Corriente favorable

Los argumentos de Barreda fueron comentados favorablemente en numerosos periódicos y sirvieron para informar a miles de lectores norteamericanos sobre la posición peruana en este impasse. El apoyo del público informado fue útil cuando presentó la causa ante el secretario de Estado William Seward y el presidente Abraham Lincoln. La investigación para realizar la publicación le proporcionó, además, un conocimiento sólido para respaldar sus alegatos. Federico Barreda –acreditado como ministro en 1862 en cuanto se reanudaron las relaciones diplomáticas– contribuyó a que el Gobierno Estadounidense aceptara la medida invocada inicialmente por el gobierno de Castilla: someter el reclamo a un árbitro imparcial. El rey de los belgas, Leopoldo I, seleccionado por Estados Unidos, le dio la razón a nuestro país.

Fuente: Diario El Comercio, suplemento cultural "El Dominical". Domingo 22 de Agosto del 2010.

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