Pakistán y los problemas en el vecindario
Guillermo Giacosa (Periodista)
En las provincias pakistaníes del noroeste, hacia adonde avanza el ejército de ese país, ya hay más de dos millones de desplazados. Esta ofensiva es parte del diseño bélico que ha impuesto el Pentágono, y su cumplimiento, que busca vencer a los revitalizados talibanes, está provocando un inmenso drama humano. El más grave, según las agencias internacionales de ayuda, desde el genocidio perpetrado en Ruanda.
Se calcula que el número de desplazados aumenta en 100,000 por día. Comienzan también a llegar imágenes patéticas de niños heridos o muertos y del espanto que siembran desde el cielo, y sin ningún peligro para sus vidas, los pilotos estadounidenses. ¿Pensarán construir así, a bombazos, las futuras democracias del Medio Oriente? A pesar de que las experiencias iraquí y afgana no han resultado muy alentadoras, parecen querer insistir, en el conflictivo Pakistán, con la misma metodología. ¿No tendrán otra, o es esta la metodología aconsejada para mantener lozanas las cuentas del aparato industrial-militar?
¿Que muere gente, dice usted? Pues sí, en la guerra muere gente, pero no gente como la que murió en las Torres Gemelas. Esta es gente de un nivel menos humano y, por tanto, merece menos titulares en los diarios, menos imágenes en la televisión, menos parloteo lastimero y desvergonzado de los políticos y, por supuesto, menos o ninguna compasión.
Habrán olvidado los estrategas de estas guerras que Pakistán dispone de unas mortíferas bombas nucleares, y que su poder político, hoy considerado para con las exigencias de EE.UU., es de una fragilidad esperpéntica y podría cambiar de manos. No calculan estos estrategas de la muerte el riesgo que significa provocar a un pueblo que está más cerca de los que mueren que de los discursos de sus políticos de turno.
No hay, con Irak y Afganistán, suficiente experiencia sobre los resultados que se obtienen sembrando destrucción y muerte. ¿Por qué no aprenden? ¿Qué gen idiota les impide sacar conclusiones de las experiencias pasadas? Ninguno, me dirá usted, y me invitará a no ser tan inocente. Y tiene razón, esta no es, aunque parezca, una tara genética. Este es el producto de una sociedad cuya supervivencia depende, en gran medida, de la vitalidad de su industria de armamentos y de la necesidad de controlar los recursos energéticos que provienen de aquella parte del mundo.
La República Islámica de Pakistán es un poco más pequeña que el Perú, tiene 150 millones de habitantes y carece de petróleo. Su desgracia se origina en que su frontera con Afganistán y los vínculos de origen tribal que muchos paquistaníes mantienen con los afganos hacen que ese país ocupe una posición geopolíticamente sensible a los intereses de Estados Unidos en la región.
Obama apuntó desde un principio a Afganistán, por ser el país donde se habría pergeñado el 11-S, y Pakistán, vecino y hasta connacional en algunos aspectos de ese país, no podía quedar fuera de la estrategia destinada a eliminar a los talibanes.
Fuente: Diario Perú 21. Viernes 22 de mayo del 2009.
Guillermo Giacosa (Periodista)
En las provincias pakistaníes del noroeste, hacia adonde avanza el ejército de ese país, ya hay más de dos millones de desplazados. Esta ofensiva es parte del diseño bélico que ha impuesto el Pentágono, y su cumplimiento, que busca vencer a los revitalizados talibanes, está provocando un inmenso drama humano. El más grave, según las agencias internacionales de ayuda, desde el genocidio perpetrado en Ruanda.
Se calcula que el número de desplazados aumenta en 100,000 por día. Comienzan también a llegar imágenes patéticas de niños heridos o muertos y del espanto que siembran desde el cielo, y sin ningún peligro para sus vidas, los pilotos estadounidenses. ¿Pensarán construir así, a bombazos, las futuras democracias del Medio Oriente? A pesar de que las experiencias iraquí y afgana no han resultado muy alentadoras, parecen querer insistir, en el conflictivo Pakistán, con la misma metodología. ¿No tendrán otra, o es esta la metodología aconsejada para mantener lozanas las cuentas del aparato industrial-militar?
¿Que muere gente, dice usted? Pues sí, en la guerra muere gente, pero no gente como la que murió en las Torres Gemelas. Esta es gente de un nivel menos humano y, por tanto, merece menos titulares en los diarios, menos imágenes en la televisión, menos parloteo lastimero y desvergonzado de los políticos y, por supuesto, menos o ninguna compasión.
Habrán olvidado los estrategas de estas guerras que Pakistán dispone de unas mortíferas bombas nucleares, y que su poder político, hoy considerado para con las exigencias de EE.UU., es de una fragilidad esperpéntica y podría cambiar de manos. No calculan estos estrategas de la muerte el riesgo que significa provocar a un pueblo que está más cerca de los que mueren que de los discursos de sus políticos de turno.
No hay, con Irak y Afganistán, suficiente experiencia sobre los resultados que se obtienen sembrando destrucción y muerte. ¿Por qué no aprenden? ¿Qué gen idiota les impide sacar conclusiones de las experiencias pasadas? Ninguno, me dirá usted, y me invitará a no ser tan inocente. Y tiene razón, esta no es, aunque parezca, una tara genética. Este es el producto de una sociedad cuya supervivencia depende, en gran medida, de la vitalidad de su industria de armamentos y de la necesidad de controlar los recursos energéticos que provienen de aquella parte del mundo.
La República Islámica de Pakistán es un poco más pequeña que el Perú, tiene 150 millones de habitantes y carece de petróleo. Su desgracia se origina en que su frontera con Afganistán y los vínculos de origen tribal que muchos paquistaníes mantienen con los afganos hacen que ese país ocupe una posición geopolíticamente sensible a los intereses de Estados Unidos en la región.
Obama apuntó desde un principio a Afganistán, por ser el país donde se habría pergeñado el 11-S, y Pakistán, vecino y hasta connacional en algunos aspectos de ese país, no podía quedar fuera de la estrategia destinada a eliminar a los talibanes.
Fuente: Diario Perú 21. Viernes 22 de mayo del 2009.
Es un escenario muy complejo ese del Oriente Próximo. El Islam, para los que no lo conocen, es un aglutinador inmenso de las masas. Una caja de Pandora que aún no se ha abierto del todo. Y esperemos que no se abra nunca, porque salpicaría a todo el orbe.
ResponderEliminarEse lado occidental de Pakistán, frontera con Afganistán, ha sido desde siempre lugar conflictivo: los fué hasta antes del Islam, con el mismo Alejandro Magno. Sus tribus han sido y son indomables.
En el siglo XIX, en la época del imperialismo europeo, los británicos se llevaron dos sendas palizas: una en los años 40, se vieron asediados en Kabul y en su evacuación murieron todos, incluídas mujeres y niños del cuerpo diplomático, solo se salvó un soldado al galope desesperado.
En 1878 también. Se habían olvidado de aquella funesta derrota y volvieron a las andadas: otro regimiento británico fue aniquilado y se desisitió de vover a intentarlo desde la India.
En el siglo XX ya vimos todos la salida con las orejas gachas de los soviéticos y, en el XXI, de los yankees.
Como se ve, una Caja de Pandora. Y on Bin Laden oculto ahí según se creen los de la CIA.
Situación de Afganistán y Pakistán
ResponderEliminarLa guerra de Vietnam duró 14 años, la guerra en Afganistán lleva ya 8 años. Parece que los siniestros halcones de Washington, aun no aprenden de la historia.
Cuál es el verdadero objetivo del ataque a Afganistán, evidentemente no es llevar la democracia occidental a esta parte de Oriente. Tal vez podamos dividir los objetivos, principalmente en dos:
a.Lograr el control político y militar sobre un territorio con importancia estratégica para el suministro energético.
b.Posibilidad de ejercer presión sobre Rusia, país limítrofe con Afganistán, (como se sabe, la madre Rusia ya conoce de invasiones frustradas en este territorio)
Ciertamente los pretextos para justificar los bombardeos y muertes son variados:
1.Implantar la democracia a la occidental en un país de tradición teocrática.
2.Acabar con las grandes plantaciones de amapola.
Sin embargo, es vox populi, la ilegitimidad de la elección del presidente afgano Karzai (ex empleado de una empresa estadounidense), quien es aliado del gobierno norteamericano y es respaldado por la OTAN.
No se recuerda que las plantaciones de amapola habían prácticamente desaparecido con los talibanes y renacieron con la seudo democracia encabezada por Karzai.
Los talibanes son detestables, pero la invasión y matanzas estadounidenses solo han logrado fortalecerlos.
Los hechos recientes en Pakistán, deben alarmarnos, pero como es costumbre, los grandes medios de comunicación guardaran silencio (cómplice) o solo hablaran a media voz.
Saludos.