Mapa: isftic
Hacer clic en la imagen para ampliar.
Ningún conquistador ha sido, como el corso, objeto de tanto fervor. El infortunio y los espejismos del destierro renovaron, depuraron e intensificaron el hechizo de jornadas asombrosas para hacer olvidar los millares de muertos caídos en los campos de batalla. Francia, evocada como una deidad en el “Memorial de Santa Elena” dio al emperador el incomparable prestigio de un héroe que no conoció la vejez. General a los veinticuatro años, emperador a los treintaicinco, murió a los cincuentaidós. Novelistas y poetas (Stendhal, Balzac, Bérenger, Víctor Hugo) exaltaron sus hazañas. Él es el único rey a quien recuerda el pueblo, dijo Stendhal.
Geyl examina el caso de algunos autores anteriores a los mencionados como Chateaubriand y Madame de Stael (precursora de la literatura negra sobre Bonaparte) y dedica también un capítulo a la leyenda; pero el más compacto sector de su investigación está consagrado a los historiadores. [...] A propósito de la gélida semblanza de Napoleón que traza (Pierre) Lanfrey, Geyl la destaca y afirma que es una pintura reconocible. Pero luego se pregunta “¿está completo el personaje?”. Hay otras caracterizaciones de él que se basan en impresiones precisamente contrarias y que no carecen de verosimilitud. Lanfrey es ciego ante la grandeza de la figura aunque sea solo como creador de poder, conquistador, gobernante que estampó su sello en Francia y en Europa, es ciego ante la magnitud de su trayectoria aún mirada tan solo como una singular aventura.
La obra de Lefebvre
El libro de Geyl dedica sus páginas finales al estudio de la obra de Georges Lefebvre en la que hay una síntesis del debate y, a juicio del autor holandés, el mejor tratamiento histórico de la figura de Napoleón, aunque, por sus convicciones liberales, discrepe en algunos detalles. Este veredicto es, en lo esencial, válido hasta hoy [...].
La historia nunca podrá arribar a actitudes inconmovibles sobre un personaje como Napoleón tan intensamente agitado por las corrientes de su época. Como dice Geyl, el hecho de que exista no una unidad sino diversidad en los juicios no destruye la validez del método histórico. La ciencia en este campo sirve, primordialmente, para establecer, fijar o aclarar datos aunque no todos ellos lleguen a ser definidos de la misma manera [...]. Es imposible que dos historiadores, sobre todo en ambientes o años distintos, puedan ver a una personalidad histórica bajo una luz totalmente idéntica; y mientras más grande sea la importancia de esa figura, dichas variantes tendrán que ser mayores. Tratándose de Napoleón, ninguna inteligencia humana puede jactarse de que es capaz de abarcar, ella sola, la multiplicidad de fenómenos, de ideas, de fuerzas que lo circundan y de establecer el único, el verdadero, podríamos decir divino balance. [...] La historia es un argumentar sin fin y ello es una de sus miserias y también una de sus grandezas.
[*] El Dominical, 17 de agosto de 1969. (Fragmento)
Fuente: Diario El Comercio. Domingo 16 de agosto del 2009.
El mito de Napoleón
Por: Jorge Basadre (Historiador)
[...] Corresponde al gran historiador holandés contemporáneo Peter Geyl haber presentado la figura de Napoleón I a través de un nuevo ángulo: el estudio de los contradictorios testimonios que sobre este personaje dieron los más destacados historiadores franceses, desde los que estuvieron cerca de él en el tiempo hasta los de la tercera década de la presente centuria: [...] Con ello no solo ha empleado Geyl un método nuevo sino ha escrito uno de los más interesantes libros históricos de nuestra época [...].
El mito de Napoleón se formó después de terminada la época del Imperio, principalmente por obra del mismo personaje, en el exilio, sobre todo a través de sus conversaciones con Les Cases [...].
Pasiones
Por: Jorge Basadre (Historiador)
[...] Corresponde al gran historiador holandés contemporáneo Peter Geyl haber presentado la figura de Napoleón I a través de un nuevo ángulo: el estudio de los contradictorios testimonios que sobre este personaje dieron los más destacados historiadores franceses, desde los que estuvieron cerca de él en el tiempo hasta los de la tercera década de la presente centuria: [...] Con ello no solo ha empleado Geyl un método nuevo sino ha escrito uno de los más interesantes libros históricos de nuestra época [...].
El mito de Napoleón se formó después de terminada la época del Imperio, principalmente por obra del mismo personaje, en el exilio, sobre todo a través de sus conversaciones con Les Cases [...].
Pasiones
Ningún conquistador ha sido, como el corso, objeto de tanto fervor. El infortunio y los espejismos del destierro renovaron, depuraron e intensificaron el hechizo de jornadas asombrosas para hacer olvidar los millares de muertos caídos en los campos de batalla. Francia, evocada como una deidad en el “Memorial de Santa Elena” dio al emperador el incomparable prestigio de un héroe que no conoció la vejez. General a los veinticuatro años, emperador a los treintaicinco, murió a los cincuentaidós. Novelistas y poetas (Stendhal, Balzac, Bérenger, Víctor Hugo) exaltaron sus hazañas. Él es el único rey a quien recuerda el pueblo, dijo Stendhal.
Geyl examina el caso de algunos autores anteriores a los mencionados como Chateaubriand y Madame de Stael (precursora de la literatura negra sobre Bonaparte) y dedica también un capítulo a la leyenda; pero el más compacto sector de su investigación está consagrado a los historiadores. [...] A propósito de la gélida semblanza de Napoleón que traza (Pierre) Lanfrey, Geyl la destaca y afirma que es una pintura reconocible. Pero luego se pregunta “¿está completo el personaje?”. Hay otras caracterizaciones de él que se basan en impresiones precisamente contrarias y que no carecen de verosimilitud. Lanfrey es ciego ante la grandeza de la figura aunque sea solo como creador de poder, conquistador, gobernante que estampó su sello en Francia y en Europa, es ciego ante la magnitud de su trayectoria aún mirada tan solo como una singular aventura.
La obra de Lefebvre
El libro de Geyl dedica sus páginas finales al estudio de la obra de Georges Lefebvre en la que hay una síntesis del debate y, a juicio del autor holandés, el mejor tratamiento histórico de la figura de Napoleón, aunque, por sus convicciones liberales, discrepe en algunos detalles. Este veredicto es, en lo esencial, válido hasta hoy [...].
La historia nunca podrá arribar a actitudes inconmovibles sobre un personaje como Napoleón tan intensamente agitado por las corrientes de su época. Como dice Geyl, el hecho de que exista no una unidad sino diversidad en los juicios no destruye la validez del método histórico. La ciencia en este campo sirve, primordialmente, para establecer, fijar o aclarar datos aunque no todos ellos lleguen a ser definidos de la misma manera [...]. Es imposible que dos historiadores, sobre todo en ambientes o años distintos, puedan ver a una personalidad histórica bajo una luz totalmente idéntica; y mientras más grande sea la importancia de esa figura, dichas variantes tendrán que ser mayores. Tratándose de Napoleón, ninguna inteligencia humana puede jactarse de que es capaz de abarcar, ella sola, la multiplicidad de fenómenos, de ideas, de fuerzas que lo circundan y de establecer el único, el verdadero, podríamos decir divino balance. [...] La historia es un argumentar sin fin y ello es una de sus miserias y también una de sus grandezas.
[*] El Dominical, 17 de agosto de 1969. (Fragmento)
Fuente: Diario El Comercio. Domingo 16 de agosto del 2009.
Más que Napoleón en sí, lo importante es que bajo su mandato imperial s creó una correa de transmisión de los postulados de la Revolución Francesa a Europa y al mundo: independencia de América Latina. Por supuesto qeu tuvo muchos fallos, y a veces imperialismo puro y duro pero, será la gran figura que aceleró el desarrollo de la historia.
ResponderEliminarEl legado napoleónico a las sociedades occidentales modernas es notable. Menciono a continuación algunos de esos aportes.
ResponderEliminarEn el aspecto político:
- El nacimiento de una serie de constituciones de signo liberal moderado (Ej. el Estatuto de Bayona de España, 1808).
- La puesta en práctica del Derecho moderno.
En el aspecto militar:
- La innovación de los ejércitos y las tácticas militares.
En el aspecto social:
- El ascenso de la burguesía como nueva clase dominante frente a la nobleza y el clero.
En el aspecto económico:
- Consolidó las reformas agrarias llevadas a cabo durante la Revolución.
- Se sentaron las bases para que Francia iniciara su industrialización.
En el aspecto ideológico:
- El imperialismo napoleónico fomentó los nacionalismos, tanto el francés como el de los estados que fueron ocupados por sus ejércitos.
- Aseguró las bases de la enseñanza laica plasmada en la reforma de la Enseñanza Secundaria.