sábado, 28 de agosto de 2010

Leer de otra manera el concepto de Independencia y Bicentenario. Francisco José de Caldas, Antonio Nariño y la independencia colombiana.

El sabio y el precursor
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Por: Luis Fernando Afanador

LIBROS. Dos biografías de Francisco José de Caldas y Antonio Nariño invitan a leer de otra manera el concepto de la Independencia y el Bicentenario.

Nos gusta limitar los acontecimientos históricos a una fecha. Porque es más cómodo, más fácil a la hora de celebrar. La Independencia de Colombia –con florero incluido– fue el 20 de Julio de 1810. No es cierto: los historiadores, cada vez más, revalúan esa fecha y escuchan las voces de otros protagonistas. Como la de José María Carbonell, quien se atrevió a cuestionar –por confusa– el Acta de Independencia. El virrey Amar había autorizado el cabildo extraordinario, pero eso no era lo que la gente esperaba escuchar. El cabildo le daba poder al ayuntamiento y no al pueblo, como lo habían solicitado. Escribe Carbonell: “Finalmente, el pueblo, cansado por las horas de espera, empieza a desperdigarse, mientras que la Junta de Gobierno da por terminada la revuelta. No obstante, la Independencia no es clara; y, por causa de mi pensamiento, se me ha excluido de las deliberaciones del cabildo, al tiempo que la Junta ha ordenado mi arresto y la pena de cárcel”. Y no podía ser clara una Independencia que inicialmente respetaba el poder del Virrey e invocaba al rey Fernando VII.

¿Cuándo empezó entonces la Independencia? ¿Nueve años después de padecer la crueldad de la reconquista? A los investigadores Stefan Pohl Valero y Eduardo Escallón no les interesan las fechas sino los procesos. Para ellos, la Independencia y la República son un largo proceso que aún no termina. Desde esa perspectiva se acercaron a revisar la vida y la obra de Francisco José de Caldas y Antonio Nariño, dos figuras claves de nuestra historia. O mejor, de nuestras diversas e inacabadas historias.

Aunque Francisco José de Caldas lo ignorara, su avidez de observar los fenómenos naturales y encontrar en ellos una explicación racional tuvo su origen en unos acontecimientos ocurridos en Europa muchos años atrás. “Cuando Felipe V, el primero de los Borbones, se ciñó la corona española, a comienzos del siglo XVIII, este imperio se encontraba en una situación crítica. Sus posesiones mediterráneas estaban amenazadas por otras naciones europeas, la economía se encontraba en quiebra, y las decisiones políticas muchas veces dependían más de los caprichos particulares, que de una institucionalidad fuerte”. Felipe V dio inicio a un manejo distinto del imperio y sus colonias. Son las ‘reformas borbónicas’, que continuadas por Fernando VI y Carlos III dieron lugar a un Estado con mayor control de sus recursos y dispuesto a explotar mejor sus colonias, con riquezas que se preveían inmensas. De ahí nació la apuesta por las ciencias naturales y, por supuesto, la idea de la Expedición Botánica.

¿Sabía Antonio Nariño, el tesorero del diezmo, el consentido de las autoridades españolas, todas las vicisitudes y los largos años de cárcel que le acarrearía su decisión de traducir e imprimir la declaración de los derechos del hombre? No del todo, no en el momento de hacerlo, aunque luego se empoderara de los ideales de libertad y entendiera que para conseguirlos tenía que abandonar sus comodidades y sus privilegios.
La élite criolla llega a la ilustración y a las ideas libertarias sin haberlo buscado, gracias a la caja de Pandora que, sin querer, abren los dominadores españoles. Y no lo hace de un solo golpe ni de manera uniforme. Por eso el largo e inacabado periplo hacia la democracia real. Dice Eduardo Escallón: “El sistema político democrático y el Estado de Derecho que tenemos hoy día los colombianos es fruto de un lento y difícil proceso que se inició con lo que llamamos ‘La Independencia’. Este proceso no ha terminado pues, desde entonces, cada generación ha recibido este sistema, lo ha transformado y lo ha entregado a la generación siguiente. Doscientos años después, sabemos que es nuestra responsabilidad –la de todas las personas– seguir ampliando, profundizando y perfeccionando la democracia, pues no siempre las transformaciones del sistema han ido en este camino”. El subrayado es mío.

Libros:

Eduardo Escallón
La antorcha brillante
Libro al viento, 2009
92 páginas

Stefan Pohl Valero
¡Soy Caldas!
Libro al viento, 2009
85 páginas


Fuente: Semana.com. Sábado 21 Agosto 2010.

Recomendado:

Nueva Granada, Gran Colombia, República de Colombia. Bicentenario de la guerra civil independentista.

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