domingo, 21 de marzo de 2010

Historia Contrafactual o Ucronía. Lo que pudo ser, pero no fue.

La historia que pudo ser

Por: Jorge Moreno (Periodista)

El 7 de agosto del 2008 Georgia inició la que se conoce como la guerra del Cáucaso. En ella, la otrora república soviética intentó retomar el control de la separatista y prorrusa Osetia del Sur, lo que causó que fuerzas del ejército ruso reaccionaran repeliendo el ataque e incursionaran en territorio georgiano. El conflicto duró apenas cinco días, pero tras el cese del fuego y el repliegue de tropas, Rusia consolidó su presencia militar en la provincia separatista y en su similar Abjasia.
Como suele suceder en todas las guerras, los muertos se contaron por centenares, y por miles las personas que debieron huir de sus hogares. Un informe de Amnistía Internacional publicado al cumplirse un año del conflicto calculaba en cerca de 200.000 los desplazados por la guerra y, hasta diciembre del año pasado, en 30.000 los que todavía no habían logrado retornar a sus hogares debido al cierre de fronteras entre ambos países.

De esa guerra, el recuerdo más permanente que tenemos es el de la ferocidad de los combates cuyas imágenes los noticieros del mundo retransmitieron a todo el planeta. Y su herencia, sin duda, la permanente tensión existente entre ambos países y que hasta ahora impide que las heridas cierren del todo.


IMAGINAR EL MIEDO

Tal vez por eso el falso reportaje emitido el fin de semana pasado por la televisión estatal georgiana, sobre una supuesta invasión del país por fuerzas rusas (que incluía la muerte del presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili), hizo que muchos confundieran la realidad con la fantasía y revivieran aquellos desgraciados días.

La explicación de tan disparatada idea por parte de la televisora ha sido digna de figurar en la historia universal de las buenas intenciones: presentar el “hipotético desarrollo de los acontecimientos” en el caso de que la sociedad georgiana “no permanezca unida frente a los planes de Rusia”. Y para demostrarlo presentó, luego de media hora de emisión del falso informe, a un panel de politólogos dispuestos a analizar la hipotética invasión. El caso es que muy pocos, por no decir nadie —y la televisora tampoco se empeñó mucho en que así fuera—, repararon, minutos antes del programa, en el breve aviso sobre el carácter ficticio del informe.

Aunque con el incidente todos han traído a la memoria lo ocurrido el 30 de octubre de 1938, cuando un jovencísimo Orson Welles transmitía a través de la radio una invasión extraterrestre y que no era sino la dramatización de “La guerra de los mundos”, de H. G. Wells, y que causó el mismo pánico e histeria colectiva producido esta semana, lo cierto es que tampoco es la primera ocasión en que la televisión juega con la idea de cambiar la historia. De imaginar una historia distinta, alternativa a la que realmente sucedió.

Lo QUE NO FUE

En el 1987, por ejemplo, una serie de televisión, “Amerika”, jugaba con la hipotética derrota e invasión de Estados Unidos por parte de la desaparecida Unión Soviética luego de un ataque nuclear que acaba con el sistema de defensa del primero y hace posible una “transición” del poder, que no es sino la manera amable de decir que los políticos entregan el país y la economía al invasor.

Lo que sorprende, ahora, de esta serie no es tanto su imposible argumento, sino su increíble paralelismo con el presente. “Amerika” fue presentada antes de su emisión por un panel de expertos que discutieron sobre las críticas que la serie hacia a una sociedad estadounidense sumergida en el consumismo y que había abandonado los valores de ese país. Ante esa perspectiva, la invasión que la serie proponía no era del todo desechable. Cualquiera con mínimos conocimientos de historia sabe que esta es una lectura estrictamente política y sus intenciones, mucho más.

Otro ensayo de historia alternativa de la televisión estadounidense lo constituye el falso documental “CSA: Confederate State of America”, estrenado en el 2005 y cuya escena inicial resulta más que provocadora: la clásica imagen del hombre en la luna con la bandera estadounidense desplegada sobre la superficie lunar es ligeramente alterada: la bandera de las barras y las estrellas ha sido reemplazada por la bandera confederada de los estados del sur.

El documental trataba de explicar cómo habría sido un triunfante Estados Unidos esclavista en vez del que finalmente fue. Con ella los productores pretendían explicar las verdaderas causas de la guerra civil y que, según ellos, iban más allá del abolicionismo y que no era sino la preferencia de los gobiernos estatales por encima del gobierno federal. Causa escozor, sin embargo, el retrato que ofrece de un Estados Unidos en el siglo XX simpatizante del Tercer Reich y Sudáfrica y practicante del apartheid.

En la literatura y el cine los ejemplos de historia alternativa abundan, como la reciente novela de Philip Roth, “La conjura contra América”, en que un Charles Lindbergh, conocido simpatizante del nazismo, gana la presidencia de Estados Unidos y pacta con la Alemania de Hitler. O la última película de Tarantino, “Bastardos sin gloria”, ejercicio lúdico que muchos no supieron comprender y que debió merecer mejor suerte en los Óscar de este año.

Mención aparte merecen los juegos de mesa en los que la historia es dejada al azar de unos simples dados y a las habilidades con estos y para la toma de decisiones de quienes intervienen en ellos, como los famosos Risk y Stratego, clásicos entretenimientos de estrategia militar que se juegan casi como el ajedrez.

En la literatura y el cine los ejemplos de historia alternativa abundan, como la novela de Philip Roth, “La conjura contra América”, o la última película de Tarantino, “Bastardos sin gloria”

Un género que proviene de la literatura de ficción.

Para Jorge Valdez, historiador y profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Católica, la historia contrafactual o ucronía es un género proveniente de la literatura de ficción que poco a poco ha ido ganando espacio en la construcción moderna del relato histórico. “El abanico de posibilidades que abre la pregunta ¿Qué hubiera pasado si? funciona como herramienta para plantear explicaciones diferentes y novedosas, casi siempre con mira a la toma de decisiones ligada a la probabilística. Como no podemos ver el futuro, una solución es imaginar un pasado diferente —lo más verosímil posible— y analizarlo”, nos explica.

En el caso de Georgia, “lo que habría que preguntarse es si el reportaje contrafactual era necesario en un país que pocos años antes había vivido una invasión real del ejército ruso y cuyo recuerdo aún era muy sensible en la población”.

Para él, otro tema por considerar sería el de “la carga de veracidad que rodea a los espacios de noticias y el poder de los medios de comunicación, que como se ha visto en este caso —y en otros en la historia— pueden ser utilizados con fines muy lejanos al válido ejercicio de la historia contrafactual”.

Probablemente en ello no pensaron los responsables del falso reportaje sobre el supuesto ataque ruso contra Georgia. Sin medir las consecuencias de su temeraria acción, desperdiciaron la oportunidad de usar un recurso para conocer los entresijos desconocidos de la historia que sí aconteció o auscultar las posibles consecuencias de haber ocurrido de otro modo.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 21 de Marzo del 2010.

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