domingo, 26 de enero de 2014

Maniqueísmo en la historia peruana.

La obra de Theodor de Bry es característica de la propaganda antiespañola que surgió en países protestantes como Holanda e Inglaterra.
 
MANIQUEÍSMO E HISTORIA
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Eddy Romero Meza
 
Como se sabe el maniqueísmo es la tendencia a dividir las cosas entre lo bueno y lo malo en términos absolutos, sin tomar en cuenta matices o alguna consideración. Algunos consideran que el maniqueísmo es hermano del fanatismo, tío del fundamentalismo y padre del mesianismo. Lo cierto es que es hijo de una moral religiosa, aquella fundada por el profeta persa Mani en el siglo III.
 
Históricamente el establecimiento de divisiones maniqueístas está ligado a finalidades de legitimación y prestigio, basadas en el desplazamiento o descalificación del otro. El maniqueísmo puede presentarse bajo distintas formas: religioso, político, revolucionario, etc; y se caracteriza por estigmatizar a un grupo sobre la base de imágenes negativas (prejuicios), resaltando a su vez las virtudes, bondades y derechos del grupo opuesto.
 
Demonizar al contrario provoca así divisiones profundas y duraderas en las sociedades. En el caso peruano se puede mencionar ejemplos diversos, por los cuales grupos determinados han sido idealizados o abominados dentro del imaginario colectivo nacional.
 
Quizás el mayor sea el originado por la contraposición entre españoles e indios. Un maniqueísmo basado en un hecho dramático como fue la cruenta invasión y conquista de América, pero que termino por convertir a los indígenas americanos en la figura del “buen salvaje” y a los españoles en las “bestias negras”. De esta manera los indígenas americanos, descritos como seres humanos en estado de naturaleza, virtuosos, amables, ingenuos y confiados, serán presentados como perfecto contrapunto de sus conquistadores, descritos como abyectos, sanguinarios, torturadores, entregados a la codicia y al fanatismo, resumen de todos los vicios y degeneración del hombre civilizado.
 
El gran problema de esta manifestación de maniqueísmo peruano (y americano) es que nos lleva a extremos, expresados en frases tales como: “los españoles fueron lo peor que le pasó a América”, “todo se arruinó cuando llegaron los españoles”, “el Perú se jodió con la conquista española”. Expresiones que cobran sentido en un imaginario traumatizado por los horrores de la conquista y la posterior explotación colonial, pero que invisibilizan o soslayan la realidad histórica de los conflictos internos de sociedades como los aztecas e incas; la crueldad de las practicas rituales y de guerra de algunos pueblos originarios, así como también toda la legislación española de protección a los aborígenes (Leyes de Indias). Comparativamente la colonización inglesa, belga y francesa resultaron más sangrientas, sin embargo la “Leyenda Negra” española se impuso y la “memoria herida” americana permanece (1).
 

El Perú creó un nacionalismo negativo a partir de la Guerra con Chile.

Nelson Manrique: ‘Sea cual sea el fallo, cierra un capítulo fundamental’

CARMEN MENDOZA ARANA, cmendoza@peru21.com

A pocas horas para conocerse la decisión de la Corte de La Haya, Nelson Manrique recuerda lo que significó la Guerra del Pacífico y da una mirada al impacto que tendrá el fallo en la identidad nacional. Afirma que sea cual sea la sentencia se cierra un capítulo fundamental de la historia y los peruanos y chilenos deben estar convencidos que será ventajosa para todos. Además, resalta la madurez política del presidente Ollanta Humala y de otros líderes, a excepción de Alan García.
 
Comencemos hablando de historia ¿Cómo marcó la identidad de los peruanos la Guerra del Pacífico?
Creo que fue el evento decisivo para la constitución de una conciencia nacional peruana. La independencia tuvo poco impacto para la mayoría. Después del alzamiento de Túpac Amaru, las élites peruanas tenían mucho miedo a una guerra de castas y no incorporaron como protagonistas a los indígenas. La Guerra del Pacífico es el primer evento que involucra a todos los peruanos, que tiene resonancia nacional. Para la defensa de Lima se movilizan desde Tarapacá, Arica, Tacna, Tumbes, Piura, Iquitos, Puno.
 
¿Cómo se formó esa conciencia nacional?
El sentimiento, la conciencia nacional, tiene dos vías de construcción. Una de ellas es la vía negativa, sobre todo en sociedades muy fragmentadas, muy heterogéneas internamente. Lo que nos hace peruanos es el enemigo común, el invasor, el ladrón que viene a robarnos. Ese papel cumplió Chile: creó un nacionalismo negativo. Hay que recordar que Chile, luego de la derrota del Ejército peruano en San Juan y Miraflores, en enero de 1881, permaneció aquí hasta agosto de 1884. Estuvo tres años y medio en el Perú, con expediciones de saqueo y rapiña.
 
Lo que recuerda la pérdida de territorio, nos marcó…
Cuando comenzó la guerra nosotros ni siquiera teníamos frontera con Chile, nuestra frontera era con Bolivia, que perdió todo su litoral. Nosotros perdimos nuestro departamento más rico. Para dar una idea de lo que esto significa, un historiador chileno muestra que para 1880, cuando comenzó la guerra, el salitre aportaba al presupuesto nacional chileno un 5%, para 1885, después de la guerra, aportaba el 52%.
 
Han pasado 135 años ¿por qué no se cerraron las heridas emocionales?
En parte, por la dificultad de construir un nacionalismo positivo. Cuánto más elementos hay de comunidad, menos necesitamos de un enemigo para sentirnos peruanos.
 
Ya no miramos a Chile de esa forma…¿o sí?
Creo que bastante menos, hay mucho más elementos de comunidad nacional que hace 50 años. Es interesante comparar la experiencia del Perú con Ecuador. Chile cumple para el Perú, la función que el Perú cumplió para Ecuador durante mucho tiempo. Es decir el enemigo que nos unifica, pero por la incapacidad de ser una comunidad. Hay demasiada desigualdad en el país. Hay gente que solo tiene derechos y hay gente que solo tiene deberes.
 
Tras el fallo, ¿se imagina muy cercano o lejano el momento en que Chile y el Perú dejarán todos los resquemores y revanchismos?
Creo que será necesario un tiempo para el trabajo pedagógico. Acá está de por medio no solo ese trozo de mar, sino un conjunto amplio de cosas. Hay que hacer un balance para sopesar los beneficios y desventajas y, largamente, pesan los beneficios de la relación en común. Un buen ejercicio es pensar en lo que sucedió cuando se terminó de delimitar la frontera con Ecuador. Recuerdo la casi histeria que se generó, en algunos sectores, por el kilómetro cuadrado de Tiwinza. Pasado ese período, los hechos mostraron, muy rápidamente, la gran ventaja que supuso, para los dos países, cerrar ese capítulo. Diría que la relación con Ecuador va por una excelente vía y eso fue beneficioso para todos. Espero que suceda lo mismo con Chile, cerrado este capítulo.
 
¿El paso a la siguiente etapa será así de rápido?
No se puede decir. Deseo que sea lo más corto posible, pero depende de cosas que son contingentes. Por ejemplo, en Chile, en 1970 llegó al poder Salvador Allende y, en el Perú, estaba Velasco Alvarado. Hubo una gran distensión y una buena relación, pero, un golpe militar derribó a Allende y subió (Augusto) Pinochet y dos años después estuvimos en alerta roja, al borde de la guerra.
 
¿Para usted se puede individualizar al padre de la demanda marítima?
Yo reconozco méritos a Alan García, a Alejandro Toledo y a Ollanta Humala. Los tres tienen un mérito que no hay que retacear y es confortante saber que se hizo política de Estado y no de Gobierno en este tema. Si pudiésemos seguir una línea semejante en otros asuntos, como la educación y la seguridad, podríamos avanzar mucho más rápidamente como nación.
 
A propósito ¿Qué piensa de la actitud de Alan García, que reiteradamente, pide que se embandere las viviendas?
Son cosas lamentables. Precisamente, esta semana debiera ser de máxima unidad. Es lamentable que comience con lo del embanderamiento, luego siga con la inoportuna idea de lanzar su candidatura presidencial. Son cosas que dividen. Creo que no le costaba nada hacer su mitin en el Callao la próxima semana. Es el intento de obtener beneficios personales, sin pensar en los intereses del Perú.
 
Casi todos los días, el líder aprista lanza mensajes sobre el próximo fallo y habla de unidad…
‘La unidad detrás de mí que tuve la idea’, se trata de eso. Más bien, los líderes deberían guardar un perfil bajo. Todos somos peruanos y tenemos interés que esto salga. El ‘yo, yo, yo’ no ayuda a la unidad.
 
¿Leyó el poema de García “Morro Solar, enero trece”?…
Sí, desgraciadamente (risas)…
 
¿Considera, como algunos, que solo aglutinó palabras?
Todos hemos hecho poesía en la adolescencia, pero ya maduramos sabemos si tenemos la musa o no.
 
Entonces ¿piensa que es una poesía de adolescentes?
Digo que podía haberse retirado en la adolescencia. Esto está bien para un escolar, sinceramente. El tema es patriotero y las metáforas son lamentables.
 
¿Esa actitud le sirve políticamente al líder aprista, le dará réditos electorales o tendrá un efecto bumerán?
Creo que cada vez está más en cuestión el mito de ‘García, gran político’. Tres desastres electorales acumulados, como la elección presidencial en la que terminaron sin candidatos, la alcaldía de Lima y la revocatoria. Y esto tampoco le rendirá réditos, tendrá que revisar sus estrategias. Las próximas encuestas lo confirmarán.
 
En general ¿cómo evalúa el comportamiento del resto de la clase política? ¿Dio realmente muestras de unidad o fue solo para las cámaras?
En general, ha sido positiva y madura, y por eso resalta una voz discordante. Creo que no ha sido para la foto, sino de conciencia. Es un punto a favor de la madurez de nuestra clase política.
 
Salvo una excepción, usted elogia a los políticos. ¿El presidente Ollanta Humala también se comportó a la altura de la circunstancias?
Sí, tanto al ratificar al equipo que heredó del presidente Toledo, como al buscar estos gestos de unidad con los dirigentes de los partidos políticos.
 
Pensemos en el día de la sentencia. ¿Cómo se imagina a los peruanos después de conocer la decisión de la Corte?
Creo que habrá una enorme expectativa y espero que tengan una reacción tranquila. Hay que tener presente que, sea cual sea el fallo, cerramos un capítulo que es fundamental. Para crear una Nación, un factor fundamental es definir cuál es el territorio nacional, en qué espacio el Estado puede ejercer legítimamente soberanía. Hemos demorado casi 200 años para esto y debió haber sido el punto de partida para la fundación de la Nación. Cerremos bien este período, con madurez. Eso permitirá avanzar con agendas conjuntas mucho más productivas.
 
¿Y usted qué espera del fallo?
Lo espero confiado. Para los gobiernos de Perú y Chile es un período delicado porque, sea cual sea, el fallo no dejará contentos a todos. Hay un principio básico del buen negociador y es que la mejor solución es aquella que no deja contento a nadie, pero, al mismo tiempo, no deja a alguien tan descontento como para desconocerlo. Entonces, habrá gente que se centrará en el vaso medio lleno y otra en el vaso medio vacío. Lo fundamental, es que la mayoría de la población de los dos países esté convencida de que es ventajoso para todos.
 
¿De qué manera ayudará el cierre de esta historia en la identidad de los peruanos?
Culminamos con una agenda pendiente, lo que permitirá destinar una serie de recursos a otras actividades. En la medida que logremos construir un país más integrado y que podamos dar mejores servicios y haya una mejor educación, podrá subir la autoestima. Esto serviría para no echarle la culpa al vecino y para ver nuestras propias responsabilidades.
 
¿Por qué nos demoramos tanto para llegar hasta lo que estamos viviendo ahora?
Es interesante comparar qué pasó entre Chile, Perú y Bolivia y qué pasó entre Alemania, Francia, Inglaterra, etc. En las dos guerras mundiales, se cometieron terribles atrocidades. En la primera guerra se estima entre 6 a 20 millones de muertos y en la segunda entre 60 a 150 millones. Pero 50 años después tenían la Unión Europea. Mientras tanto, nosotros tenemos dos siglos ahogándonos en retórica.
 
¿Cuál fue la diferencia?
Entre otras cosas, en Europa tuvieron la feliz idea de crear comisiones conjuntas de historiadores para forjar una historia que hiciese justicia a todas las partes. Uno lee la historia de la Guerra del Pacífico en Perú, Chile y Bolivia y parecen mundos distintos. Es necesario avanzar a visiones conjuntas y maduras. Como dije ,nos ahogamos en retórica porque el nacionalismo negativo fue muy útil políticamente. El punto es pasar del nacionalismo negativo al nacionalismo positivo. Tenemos elementos en común que nos sentimos peruanos sin necesidad de un agente exterior.
 
Ya estamos en el nacionalismo positivo…
Estamos avanzando en esa dirección. Pero hay demasiada desigualdad en el país y eso se expresa, por ejemplo, en la privatización de los espacios públicos. Si se compara Lima de hace 30 ó 40 años, con la actual, esto parece una ciudad de correccionales, llena de rejas, con sensación de peligro inminente, cierre de espacios. Todavía falta para que seamos una comunidad nacional.
 
OTRAS FRASES
 
- “A los políticos les recomiendo una actitud reflexiva, que ayuden a la población a entender el fallo. No es conveniente exaltar los ánimos”.
- “La unidad económica con Chile es un factor positivo de distención, pero llamo la atención que esto todavía está a nivel de élites”.
- “Hay, inevitablemente, en Perú y Chile, grupos que están en la onda del revanchismo, pero no es la tendencia dominante”.
 
CHILEACATARÁ
 
- El historiador Nelson Manrique confía en que el Gobierno de Chile sí acatará el fallo de la Corte Internacional de La Haya.
- Sin embargo, reconoció que algunos sectores podrían estar a favor de dilatar el cumplimiento de
dicha sentencia.
- “Hay la posibilidad de que algunos políticos traten de aprovechar esto, pero el fallo no dejará contento a todos. Lo que importa es cuál será la tendencia dominante. Yo confío en que sí acatará”, señaló.
- Dijo que el diputado chileno Jorge Tarud, quien pidió que Chile se retire del Pacto de Bogotá, es una voz minoritaria en este momento.
- “Puede darle réditos políticos, pero la cuestión es cuál es el espacio en que se mueve políticamente hablando, no me parece que sea el dominante en Chile”, aseveró.
- Consideró, además, que no es momento de pensar en gestos por parte de Chile después del fallo. Dijo que se debe ir paso a paso, empezando por su cumplimiento.
 
Fuente: Diario Perú 21. 26 de enero del 2014.

La leyenda "negra" de Arequipa en la guerra con Chile.


Arequipa y la leyenda "negra" durante la guerra con Chile

Las bromas que corren en el país sobre la Ciudad Blanca es una supuesta sumisión ante el enemigo. En esta nota el historiador Juan Guillermo Carpio desmiente esa versión y acusa a Montero de abandonar la ciudad y dejarla a merced de los chilenos. Sin liderazgo hubo desconcierto y caos.
 
Elizabeth Huanca Urrutia

Arequipa
 
El 12 de setiembre de 1983, la extinta revista Oiga publicó un artículo anónimo: “Arequipa se rindió sin luchar con los chilenos”. El informe denunciaba que el pueblo arequipeño permitió el ingreso e instalación de la tropa “enemiga” a la ciudad sin oponer resistencia.  
 
El informe del semanario se apoyó en cartas de excombatientes de guerra que aseguraban una supuesta cobardía de los arequipeños durante la toma de la ciudad, el 29 de octubre de 1883. Para el historiador arequipeño Juan Guillermo Carpio Muñoz, esta versión carece de veracidad, tiene vicios y vacíos aberrantes.  
 
 “La leyenda negra de Arequipa no tiene ningún fundamento (…) quienes dicen eso son ignorantes de la historia”, afirma tajante Carpio Muñoz, mientras conversamos en el cuarto piso de su casa ubicada en el barrio de San Lázaro. Desde ahí se observa la cúpula de la Iglesia San Agustín. Este recinto sirvió como caballeriza para los chilenos cuando ocuparon Arequipa entre 1883 y 1884. Este templo no fue el único vejado durante la guerra, los chilenos levantaron sus cuarteles en iglesias de Sachaca y Tiabaya. Permanecieron 300 días en la ciudad.  
 
Arequipa y la guerra 
 
El 25 de octubre de 1883, la  Ciudad Blanca era tierra de nadie. Había desorden y caos en las calles. El alcalde Diego Butrón fue asesinado por una turba de enloquecidos pobladores. Butrón apoyaba la corriente de ceder territorio a Chile  a cambio de la paz. Por eso lo mataron, dice Carpio Muñoz.
Sin embargo,  dos días antes, el ministro arequipeño Mariano Nicolás Valcárcel, firma una carta que comunica el acuerdo entre autoridades militares y de gobierno que residían en la ciudad. Harían resistencia a la ofensiva chilena.
 
 Inexplicablemente, los planes cambiaron. De acuerdo a Carpio Muñoz, el 26 de octubre los militares liderados por el contraalmirante piurano y vicepresidente del Perú, Lizardo Montero, huyeron a Puno, dejando a la ciudad desguarnecida. “Lo que hubo en Arequipa no fue cobardía, lo que hubo fue desconcierto, confusión y falta de un plan para defenderla”, señaló el exdiputado Javier de Belaunde, en un reportaje de octubre de 1983, hecho por “Caretas”, que  mostró la otra cara de la versión de Oiga.
 
Arequipa, la capital
 
Según Carpio Muñoz, luego que el Ejército Chileno ocupó Lima en 1881, buscó sin éxito un tratado de paz que consagrase sus ambiciones territoriales (apropiarse de Arica, Tarapacá y Tacna). Entonces propició una Junta de Notables que el 22 de febrero de ese año eligieron al jurista arequipeño Francisco García Calderón como presidente del Perú. Este no favoreció los planes chilenos y buscó mantener la integridad territorial. Por ello lo apresaron y enviaron a Chile el 6 de noviembre. Días antes de su caída, García designó a Lizardo Montero como vicepresidente. Este decidió establecer su gobierno en Arequipa, ungida como capital del Perú debido a su posición estratégica. Montero ingresó junto a otros militares a la ciudad sureña el jueves 31 de agosto de 1882. Ese mismo día, el general cajamarquino, Miguel Iglesias –jefe militar del Norte- se rebeló contra Montero. Su acto, conocido como el grito de Montán, planteaba el reconocimiento de la derrota de la guerra y la firma de la paz con cesión de territorio. 
 
El hecho fue condenado por varios pueblos, incluido Arequipa, que se negaron a aceptar la mutilación de la patria. Montero vivió 14 meses en la ciudad. En ese lapso, a decir de Carpio, la población se organizó para mantener a las tropas peruanas y los militares. “Arequipa jugó un papel heroico fundamental. Participó de forma activa en la campaña del sur, con varios batallones de jóvenes y mantuvo al gobierno de Montero”, remarca el historiador. 
 
En setiembre de 1883, el ejército enemigo decidió tomar la Ciudad Blanca. Montero, pese a aseverar que harían resistencia, usó tácticas de defensa desconcertantes, como ordenar el retiro de tropas asentadas en Moquegua, lo que permitió el avance de los chilenos hacia territorio mistiano.
 
Ante la inminente ocupación, el cuerpo consular, integrado por empresarios que vivían en Arequipa, entre ellos Enrique Gibson, dialogaron con Montero para que evite enfrentamientos dentro de la ciudad. Este rechazó el  pedido, sin embargo ordenó el desarme de la Guardia Nacional, integrada por civiles arequipeños. Los soldados tomaron el acto como traición. Ello desató una rebelión y el caos de la población, que terminó con la huida del dignatario y el abandono de la ciudad a su suerte. A su huida, las picanteras le lanzaban agua hirviendo que utilizarían para la preparación de la chicha de jora. como señal de repudio.
 
El 27 de octubre, Enrique Gibson envió una carta al jefe de la expedición chilena, José Velásquez, para sostener una reunión en Paucarpata, antes que ocupe la ciudad. La cita concluyó con un acta que decía: “que a causa de la retirada del Ejército (peruano) y el abandono del gobierno, el pueblo de Arequipa se vio en la necesidad de reorganizar sus autoridades, adhiriéndose a la causa de la paz por creer imposible su resistencia (…) por lo que representantes de Arequipa ponen la ciudad a disposición del jefe del Ejército Chileno, esperando que se ciña a los principios de derecho de gentes”. Iglesias había firmado nueve días antes el Tratado de Ancón. 
 
Los mártires de Quequeña y la Higuera en Cayma
 
Dos pruebas concretas de que Arequipa se mantuvo rebelde a la ocupación de Chile son los episodios de Quequeña y Cayma. 
 
El primero ocurrió el 24 de noviembre de 1883, cuando el sargento Francisco Agustín Román y dos soldados (Juan Fernández y Francisco Valdebenito)intentaron abusar de una pobladora de Quequeña. Los lugareños, mataron a dos de ellos y el tercero huyó con vida. El hecho tuvo represalias y concluyó con el fusilamiento de seis pobladores. Otro hecho involucra a los mártires de la Higuera: Ángel y Pío Talavera, Mariano Huanqui y Mariano Huamán, asesinados por soldados al resistirse al robo de sus animales y ganancias. El hecho ocurrió en Cayma. "La población vivió con rabia los días de ocupación, por eso es un error decir que hubo sumisión", comenta Carpio. 
 
Añade que Arequipa ofreció héroes como Manuel Ugarte, Isaac Recabarren, Clodomiro Chávez, Sebastián Luna, Carlos Llosa (pariente de MVLL), Juan Antonio Portugal, Mariano Bustamante, Manuel Jesús Osorio. etc.  
 
Fuente: Diario La República. 26 de enero del 2014.

sábado, 25 de enero de 2014

El Perú y los problemas de autoestima y sentimientos de duelo ante la historia con Chile.

 
Max Hernández: “Aquí, el fallo moviliza sentimientos muy fuertes”

Juan Pablo Sallaberry

Revista Qué Pasa
Chile

El psiquiatra Max Hernández ha estudiado desde el punto de vista del psicoanálisis los efectos de la Guerra del Pacífico en la sociedad peruana. Diagnostica problemas de autoestima y sentimientos de duelo. A su juicio, un fallo favorable de La Haya es el camino para iniciar la reparación. 

En Chile hay interés respecto al fallo de La Haya, pero al parecer en el Perú esto genera una pasión y conmoción mucho mayor, que implica más que el límite marítimo. ¿Por qué?
Yo creo que implica mucho más. Implica una capa de la cual no todos tenemos conciencia. Moviliza afectos tempranos, moviliza sentimientos muy fuertes, es decir, está la idea de que luego de tanto tiempo se ha encontrado una fórmula pacífica, una formula civilizada de hacer valer lo que sentimos, lo que son nuestros derechos, eso puede explicar la diferencia de sentimientos frente a este fallo. Por otro lado, en esta decisión, que empezó con la presentación del presidente Alejandro Toledo de las líneas de base, continuó con Alan García llevando la demanda a La Haya y concluye con Humala, por primera vez es una suerte de fruto visible de una política de Estado. Hay una sensación de que aquí estamos de acuerdo todos.
 
¿Qué significaría para Perú, desde el psicoanálisis, un fallo favorable en La Haya?
Un reconocimiento de los planteamientos que ha hecho el Perú podría tener un valor bastante importante. Creo que esos gestos simbólicos tienen un poderoso sentido. En mi libro lo que he intentado hacer es ver el revés de la trama de una encrucijada política, social, cultural, que fueron la Guerra del Pacífico y los años posteriores. Un tejido cuyo revés tenemos que mirar para destejer los nudos que nos afectan a ambos lados. La guerra y la ocupación dejaron una secuela melancólica en el Perú, un sentimiento de rabia contra el propio país por no haber actuado de otra manera. Cuando en un país se pierde una guerra y hay cesión territorial, hay un sentimiento de pérdida, incluso mutilación. Por otro lado, el comportamiento de los soldados durante la ocupación no fue el comportamiento más generoso ni humano, y entonces esas historias han quedado grabadas.
 
¿A qué se refiere cuando habla de la rabia narcisista de Perú respecto a Chile?
Ese es un concepto que formuló el psicoanalista austriaco Heinz Kohut. Lo que a él le llamaba la atención eran ciertos sentimientos en lo cual la rabia, al no poder tener expresión hacia fuera, rebotaba contra la propia persona.
 
¿Pero por qué estos sentimientos han perdurado por más de un siglo, pese a que han cambiado las generaciones?
Quedó con fuerza una narrativa del horror de lo que fue la guerra, que duró cinco años, lo que es mucho para América Latina, y se sintió como una injusticia que no se realizara el plebiscito en Tacna y Arica. Desde fines de la guerra hasta el tratado del 29 hubo 50 años en que se subrayaba el abuso, en momentos que Chile y Perú construíamos identidades nacionales. Nosotros teníamos la tarea dolorosa de construir una identidad post pérdida de nuestro territorio y en Chile, por el contrario, la construcción de una nación victoriosa, el triunfo de la nación en armas.
 
¿Y la modificación de límites sería una suerte de reparación?
En alguna medida sí. Podríamos sentir que cosas que creemos son justas son reconocidas. Y más que lo que La Haya sentencie, la respuesta de Chile será muy importante para nosotros. Si hay una respuesta en que valora el fallo como justo, aunque sea negativo, podría abrir en el futuro próximo posibilidades de una mayor comprensión e integración entre nuestros pueblos. Así como los peruanos estamos tratando de superar esa melancolía, ese duelo, esa rabia narcisista, esos resquemores que han durado mucho, sería interesante que se pudiera explorar de los pensadores chilenos cómo se fue afirmando esa especie de sentimiento de superioridad, una historia de ego ampliado, la transición del legítimo orgullo nacional a una suerte de soberbia con respecto a los vecinos bolivianos y peruanos.
 
En su libro plantea la necesidad de revisar la historia, para escribirla en conjunto.
Para mí lo fundamental sería que pudiéramos construir una suerte de narrativa conjunta –la narrativa de un terrible pleito de familia, si me permite otra metáfora de inspiración psicoanalítica–. En mi texto siempre uso la idea de que la palabra historia significa dos cosas, por un lado, lo qué pasó, y por otro, la narración de lo que pasó. Yo buscaría una narrativa sin adjetivos denigrantes del uno o del otro lado, una historia que resalte momentos de enorme apertura y caballerosidad y no solo que ustedes hablen de lo que pasó en la batalla de Concepción como una suerte de ferocidad peruana y que nosotros hablemos del repaso a los caídos en la guerra.  Lo que quisiera de La Haya, más que movilizar chovinismos, fuera más bien decir, caramba, vamos a procesar todo esto, vamos a elaborar creativamente esto y hagamos cosas en conjunto que muestren que las fronteras son cosas artificiales en América del Sur, como han resultado ser en Europa.

Fuente: La República. 25 de enero del 2014.

Jorge Ortiz. La batalla de Miraflores (1881).

Historia En enero de 1881, valerosos limeños se inmolaron ante la invasión del ejército chileno. Extractos de “Apuntes sobre la Batalla de Miraflores”de Jorge Ortiz Sotelo.

Miraflores Heroica

Jorge Ortiz Sotelo
La batalla se dio el 15 de enero. Las bajas peruanas en Miraflores fueron cercanas a los 3,000 mientras que los chilenos admitieron 2,141. Tras victoria chilena, Miraflores fue saqueada.
 
La segunda línea de defensa de la capital se iniciaba en la quebrada de Armendáriz, seguía por las casas de las haciendas La Palma, Calera de la Merced, Mendoza y norte de Monterrico. Como no había elevaciones notables a lo largo de su trazo, se realizaron algunos trabajos para construir 10 reductos, distanciados entre 600 y 1000 metros entre sí, y unidos por tapias o cortos parapetos con sacos de arena. Sin embargo, al momento de la batalla solo los primeros seis estaban medianamente concluidos.

Los reductos eran “simples obras de tierra, unos con parapetos de sacos terreros y otros solamente de tierra apisonada, en los cuales se habían montado algunas piezas de artillería”.1 Tenían forma más o menos pentagonal, con foso sin agua por las partes que daban hacia el sur, y una estacada cerrando el recinto de la plaza por la parte que daba a Lima.

Sobre el Reducto Nº 2 señala un testigo de la época: “Cuando acampamos en él se hallaba a medio hacer; no tenía concluida la trinchera que daba frente a la campaña ni la del costado izquierdo tampoco y en cuanto a la derecha solo había tierra y piedras hacinadas en desorden”.2 Para completar los trabajos en dicho reducto se contrató una cuadrilla de peones asiáticos, pero el dinero recolectado en el Club Nacional alcanzó para pocos días, por lo que el batallón Nº 4, asignado a su defensa, debió poner manos a la obra para completarlo, despejando además el frente de su posición para restarle abrigo al enemigo. (…)

Plano de las batallas Chorrillos y Miraflores
El general de brigada Pedro Silva fue quien envió a Piérola el parte de batalla.
 
Para completar la imagen del campo de batalla, es conveniente señalar que el terreno que separaba a ambos ejércitos estaba dividido por numerosas chacras, con linderos formados por tapias y muros que dificultaban tanto un avance desplegado como un buen campo de tiro. Sobre el centro de la línea se extendían las pampas de La Palma, donde en 1855 se había definido la guerra civil entre Castilla y Echenique.

El ejército replegado de San Juan fue reorganizado en tres cuerpos: el primero a cargo del coronel Cáceres, el segundo a órdenes del coronel Suárez y el tercero bajo el mando del coronel Justo Pastor Dávila. Estos cuerpos de ejército deberían defender los espacios abiertos entre los reductos del 1 al 4, los que a su vez estarían a cargo de batallones del Ejército de Reserva.

Este ejército estaba formado por unos 6,000 hombres, bajo el comando del coronel Juan Martín Echenique, organizados en dos cuerpos de ejército. El I Cuerpo contaba con 8 batallones y estaba al mando del coronel provisional Pedro Correa y Santiago, mientras que el II Cuerpo tenía 11 batallones, y se hallaba a órdenes del coronel provisional Serapio Orbegoso. También había algunos voluntarios, entre ellos un joven cubano que luchó en el Reducto Nº 2, y 18 estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia. Asimismo, según el testimonio de un combatiente, en el Reducto Nº 1 habían hecho una choza de paja, donde tenían a un prisionero chileno del batallón Esmeralda. Ya antes de la batalla se había hecho amigo de todos en la choza, al punto que durante el combate pidió un fusil y se batió por el lado peruano.

Al replegarse de la primera línea defensiva, Piérola instaló su cuartel general en la quinta de Guillermo Schell, alcalde del pueblo de Miraflores, y el mismo día 13 por la tarde convocó a los jefes de las unidades de línea y de reserva para conocer el ánimo combativo de sus tropas. Si bien no existe unanimidad en las fuentes consultadas, fueron muy diversas las respuestas a esa inquietud, pero con base en ellas se acordó presentar batalla al enemigo. Esa misma mañana se había dispuesto que vinieran del Callao los batallones Guarnición de Marina y Guardia Chalaca, así como la columna Celadores del Puerto, incorporándolos al Cuerpo de Ejército del coronel Cáceres.5


En la mañana del día 14 de enero el ministro chileno Vergara y el general Baquedano propusieron a Piérola llevar a cabo negociaciones de paz. Aparentemente buscaban ganar tiempo para rehacer sus tropas después de los desmanes en Chorrillos. La propuesta exigía la desocupación de las defensas de Miraflores antes de tratar sobre las condiciones de paz, pero Piérola consideró necesario conocer esas condiciones antes de acceder. Por tal razón, pidió al Cuerpo Diplomático residente en Lima que interviniese para abrir las conversaciones con Baquedano.6 Presididos por Jorge Tezanos Pinto, representante de El Salvador y decano del Cuerpo Diplomático, los ministros de Francia y Gran Bretaña se reunieron primero con Piérola y luego enviaron dos emisarios al campamento chileno para pedir una entrevista con su comandante en jefe. Dicha entrevista fue concedida para las 7 de la mañana siguiente. Horas antes, los referidos ministros se reunieron con los jefes de las estaciones navales,7 que bajo la presidencia del contralmirante británico Frederick Stirling habían acordado batir a la flota chilena si no se respetaban las leyes de la guerra respecto a las vidas y propiedades neutrales. (…)

La delegación de diplomáticos se dirigió luego al cuartel general de Piérola para informarle los resultados de su entrevista. En Miraflores se encontraron con los jefes de las estaciones navales extranjeras, que igualmente estaban tratando de convencer a Piérola para que aceptara negociar la paz, ya que no veían practicable presentar una resistencia seria al enemigo. Luego de esta reunión, los representantes extranjeros pasaron a Lima para informar al Cuerpo Diplomático, retornando a Miraflores a eso de las 2 de la tarde para insistir nuevamente ante el Jefe Supremo de la futilidad de seguir resistiendo.

Piérola se sentaba en ese momento a almorzar con algunos oficiales y los jefes navales extranjeros, cuando el fuego de fusilería y artillería interrumpió su conversación. Los diplomáticos y marinos extranjeros tuvieron que salir huyendo, dirigiéndose a pie hacia Lima, pues la acción se generalizó en breves minutos. Por su parte, Piérola se dirigió a la hacienda Vásquez, donde se ubicaba el puesto de mando del Ejército de Reserva. Era aproximadamente las 2:25 de la tarde.
Será difícil establecer quién disparó primero en Miraflores, pues tanto peruanos como chilenos nos acusamos mutuamente de haber roto la tregua. (Por: Jorge Ortiz Sotelo)

Fuente: Revista Caretas n° 2318. 23 de enero del 2014.

Hacia una definición de la Leyenda Negra Española.


La Leyenda Negra

Los principales pilares sobre los que descansa la Leyenda Negra antiespañola son:
  1. El terror, envidia y odio de los que chocaron con el poder español: político, militar, económico o religioso en Europa, durante casi cuatro siglos después del XVI, y que fueron, principalmente, italianos, ingleses, holandeses, alemanes, franceses, judíos y portugueses;
  2. Antagonismos similares de aquellos pueblos y naciones que quisieron disputar a España su dominio sobre el Nuevo Mundo: Holanda, Inglaterra, Francia y Portugal;
  3. La intencionada difamación de determinados personajes españoles de mayor relieve, como Torquemada y Felipe II; o de ciertas instituciones y actuaciones españolas, como la Inquisición, la conquista y colonización del Nuevo Mundo y su política de exclusivismo, el saqueo de Roma, difamación practicada por escritores pertenecientes a naciones rivales;
  4. La fusión de los apartados 1, 2 y 3 en una campaña de descrédito más intelectualizada, presentando a España como el «horrible ejemplo» de todo lo que la Ilustración hubo de atacar, tal como las iniquidades de la Iglesia-Estatal, intolerancia, tradicionalismo y oscurantismo, en forma más racionalizada y dogmatizada, en los siglos XVIII y XIX;
  5. Indiscriminada aceptación popular, y lo que es peor, intelectual, de las patrañas antiespañolas, particularmente en aquellas naciones y pueblos que amoldaron el pensamiento occidental después de que España perdiese su hegemonía en Europa.
La Leyenda Negra es descrita a veces como una acumulada difamación de la actuación de España en las Américas, pero esta definición no es completa; se deriva principalmente de la tendencia de los americanistas a truncar su punto de vista sobre el mundo hispánico, para aventurarse, con poca inclinación, hacia el este de la antigua Línea de Demarcación. Asimismo proviene de la amplia propaganda holandesa e inglesa contra el imperio español de ultramar. Esta limitación a menudo exagera, relativamente hablando, la importancia del obispo español Bartolomé de Las Casas y su colérica condenación de la conquista española del Nuevo Mundo (ver capítulo segundo). Como veremos, hay otros significativos aspectos del origen y desarrollo de la Leyenda Negra.
Al español Julián Juderías, que fue el primero en dar amplia publicidad al título de «Leyenda Negra», a primeros de este siglo, se le puede atribuir la definición, generalmente satisfactoria, que sigue:
«Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra Patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y como colectividad; la negación, o, por lo menos, la ignorancia sistemática de cuanto nos es favorable y honroso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte; las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado contra España, fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas.
En una palabra, entendemos por leyenda negra la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso y de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda, que habiendo empezado a difundirse en el siglo xvi, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces, y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional» [9].
La premisa básica de la Leyenda Negra, es la de que los españoles se han manifestado a lo largo de la historia como seres singularmente crueles, intolerantes, tiránicos, obscurantistas, vagos, fanáticos, codiciosos, y traicioneros, y que se diferencian tanto del resto de las gentes en estos rasgos, que ellos y su historia deben ser examinados y entendidos en términos no aplicables a las características de otros pueblos. Por ello, a los españoles que vinieron al Nuevo Mundo en busca de oportunidades más generosas que las que el ambiente europeo les ofrecía, les calificamos con desprecio de codiciosos y crueles «goldseekers», u otros epítetos equivalentes a «diablos». En cambio, a los ingleses que llegaron al Nuevo Mundo en busca de semejantes oportunidades, Ies denominamos respetuosamente «colonizadores», «homebuilders», o «paladines de la libertad» [10]. El siguiente ejemplo demuestra a la perfección este curioso método de pensamiento, incluso a nivel universitario. Un distinguido catedrático de historia, escribió en dos de sus textos ampliamente divulgados: «[Los Estados Unidos] se constituyeron por «home- makers» y «state builders» (*) animados de ideas inglesas de autogobierno: Méjico fue conquistado por aventureros españoles que deseaban regresar a su país con el botín». «Los conquistadores llegaron procedentes de España, en busca de su fortuna, en forma de oro y plata y con el deseo de regresar con éll a a su tierra lo antes posible» [11]. La verdad es, por supuesto, que las casas más antiguas de América son aquéllas construidas por los conquistadores españoles, que vivieron en ellas tan hogareñamente como debe entenderse la palabra colono, es decir, «homemaker».
 
La acción de los españoles al expulsar o castigar a disidentes religiosos, vino a ser conocida como fanatismo, intolerancia y causa de su decadencia. Cuando los ingleses, holandeses o franceses hicieron lo mismo, se calificó el hecho como un esfuerzo para «unificar la nación» o salvaguardarla contra traición o conspiración ajena. La matanza de indios por españoles se dio a conocer como «atrocidades» o «despiadada exterminación», pero cuando los ingleses persiguieron a los irlandeses hasta matarlos por millares en sus propios pantanos o degollarlos después de haberse rendido, a ésto se le denominó «el problema irlandés».
 
Se da siempre un sórdido matiz al interés español en aprovecharse del beneficio de la riqueza mineral del Nuevo Mundo, pero cuando esta misma riqueza les fue robada por los «Lobos de Mar Isabelinos», ésto se consideró como un escalón heroico en el desarrollo de Inglaterra como nación y como imperio. De la misma forma, cuando los angloamericanos chocaron unos con otros en su carrera por el oro californiano, ésto se describió como «la piedra angular» de «una gran nación» [12].
Dando a esta clase de injusticia comparativa un giro moderno, cuando Francisco Franco trató de alertar al Occidente sobre la amenaza del comunismo ruso, en 1944, y se ofreció como intermediario entre el Eje y las Naciones Aliadas para contener el avance ruso hacia el previsible vacío que supondría una Alemania incondicionalmente rendida, esta advertencia fue rechazada por su procedencia «fascista»; cuando recibimos el mensaje de Churchill del «Telón de Acero», en 1947, y comenzamos a tomar medidas defensivas frente a nuestro ex-aliado rojo, a ésto se le llamó algo así como «liderato del mundo occidental» [13]. En esencia, si uno desea entender las típicas opiniones occidentales sobre España y su historia, debe dominar un vocabulario especial. Y hay abundante ironía en la reciente realidad por la que se exhorta a que aprendamos asimismo una terminología distintiva con el fin de entender la voz del comunismo ruso.
 
Es una creencia común la de que ya desde hace varios siglos España ha estado al margen del mundo occidental. ¿Hay, quizás, algo que pueda decirse sobre la otra cara de esta moneda? El distinguido humanista español, Américo Castro, seguramente pensaba de esta manera cuando escribió: «Nosotros tenemos que buscar el significado de lo que es civilización española y sus altos valores, independientemente de la idea de felicidad material... Hoy, más que en cualquier otro momento de la historia del mundo, podemos contemplar con serenidad este estado de cosas, porque hoy resulta oportuno preguntar si este llamado 'progreso', que tiene como base un puro intelectualismo y un insaciable deseo de placeres epicúreos, si este 'progreso' no será, después de todo, más fructífero en horrores que en beneficios» (Conferencia Inaugural, Universidad de Princeton, 1940). Treinta años después, estas palabras son aún más oportunas.
 
La cuestión sobre la otra cara de la moneda, si se examina seria y justamente, puede dar lugar a enojosos interrogantes como: ¿Alcanzó España las grandes alturas de su «Edad de Oro» intelectual a pesar de la Inquisición, o precisamente a causa de ella? Preguntas que parecen sencillas de contestar, a primera vista, y cuyas respuestas automáticas encajan tan cómodamente en nuestras preconcebidas nociones, que las aceptamos como las menos peligrosas. En páginas sucesivas, sin embargo, tocaremos esta cuestión más arriesgadamente.
 
La propaganda y falsos conceptos relativos a la conquista, gobierno y acción cultural españoles en las Américas, no están, cronológicamente, en primer lugar de la historia de la Leyenda Negra. Sin embargo, en atención a que Latinoamérica es hoy tan vital para nosotros, tan a menudo malentendida en su historia y tan vinculada a la más penetrante imagen y características de esa Leyenda, examinemos primero la actuación fenomenal de España en el Nuevo Mundo. Contrastando mitos comunes y dañinas medioverdades, con puntos de vista eruditos, estaremos mejor preparados para entender la naturaleza engañosa de una Leyenda que con tanta resonancia y tales efectos ofensivos ha llegado a nuestros días.
 
(*) La palabra «homemaker» implica, en inglés, gente que construye casas para sus familias, y se usa en contraste con la idea popular que tenemos de que los españoles no establecieron hogares en el Nuevo Mundo. La frase «state builders» quiere decir constructores de entidades políticas, tales como estados [P. W. P.].
Notas
[9] Véase especialmente el Capítulo III,, para algunos comentarios sobre el origen de la hispanofobia judía; y los Capítulos IV y V para algunas referencias sobre las acciones judías contra España. Debo este paralelismo al perceptivo artículo de Carlos Dávila, «The Black Legend», Américas, I (agosto, 1949); pp. 12-15.
[10] Juderías, pp. 25-26.
[11] Véase John Francis Bannon,The Spanish Conquistadores: Men or Devils? ,
[12] Samuel Flagg Bemis,A Diplomatic History of the United States, p. 541 (edición de 1942). También su Latín American Policy of the United States,p. 12. Véase mi Capítulo II para una síntesis del punto de vista escolar, demostrando los errores en estas declaraciones.
[13] La alusión es a John Walton Caughey,Gold is the Cornerstone, Berkeley: University of California Press, 1948. Véase también mi artículo «The Forty-Niners of Sixteenth-Century México», The Pacific Historical Review,XIX (agosto, 1950); pp. 235-249, para algunos paralelos comparativos de este tipo. Mi «Peacemaking on North America's First Frontier», The Americas, XVI (enero, 1960); pp. 221-250, también contiene observaciones paralelas, destinadas a hacer un ajuste de las perspectivas históricas en estas materias.
[14] La referencia es sobre la oferta que Franco hizo a Winston Churchill de mediar para evitar las claras y peligrosas consecuencias de la «un- conditional surrender» («rendición incondicional») y el Plan Morgenthau (escrito por John M. Hightower y titulado «Churchill Spurns, Exposes Franco's Anti-Red Plan», Santa BárbaraNews-Press,abril 9, 1945). El columnista Richard Mowrer, escribe una provocativa esquela en el Christian Science Monitor, de noviembre 10, 1961: «Como el [diario español] Arriba escribió hace tres años: 'Nosotros sabemos que el mundo de hoy está regresando a nuestras trincheras, es decir, hablando nuestro lenguaje, denunciando al enemigo [comunismo] en contra del cual combatimos ayer'.
«El Generalísimo Francisco Franco recientemente condenó la tendencia extranjera de identificar al autoritarismo español con el nazismo alemán y el fascismo italiano, 'sin tener en cuenta nuestras propias características. En la misma forma', dijo, 'nosotros podríamos tachar de comunistas a los países del oeste que se aliaron con los soviéticos en la última guerra y contribuyeron grandemente a su poderío'».

Fuente: http://www.conoze.com

martes, 21 de enero de 2014

Relaciones históricas entre Perú y Chile. Entrevista a Antonio Zapata.


Antonio Zapata: “Las historias de cooperación entre peruanos y chilenos no se resaltan, se ocultan”

Doctor en Historia de América Latina por la Universidad de Columbia, EEUU. Catedrático en la PUCP y en el Posgrado de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Columnista de este diario y exconductor del programa Sucedió en el Perú de Canal 7.

Texto: Emilio. Camacho.
Foto: Musuk Nolte

Era 2008 y el historiador Antonio Zapata estaba en Santiago de Chile, en un Congreso organizado por diferentes universidades sobre la Confederación Perú-Boliviana. El ejército chileno, que también asistía a ese congreso, lo invitó posteriormente a su museo. Lo pasearon por vitrinas donde se exhibían sus uniformes históricos. Pero pusieron más empeño cuando llegaron a una sala en la que se presentaban las banderas peruanas capturadas en la Guerra del Pacífico. Le mostraron una requisada en Yungay, otra en San Francisco y otra más en San Juan de Miraflores. “Los veía gozar un poco mientras me mostraban esas banderas”, dice. Así que decidió salir de ese trance con una interrogante. “¿Y tienen alguna bandera de Tarapacá?”, preguntó. Era evidente que no. Tarapacá es una de las pocas victorias terrestres que tuvimos en el conflicto de 1879. Los chilenos se miraron sorprendidos, y no les quedó otra cosa que reír,   junto a Zapata, claro. Eso puede resumir su relación con Chile. Ha visto arrogancia en los militares sureños, pero también solidaridad en los jóvenes de izquierda, durante el año que vivió en Santiago, en pleno gobierno de Salvador Allende. Es el resumen de nuestra propia relación con Chile. Un difícil vínculo que está a punto de ponerse a prueba.
 
Salvo por los tuits de Alan García, el ánimo frente al fallde La Haya es de sobriedad, ¿o tú ves algo de inquietud?
No, comparto lo que acabas de decir. Salvo por Alan García que está en ánimo triunfalista, el resto del país pasa, con respecto a la próxima sentencia, por una reacción madura, tiene una serena expectativa. Hay un cierto optimismo pero moderado.
 
Alguna vez dijiste que nuestra mala relación histórica con Ecuador terminó cuando cedimos Tiwinza, un kilómetro cuadrado de territorio. Si nos fuera bien, y Chile tuviera que ceder parte del triángulo marítimo que está en disputa, ¿crees que podría pasar lo mismo, que se resuelvan anímicamente las huellas que han dejado hechos como la Guerra del Pacífico?
Pienso que en general sí. La comparación es correcta. Son situaciones en alguna manera parecidas y el efecto puede ser semejante: que una victoria entre comillas del Perú en La Haya diera como resultado pasar la página de los conflictos más agudos con Chile, y que en nuestro país se sienta una especie de reivindicación, que se diga: “Es la primera vez en cien años que le ganamos algo a Chile”. La gran diferencia podría ser que con lo de Ecuador nosotros cedimos. Esta vez va a haber un tercero, que es la Corte Internacional de Justicia, que emitirá una sentencia. Ahora, en el Perú el temor principal es si Chile cumplirá la sentencia y la rapidez con que lo hará. Y en Chile también hay un gran temor: que el Perú siga como revanchista, y que mañana, después de La Haya, piense en otro motivo de disputa o de querella.
 
Cuando dices que en el Perú hay el temor de que Chile se demore mucho en cumplir la sentencia siento que haces referencia a lo que ocurrió con el Tratado de Ancón, cuando Santiago tardó décadas en plantear el plebiscito para que Tacna y Arica decidieran si volvían al Perú.
Es que nunca hubo plebiscito. Finalmente se la arreglaron los dos países, mediados por Estados Unidos, para dividir Tacna y Arica. Pero el plebiscito no lo llevaron adelante, a pesar de que Chile estaba obligado a hacerlo 10 años después de firmado el Tratado de Ancón. Tocaba hacerlo en 1894, finalmente se resolvió en 1929. Es decir, nos mecieron durante 30 años. Eso está muy metido en la consciencia de los peruanos.
 
¿Y qué pesa más en la opinión que tenemos de Chile? ¿La crueldad de lo ocurrido en la Guerra del Pacífico o que no devolvieran Tacna y Arica?
Lo de Tacna y Arica. El recuerdo de la disputa por las provincias cautivas es más fuerte que el recuerdo de la guerra misma. Es más, los recuerdos que se tienen de la guerra son construidos durante el periodo de lucha por las provincias cautivas. En esos años se crea La Cripta de los Héroes y se hacen otros actos simbólicos.
 
O sea que no vemos a los chilenos como crueles sino como tramposos.
Y abusivos. Tenemos esta idea de que ellos solo hacen lo que les conviene y no se someten a leyes internacionales. Es una idea que frecuentemente se repite en el Perú. Mira, yo he viajado el año pasado a universidades del interior del país, a explicar nuestra posición en La Haya. Estuve en el sur: Puno, Cusco, Arequipa y Tacna. Y en todas partes me han preguntado si creía que Chile iba a cumplir el fallo en caso de que fuera favorable al país. Y en todas partes la pregunta tenía una connotación negativa. Hasta me han dicho: “¿Es usted tan ingenuo de creer que Chile va a cumplir?”
 
¿Dirías que nos forman en las escuelas para detestar a Chile?
 Bueno, no sé si tanto. No es que Chile sea como un demonio que siempre está fregando la pita, no, aparece un par de veces en la historia del Perú y de manera muy negativa. Y no es que se trate de ocultar eso, pero quizá podría hacerse algo más balanceado, mostrar las veces que hemos sido socios y no nos ha ido mal.
 
Acabas de sacar un billete de veinte soles, ¿por qué?
Para enseñarte algo (muestra el reverso del billete). La corona que rodea al escudo tiene un laurel por cada provincia, y hay dos laureles que están caídos.
 
¿Son Tacna y Arica?
Son Tacna y Arica, sí. Y este es un diseño que viene del periodo de la disputa por las provincias perdidas.
 
Así que los billetes que cargamos a diario nos recuerdan esa lucha.
Sí. Hay mil cosas que están en lo cotidiano, que flotan en nuestro inconsciente y que son producto de esa lucha por recuperar Tacna y Arica.
 
¿Recuerdas alguna cosa negativa que te hayan dicho de Chile en el colegio?
Yo estudié en Miraflores. Íbamos a ceremonias en el Parque Reducto. Para un niño eran ceremonias impresionantes, creo que acababan con un: “Váyanse a sus casas, viva el Perú, muera Chile”.
 
Lo mismo que se repite en la Escuela Militar.
Y que alguna vez se ha repetido en medio Perú. En alguna época eso ha sido muy generalizado. Pero déjame decirte que estos mismos temores también están en Chile, del otro lado del espejo. Yo he ido mucho en estos años y todos los chilenos piensan que somos unos reclamones eternos por haber sido derrotados en la Guerra del Pacífico.
 
¿Y eso también viene de las escuelas?
Sí, del colegio. Somos vistos como gente con la que no conviene llegar a un acuerdo, porque luego vamos a volver a la carga con un nuevo tema. El ejemplo que ponen todos los chilenos es que en el 99 se resolvió un problema con unas obras que debían estar en el muelle de Arica, de acuerdo con el Tratado de 1929. Según ellos, cuando entregaron esas obras, el canciller peruano dijo que con eso ya acababan nuestros problemas. Pero 5 o 6 años después vino lo del límite marítimo.
 
Pero son cosas distintas.
Ok, pero en Chile te dicen que creyeron que ya todo había terminado. Y por eso se preguntan si con lo de La Haya realmente se zanjarán nuestras diferencias. Lo que te quiero decir es que en ambos países subsisten los recelos.
 
¿Cuánto han contribuido en mantener estos recelos campañas como las que se han emprendido por recuperar la denominación pisco? ¿Esa es una reivindicación nacional o puro efectismo?
Mira, nunca he conocido a nadie en Hamburgo fastidiado porque la comida nacional de Estados Unidos sea la hamburguesa. En el Perú nos molestamos porque otros nos copien.  En otras partes la gente está feliz de ser copiada porque eso significa éxito. Aquí sentimos que nos quitan cuando imponemos nuestros nombres o productos en el mundo. Y eso es porque somos una nación que en la historia ha sido víctima de despojo por extraños.
 
Digamos que se nos hace difícil admitir que el pisco se ha hecho famoso en el mundo por la exportación chilena.
Claro. Al día de hoy las exportaciones chilenas son muy superiores a las peruanas.
 
Y el consumo interno también.
Sí. En Chile hay más sitios relacionados al pisco que aquí.
 
¿Te gusta el pisco chileno?
(Sonríe) No pues. Es una verdad establecida que a los peruanos no nos gusta. Pero nosotros tenemos un problema. Nuestros estándares son exigentes. Hay mucha gente que sale del país y no le gusta nada. Conozco una persona que viene de Roma y me dice que come muy mal en Italia.
 
Estamos hablando de las cosas que nos separan de Chile, pero también hay gestos de hermandad. Alguna vez escribiste que en 1907 (28 años después de la guerra del Pacífico) un grupo de obreros peruanos, chilenos y bolivianos fueron masacrados juntos por resistirse a levantar una huelga en Iquique. O hay cosas más populares. Por ejemplo, que en 1987 Colo Colo enviara un grupo de sus futbolistas para jugar por Alianza Lima, después de la tragedia del Fokker, ¿por qué esos gestos no pesan en nuestra relación?
A ver, Daniel Parodi, que es un colega, también ha escrito sobre un combinado de fútbol, peruano-chileno, que allá por los años 30 hizo una gira por Europa.
 
¿Hubo una especie de selección peruano-chilena?
 Sí, ganó algunos partidos y perdió otros. Y lo que tú estás diciendo es interesante, pero ya dijimos que en el colegio Chile aparece una o dos veces de manera muy negativa. Sin embargo, hay cincuenta historias que se podrían contar también sobre cooperación entre ambos países. Esas historias no se resaltan, se ocultan para destacar lo negativo. Me pongo a pensar, por ejemplo, en los apristas exiliados y muy bien recibidos en Chile. Y todo esto sin dejar de subrayar que el despojo que se sufrió durante la Guerra del Pacífico es incompatible con las prácticas civilizadas de hoy.
 
Cuando te hablan de chilenos siempre has pedido que no se generalice. De hecho, has acuñado esta frase: “No es lo mismo un roto que un momio”.
Claro. A ver, lo que yo encuentro entre empresarios peruanos y chilenos es que hay una cultura común, bien expandida, sobre la posibilidad de hacer negocios juntos y con ganancias para ambos lados. Entre ellos  hay bastante confianza. Y años atrás esa confianza estaba entre los trabajadores. En la época de la lucha por recuperar Tacna y Arica, cuando no habían relaciones diplomáticas, los únicos que mantenían contacto eran los obreros. Iban a congresos de uno o del otro lado.
 
Eso pasa ahora con los pescadores artesanales de Tacna y Arica.
Claro, que se ayudan el uno al otro. Pero, como te decía, ha habido un momento en el que los grupos de trabajadores y de izquierda tuvieron muy buenos vínculos. Ello incluye el exilio aprista. Incluso (Salvador) Allende vino a un congreso del Apra.
 
Además vivió en Tacna.
Fue en su etapa de juventud. Se enamoró de una peruana en Tacna. Hay una historia de faldas cuando estaba jovencito. Se metió a algo del ejército, estuvo un año y luego regresó a enamorarla con su uniforme (sonríe cuando cuenta esa anécdota)
 
Hay simpatía de la izquierda peruana por Chile, pero la izquierda chilena no siente lo mismo por Perú. Digo, Michelle Bachelet, que es socialista, no aceptó sentarse a la mesa cuando se le planteó la delimitación marítima. Y Jorge Tarud, este diputado que es una piedra en el zapato, es del Partido de la Democracia, de la Concertación.
No exageremos la admiración de la izquierda peruana por la chilena. Esto ocurría en algunas franjas donde había cierta buena voluntad hacia Chile, pero no en todas. Lo que pasa con la izquierda es que busca la fuerza del Estado Nacional para que haga tareas redistributivas, con la idea de que mejore el nivel de vida de las clases populares. Y esto hace que se enfrente al imperialismo, que puede ser el yanqui y en otras ocasiones el del vecino. Allí es que parece que en el Perú las izquierdas son antichilenas, porque asocian Chile con una especie de subimperialismo. Se dice que nos han invadido, que hay capitales chilenos por todas partes. Y en el otro lado está la desconfianza de la izquierda chilena con el Perú. Como tú dices, Tarud no es un hombre de derecha, como lo cree un congresista que ha declarado en ese sentido. No, no, Tarud es de izquierda, de centro izquierda si se quiere.
 
Si el fallo es favorable a Perú, ¿quién pierde? ¿el pueblo chileno o el grupo Angelini que tiene el control de la pesca en el norte de Chile?
Una primera consideración. Es muy improbable que el fallo recoja la tesis del Perú y la consagre a través de la sentencia, y pasa lo mismo del otro lado: es improbable que la sentencia sea la postura de Chile transformada en un fallo. Lo que puede pasar, creo yo, es que será una sentencia creativa, en la que el Perú algo habrá de ganar y Chile algo habrá de perder. Y a la hora que hagan sus sumas y restas, es probable que un recorte no brutal de su mar pueda ser aceptado. Llegado a este punto es importante lo que dices, se debe distinguir entre el pueblo de Chile, los grupos económicos que en teoría serían afectados y el Estado de Chile, que es un tercer actor que no soporta la presión de un grupo económico sino de varios grupos.
 
¿Qué pasará con Tacna y Arica después del fallo? A veces parece que ambas ciudades tienen una muy buena relación que Santiago y Lima se empeñan en malograr.
Sí. Yo he estado en un diálogo que fue muy interesante, fue un día en Tacna y continuó al día siguiente en Arica. Éramos dos grupos. Autoridades e invitados de Lima y Santiago. Y había otro grupo considerable de Tacna y Arica, con autoridades locales y de la sociedad civil. En la reunión era impresionante como los de Tacna y Arica actuaban como un bloque unido frente a sus respectivos centros: Santiago y Lima, a los que trataban de centralistas.
 
Usaban el plural “nosotros”.
Sí. Es que tienen decenas de reivindicaciones que los unen. Por ejemplo, si un vuelo llega a Arica pero las condiciones de aterrizaje no son buenas, no puede ir a Tacna. Y viceversa. Por eso, en esa reunión le decían de todo a los limeños y santiaguinos: indiferentes, arrogantes. Actuaban como si fueran una federación a punto de separarse de sus respectivos países. Pero también tienen sus conflictos. Está claro que no hay lugar más patriota que Tacna en el Perú.
 
¿Eres de los que va a embanderar tu casa tras el fallo?
No, no creo. Yo vivo en un edificio. Además, no tengo puerta a la calle (se ríe). Mira, esa propuesta me parece bien extrema, de alguien calculador como García.

Fuente: Diario La República (Suplemento Domingo). 19 de enero del 2014.

Rebelión del Cusco de 1814. Los hermanos Angulo y el cacique Pumacahua.


La rebelión de 1814

Por: Antonio Zapata (Historiador)

Este año se cumple el bicentenario de la rebelión del Cusco dirigida por los hermanos Angulo y el cacique Pumacahua, entre agosto de 1814 y marzo del año siguiente. Fue el más importante levantamiento peruano del ciclo de las Juntas y es mayormente desconocido. Aún no había San Martín ni Bolívar y los líderes rebeldes fueron todos peruanos; en su gran mayoría procedían de medios indígenas y criollos clasemedieros de provincia.
 
Sin lugar a dudas, este ciclo no fue foráneo ni se debió a la presencia de ejércitos americanos que trajeron la libertad. Por el contrario, los artífices fueron peruanos, aunque carecieron de fuerza para vencer. La famosa tesis del Dr. Heraclio Bonilla, sobre la “independencia concedida”, no califica para este primer ciclo de las luchas independentistas. El esfuerzo fue peruano buscando la coordinación con la revolución rioplatense.
 
En la gran mayoría de países latinoamericanos, los primeros rebeldes también fueron derrotados. Sin embargo, esos países conmemoran sus Fiestas Patrias el día que se iniciaron sus respectivas luchas por la emancipación. Por ello, en Argentina, Chile, México, Colombia, la independencia recuerda a los insurgentes, a quienes se levantaron contra los virreyes. Así, su historia nacional dispone de elevada autoestima; su Estado nació de una lucha propia.
 
Mientras que, nosotros celebramos un acto formal. San Martín proclamando la independencia en Lima el 28 de julio. No es la culminación de las guerras de independencia, porque si así fuera celebraríamos la batalla de Ayacucho. Tampoco es el comienzo de estas luchas, porque en ese caso recordaríamos a Francisco de Zela en Tacna 1811.
 
De ese modo, la historia peruana tradicional enfatiza en un acto oficial, realizado en la capital y dirigido por un general argentino. No hay lucha ni provincia ni peruanos, salvo como espectadores de la escena. Al desaparecer estos tres elementos, el Perú queda cercenado de algunos elementos simbólicos principales, que sí están presentes en las historias nacionales de otros países latinoamericanos.
 
Después nos preocupamos por la baja cohesión social y emprendemos programas asistenciales para integrar al país. Bien por ellos, pero ese asunto conlleva un tema mental, una disposición espiritual, que reconoce un glorioso pasado común para proyectarlo a un mañana también compartido e igualmente próspero.
 
Esa disposición es débil si la versión de la historia es tan cruda como la habitual en el país.
 
Nacimos del engaño de Pizarro a Atahualpa; somos hijos de una emboscada. Peor aún, cuando llega la hora de sacudirnos de la conquista, contamos otra historia deplorable. Desde Mariano Felipe Paz Soldán en adelante, la independencia arranca con San Martín. Al excluir la etapa de las Juntas nos excluimos a nosotros mismos.
 
Sin embargo, este año existe una oportunidad para cambiar esa versión. Se trata de los Angulo y Pumacahua. Ellos lucharon por la independencia y eran peruanos; además, su movimiento fue de envergadura, la geografía de la rebelión abarca medio país.
 
Habitualmente hemos tenido cierta reticencia contra esta gesta por la presencia de Pumacahua. Sobre todo en Cusco se ha recordado su papel crucial como enemigo de Túpac Amaru y artífice de su derrota. Ello es cierto. Pero, Pumacahua siendo un setentón se sumó a una rebelión patriota, fue su general a caballo y murió en esa calidad.
 
Sus dudas han sido consideradas por la historiadora Scarlett O’ Phelan, mostrando a un hombre experto en jugar varias cartas, que fue maltratado por los españoles y se volteó. Sea como fuere, es el único que comenzó en la derecha, donde permaneció largos años, hasta que, siendo bastante mayor, se pasó a la extrema izquierda, muriendo ajusticiado como rebelde.
 
Sus ambigüedades lo hacen muy peruano. En Lima solo existe un monumento a su trayectoria, que fue inaugurado por José de la Riva Agüero cuando fue alcalde. La memoria del 14 debe ser rescatada y las autoridades políticas tienen la palabra.

Fuente: Diario La Republica. 15 de enero del 2014.

Historia de los episodios y personajes de unidad entre Chile y Perú.

Historiadores rescatan episodios y personajes de unidad entre Chile y Perú

Una treintena de académicos de ambos países coescribió Las historias que nos unen.

por Pablo Marín
El martes 8 de diciembre de 1987, Alianza Lima jugó de visita contra el Deportivo Pucallpa, en la amazonía peruana. Los “íntimos de la victoria”, que ganaron 1-0, asomaban con gran opción para volver a ser campeones, faltando apenas tres fechas para el final. Pero vino la tragedia.
 
El Fokker F-27 que los regresó a la capital, según se cree, fue perdiendo altura y, al intentar dar la vuelta para volver al aeropuerto, chocó con el mar. A excepción del piloto, murieron todos los ocupantes (jugadores, cuerpo técnico, árbitros e hinchas). La tragedia ocupó por semanas un lugar central en la vida peruana. Y generó empatía y solidaridad desde el extranjero.      
 
El Club Social y Deportivo Colo-Colo compartía con Alianza su raigambre social (“equipos del pueblo”, ambos) y el historial de éxitos deportivos. Y su directiva decidió, ante la necesidad aliancista de “parar” un equipo para terminar el campeonato, prestar cuatro jugadores. Sin costo para su homólogo peruano y por seis meses. Los futbolistas (José Letelier, Parko Quiroz, Francisco Huerta y René Pinto) terminarían quedándose largo rato: Huerta estuvo 20 años y Quiroz se ganó la vida como jugador y, más tarde, entrenador, hasta su regreso en 2010. En paralelo, se tejieron estrechos lazos entre las hinchadas, a nivel de símbolos, cánticos y otras señas culturales.
 
Este largo episodio no es de los que entran en las historias generales ni se da a leer en las escuelas. Pero es tan historia como la Historia con mayúsculas. Así lo ven los editores de Las historias que nos unen. Episodios positivos en las relaciones peruano-chilenas, siglos XIX y XX. El profesor de la UC del Perú Daniel Parodi y el sociólogo Sergio González, director del Instituto de Estudios Internacionales de la U. Arturo Prat, editaron esta obra, que mira menos a los prohombres y a las grandes gestas que a la urdimbre de la experiencia cotidiana, a las lealtades asociativas y a los pequeños episodios que reverberan en la conciencia de miles. Y si O’Higgins y El Ejército Libertador del Perú están ahí, es a igual título que Lucho Barrios, que inmortalizó La joya del Pacífico, y que los escritores de la vanguardia “imaginista” chilena (Hernán del Solar, Salvador Reyes), que entre 1928 y 1930 acogieron las colaboraciones de exiliados políticos del Perú en su revista Letras. 
 
CONTRA LA INERCIA
 
El libro de González y Parodi es definido por ambos como “una forma de llamar la atención sobre la existencia de dos sociedades (…) que tienen historias, un idioma, creencias religiosas y expresiones culturales en un siglo XXI donde inevitablemente las fronteras se hacen más porosas”. Y subrayan que el próximo fallo del Tribunal Internacional de La Haya no pautea sus tiempos y que esta obra no es, por lo tanto, un “téngase presente”.
 
En la línea integracionista de académicos como Eduardo Devés y Eduardo Cavieres, con quien González colaboró en un proyecto chileno-boliviano del mismo tenor, los editores y coautores convocaron a una treintena de especialistas de lado y lado, historiadores principalmente. Enfatizan que no pretenden ignorar ni ocultarle al lector que hubo peruanos combatiendo del lado español contra los independentistas chilenos, ni que los chilenos saquearon y ocuparon Lima en la Guerra del Pacífico. Pero dicen que la suya es una obra “paradiplomática”.   
 
¿Qué quieren decir? “Que ya no es posible entender las relaciones entre los países como un campo exclusivo de las diplomacias”, plantea González, “cuando es notorio que las empresas y el comercio, el denso flujo de personas que cruzan las fronteras -mas de cuatro millones cada año entre Tacna y Arica-, el deporte, las universidades, han modificado la forma y el fondo de esas relaciones bilaterales”.
 
Parodi, por su lado, complementa: “No hay historia paralela y bajo ningún concepto queremos presentar una historia alternativa. Tampoco negar los acontecimientos dolorosos. Creo que la historia es como un caleidoscopio en el que aparecen diferentes imágenes, o las mismas imágenes con otra mirada”.
 
Otra mirada que se sitúa en otro lugar y permite ver otras cosas. Por ejemplo, banderas de ambos países unidas en distintas celebraciones religiosas; la pierna chilena de cordero y la natilla peruana como parte de la cultura gastronómica iquiqueña, o los mencionados O’Higgins y Barrios, con otra luz: mientras el primero tuvo la oficina del padre en Lima y vivió allí casi 20 años en el final de su vida, el valsista criollo del Pacífico grabó en Santiago su primer disco. Y llegó directo al corazón del continente.

Fuente. Diario La Tercera (Chile). 19 de enero del 2014.