martes, 26 de marzo de 2013

Testimonio sobre el apoyo peruano en la Guerra de las Malvinas.

La fuerza peruana en las Malvinas

Hoy se cumplen 30 años desde que empezaron las acciones bélicas entre la Argentina y el Reino Unido por la recuperación de las islas Malvinas invadidas por el imperio británico desde el siglo XIX. El Perú, fiel a su tradición de amistad con su vecino del sur desde la época en que Don José de San Martín encabezó la corriente libertadora del sur para acabar con la colonia española en nuestras tierras, apoyó no solo con la diplomacia, sino con aviones y misiles a la causa Argentina. Uno de los protagonistas, el comandante FAP (r) Juan Carlos Rosales, nos da detalles de la operación militar desplegada por la Fuerza Aérea Peruana en tiempos de Fernando Belaunde a finales del verano de 1982.

Entrevista: Carlos Alonso Bedoya

– ¿Cómo fue la participación del Perú en la guerra de las Malvinas?

–El expresidente Belaunde Terry estuvo muy activo en la búsqueda de la paz entre la Argentina y el Reino Unido. Buscó alternativas de solución e hizo algunas propuestas de tipo político, pero no fueron aceptadas. Finalmente se decidió el apoyo directo de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) a la causa que venía defendiendo la Argentina.


–¿En qué consistió ese apoyo?

–Una vez tomada la decisión, se recibe la orden de alistar los aviones Mirage y también misiles para trasladarlos hasta la República Argentina en un vuelo estrictamente secreto. Nadie tuvo conocimiento días previos, ni horas previas, al desarrollo del plan de operaciones. Solamente fueron comunicados los que participaron en el acto, porque quienes planificaron, lo hicieron de manera muy acuciosa, a fin de no levantar ninguna sospecha.


–¿No se filtró en la prensa de esos días?

–Si revisamos la historia y la literatura de aquella época, no vamos a encontrar ningún indicio en revista, periódico o análisis que haya alertado que la FAP se preparaba para apoyar a la Argentina con sus unidades aéreas.


–¿Nos puede contar más detalles de su participación?

–En esa época yo estaba estudiando uno de los cursos que obligatoriamente se hacen en la FAP de acuerdo a los diferentes grados. Estando en pleno curso, se acercó un oficial y me entregó un sobre que venía dirigido hacia mí; lo abrí, había una orden para que en cuestión de horas me constituya en el Grupo Aéreo Nº 8.


–¿Qué cargo tenía en ese momento?

–Yo estaba estudiando. No tenía cargo. Estaba en la Escuela Superior de Guerra Aérea que quedaba en ese entonces en Castillo Rospigliosi en Lince. Hoy día funciona en La Molina.


–Si era una operación tan especial, ¿cómo es así que lo reclutaron sin tener un alto cargo todavía?

–Puedo decir que por dos cosas: La primera porque tuve una participación previa en una operación de contrainteligencia contra el buque Chileno Beagle. Yo tuve éxito en esa operación. Y la otra posibilidad es que yo soy hijo de argentino. Se juntaron esas dos cosas.


–¿Qué hizo Ud. luego de leer la orden?, ¿sospechaba algo?

–En el sobre no decía de qué se trataba solo sabía que era una orden superior para ir de inmediato al Grupo Aéreo. Fui a mi casa, recogí unas prendas y me fui al Grupo Nº 8. Iba a volar en un avión Hércules.


–¿Cuánta gente constituía la tripulación de ese vuelo?

–Ese vuelo estuvo al mando del coronel FAP Dositeo Aliaga Zegarra, y del mayor, el otro piloto, Felipe Escobar. Después venía la tripulación normal: técnicos de mantenimiento que no eran parte de la operación.


–¿A dónde fueron?

–Al medio día, los pilotos estaban sentados en su puesto, y es allí donde vino el comando del Grupo 8 y les entregó un sobre, pues los pilotos tampoco sabían adónde se iban a dirigir. La orden del sobre decía volar de Lima a Chiclayo. No había más detalles. Así que salimos con dirección a Chiclayo, habremos llegado como a las dos de la tarde. Y una vez en el Grupo Aéreo Nº 6 en Chiclayo, notamos que había movimiento.


–¿Qué clase de movimiento?

–En el Hércules metieron un avión Mirage semidesarmado. Si bien es cierto que el Hércules tiene esa capacidad, no es fácil meter un avión dentro de otro avión. Demoró varias horas, y también cargaron misiles. El Hércules estaba con su peso máximo de operación. Todo ese movimiento terminó como a las 7 de la noche. A esa hora, la tripulación recibió otra orden, esta vez de dirigirnos de Chiclayo a la base de La Joya.


–En Arequipa…

–Sí, al Grupo Aéreo Nº 4. Poco antes de las 9 de la noche entramos a la base de La Joya, ya estaba totalmente obscuro. La tripulación no bajó del avión. Subió el comando del grupo al Hércules; recuerdo al general César Gonzalo Luza, Comando de Operaciones. Ellos eran los que habían planificado todo este movimiento.


–¿Y qué les dijeron?

–saludaron a la tripulación, y luego sucedió algo extraño. Como a las 11 de la noche subieron también al avión tres argentinos que yo no conocía pero cuya nacionalidad reconocí por el acento. Ya en ese momento comencé un poquito a darme cuenta: un avión de guerra dentro del Hércules, misiles... Hasta que se fue cerrando el círculo de la incertidumbre cuando entraron los argentinos, porque cuando les pregunté si eran becarios, me contestaron que eran pintores. Caí en la cuenta de que habían venido a pintar los Mirages M5P versión peruana con la bandera Argentina.


–¿Pero solo había un Mirage?

–Uno en el Hércules, y catorce más volando por sí mismos. Pero eso lo supe posteriormente.


–¿Cómo siguió la operación?

–Vino la orden de irnos a Jujuy en territorio argentino. Salimos de La Joya en la madrugada con la dirección indicada. Pero la ruta que utilizamos hizo que nos introdujéramos en territorio Boliviano, donde cerramos las comunicaciones según la orden recibida. Solo sonaban las hélices del Hércules mientras duró ese tránsito.


–¿No los detectó la Fuerza Aérea Boliviana?

–Si Bolivia hubiera tenido un buen sistema radárico, nos detectaba; pero es de suponer que no lo tenía. Quienes planificaron la ruta deben haber hecho vuelos de reconocimiento electrónico previos para determinar que el Hércules iba a atravesar por allí. Los Sukhoi que teníamos en esa época, ya tenían la capacidad de detectar cuando los radares estaban prendidos, y determinar en qué posición se ubicaban. Por eso es que me imagino que previamente se hizo un barrido para saber por dónde tenía que pasar el Hércules y a qué hora. Esta operación fue planificada al centímetro, no se escapó nada.


–¿Quién era el jefe de la misión?

–El coronel Dositeo Aliaga que ya murió. Un tipo hábil, de poco hablar y muy inteligente, un excelente piloto y además te daba mucha confianza. No era un militar mandón. Siempre hacía participar al de menor grado. Nosotros lo estimábamos porque además de sus dotes profesionales era una gran persona. El otro señor era el mayor Felipe Silva Escobar, era muy inteligente y muy rápido de mente, no era el típico de corte marcial, sino muy flexible. Pero la planificación era del general Gonzalo Luza que le confió la misión al mejor piloto, pues Dositeo no se asustaba con nada.



–¿Qué pasó en Jujuy?


–Llegamos a Jujuy a las 6 de la mañana y cuando aterriza el Hércules y estaba carreteando por la pista, sentimos unos chicotazos a los lados: eran trece aviones Mirage de la FAP que venían atrás de nosotros sin que lo sepamos. El Hércules era la avanzada que salió de La Joya a las 4 am. más o menos. Los Mirages salieron de La Joya como a las 5 de la mañana.


Los trece aviones entraron juntos y a la media hora llegó uno más que estuvo un poco retrasado porque tuvo problemas para salir de La Joya. Si contamos el avión que fue semidesarmado en el Hércules, suman quince los aviones Mirage M5P que puso la FAP a disposición del ejército argentino.


–¿Y qué hicieron después de que ya estaban todos los Mirages peruano en suelo argentino?

–En Jujuy hubo reabastecimiento de combustible. Solo bajo del Hércules un personal y trajo el desayuno. Estuvimos listos para partir a las dos horas de haber llegado. Cuando los Mirages peruanos se empezaron a estacionar nos dimos cuenta que ya estaban pintados con la bandera Argentina desde La Joya, pero los pilotos eran de la FAP. De todo ese grupo ya no queda nadie en actividad. En fin, reabastecimos el combustibles todos, y nuevamente salió el Hércules primero y luego los Mirages.


–¿A dónde iban esta vez?

–A la base aérea Argentina Comodoro Rivadavia, al extremos sur del país, después de Bahía Blanca, a 600 kilómetros de Buenos Aires. Llegamos un poco antes del medio día. Fuimos recibidos, comenzaron a bajar las cosas, y allí nos encontramos con dos oficiales peruanos FAP que ya estaban hace algún tiempo en Comodoro Rivadavia, el comandante Aurelio Crovetto, y el mayor Carlos Portillo. Uno era piloto de Mirage y el otro de Sukhoi. Ellos estaban en apoyo planeamiento, es decir en los planes operacionales. Es que los argentinos tenían una versión de Mirages diferentes, no era la versión peruana M5P, parecida pero por no ser igual Crovetto estaba de piloto instructor para los argentinos. El había volado muchas horas este avión.


–¿Y ustedes participaron en las acciones bélicas como pilotos?

–No. Nosotros regresamos al día siguiente. El Hércules regresó con todos los pilotos peruanos de los Mirages. Fuimos directo a Lima. Solo se quedaron Crovetto, Portillo y algunos mecánicos peruanos especializados en aviones M5P.


–¿Y los misiles?, se sabe que uno de los misiles peruanos derrumbó un avión británico.

–Sí, un misil peruano fue lanzado desde un avión argentino Súper Etendard. Pero ese avión es como el Tucano de mediana velocidad, ni se acerca a los supersónicos, pero sin embargo tuvo la posibilidad de cargar el misil peruano Exocet, y por primera vez en la historia lo lanzó impactando en un avión británico Sheffield, y lo reventó en medio del mar. 



–¿Y qué pasó con los aviones?, ¿volvieron a territorio peruano tras la guerra?

–Esos aviones ya no regresaron, porque eso fue parte del convenio: el Perú le vende los aviones a la Argentina.


–Entonces, la participación peruana, por más que la Argentina perdió la guerra, fue decisiva, porque en plena guerra conseguir 15 aviones Mirages hubiera sido imposible para ese país. Nos tiene una deuda.

–Sí, es que los enlaces históricos entre el Perú y la Argentina vienen desde Don José de San Martín. Los demás países de la región tuvieron declaraciones pero ninguno participó concretamente. El Perú sí.


Hay una placa de reconocimiento en la base Argentina Comodoro Rivadavia al apoyo peruano. Además, cuando nos despedimos el coronel Dositeo dirigió unas palabras al personal haciendo un recuento histórico de lo bondadoso y caballeroso que había sido el general San Martín. Eso es inolvidable.


–¿Y luego de 30 años, cómo ve el incidente de la fragata británica Montrose hace algunas semanas?

–La fragata inglesa solicitó su participación en aguas peruanas en un momento inoportuno. Se vienen los 30 años, y la fragata se viene de las Malvinas, de la zona que controlan, e inicia un recorrido de seguridad. Se ha podido dirigir directamente a su base. Se hizo muy bien en dar la contramarcha, dejando en suspenso el ingreso de la nave inglesa. Nosotros tenemos que dar preponderancia a nuestras relaciones sudamericanas. Argentina tiene una reivindicación de justicia. El Perú de ninguna manera puede ser adverso a esa causa. Olvidémonos de Carlos Menem, de la barbaridad y estupidez que cometió en contra del Perú. Es parte de la historia sí, es una anécdota, pero hay intereses latinoamericanos que están por encima de los intereses partidarios o políticos muy concretos.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 03 de abril del 2012.

Recomendado: 

domingo, 24 de marzo de 2013

Historia de Stalin y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Stalin, el hombre de acero

Por: Efraín Rúa

Hace 60 años falleció Josef Stalin, el hombre que tras la muerte de Lenin, gobernó Rusia y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) con mano dura, de la que no se salvaron ni los más cercanos compañeros de Lenin, que fueron purgados y enviados a la Siberia. Con todo, la URSS se convirtió en una potencia mundial, hasta que el sueño de construir el socialismo se derrumbó más pronto de lo que sus creadores sospecharon.

En 1991, cuando se derrumbó el mundo socialista, muchos culparon a Stalin y a sus seguidores por la caída, pero sus incondicionales siguen creyendo en él y afirman que sin su conducción pétrea la URSS no habría podido abatir al monstruo nazifascista que acabó con la vida de más de 40 millones de hombres y salir del atraso semifeudal que le permitió a Rusia y a otros países que formaron parte de ella, a convertirse en una potencia industrializada y nuclear. 

El omnímodo poder del que hizo gala Stalin durante su largo mandato, fue advertido por el fundador del Partido Bolchevique, Vladimir Ilich Lenin, en una carta de diciembre de 1922, escrita en su lecho de enfermo y destinada al XIII Congreso del Partido Comunista, que se desarrolló recién en 1924. 


En ella advertía del peligro que representaba el excesivo poder concentrado en un solo hombre y llamaba a aumentar el número de miembros del Comité Central hasta un centenar, con el objeto de evitar el riesgo de la división y de la fractura de la alianza obrero-campesina, sobre la que se asentaba el gobierno de los soviets. 


ACERO 


Iósif Vissariónovich Dzhugachvili, el verdadero nombre de Stalin, había nacido el 21 de diciembre de 1879, en Gori (Georgia). Sus padres eran campesinos georgianos y no hablaban ruso, un idioma que se vio obligado a aprender cuando asistió a la escuela religiosa. Luego de ello, el joven obtuvo una beca para estudiar en el seminario ortodoxo de la capital georgiana, Tbilisi. 


Mientras estudiaba teología, leyó El Capital de Karl Marx y adoptó el marxismo como forma de pensamiento. Tras ser expulsado del seminario en 1899, se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y actuó como propagandista entre los trabajadores de los ferrocarriles de Tbilisi. Allí adoptó el seudónimo que se traduce como “acero”. 


En la clandestinidad haría una carrera ascendente en el partido, interrumpida solamente por sus estancias en la prisión. Sus dotes llevaron al fundador del partido, Lenin, a designarlo director del órgano partidario “Pravda”. Tras la revolución de octubre de 1917 ascendió al cargo de secretario general del Comité Central del Partido Comunista, en 1922. 


Pero sus excesos llevaron a Lenin a aconsejar su cese como secretario general, en vista de las continuas disputas que se producían al interior de la dirección partidaria. “El camarada Stalin, llegado a secretario general, ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y no estoy seguro que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia”, escribió en su testamento. 


“Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de secretario general. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos, solo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas…, etc”, escribió Lenin, pero su pedido fue desoído. 


Tras la muerte de Lenin, Stalin se unió a Grígori Zinóviev y a Kámenev para dirigir el país con mano de hierro y dejó de lado a Trotski, el principal candidato para suceder a Lenin y cuya teoría de la revolución permanente contrastaba con la opinión del triunvirato que defendía “la construcción del socialismo en un solo país”. 


Tiempo después, Stalin se alineó con Nikolái Bujarin y Alexéi Ivánovich Ríkov en contra de sus antiguos aliados. En respuesta, Trotski, Zinóviev y Kámenev desafiaron su autoridad, pero cayeron en desgracia. En 1929, Stalin ya había consolidado su posición como líder indiscutido de la Unión Soviética. 


Lenin desconfiaba de Stalin.


Fue en esa época que ante el descenso de la productividad agraria, decidió abandonar la NEP (la Nueva Política Económica) implementada por Lenin, que permitía el desarrollo capitalista en el país de los soviets y dar inicio a un proceso de colectivización acelerada en el campo que estuvo dirigida contra los kulaks (los grandes propietarios), y que se saldó con deportaciones y muertes masivas, especialmente en Ucrania. La decisión contribuyó a la catastrófica hambruna de los años 1932-1933. 


Además, implementó una economía planificada, centralizada y regida por planes quinquenales que iniciaron un período de rápida industrialización. Como resultado, la URSS pasó de ser una sociedad mayoritariamente agraria a una gran potencia industrial controlada por el Estado, lo que constituyó la base de su aparición como la segunda mayor economía del mundo después de la Segunda Guerra mundial


Ese desarrollo acelerado fue acompañado lamentablemente por campañas de terror político, purgas, arrestos y deportaciones a los campos de concentración. Sus viejos rivales, Zinóviev, Kámenev y Bujarin, compañeros de Lenin, fueron llevados a juicio, acusados de crímenes contra el Estado y fusilados. Un número indeterminado de dirigentes del partido y del Ejército, algunos hablan de unos 800 mil, desaparecieron durante este periodo. Y millones de ciudadanos murieron en los campos de trabajo forzados. 


LA GUERRA 


En agosto de 1939, tras el fracaso para establecer una Alianza Anglo-Franco-Soviética, la URSS firmó un pacto de no agresión con la Alemania nazi que dividió sus esferas de influencia en Europa oriental. Pese a ello, Alemania invadió la Unión Soviética en 1941. A pesar de las grandes pérdidas humanas y territoriales en el período inicial de la guerra, la Unión Soviética logró detener el avance nazi en las batallas de Moscú y Stalingrado. Finalmente, el Ejército Rojo avanzó a través de Europa y Berlín fue capturada en mayo de 1945. 


Luego, Stalin dirigió a la URSS durante el período de reconstrucción de la posguerra. El desarrollo exitoso del programa nuclear permitió que el país se convirtiera en la segunda potencia mundial de armas nucleares y dio inició al programa espacial soviético. 


Uno de los últimos actos de Stalin fue la detención de numerosos doctores en medicina de Moscú, principalmente judíos, acusados de conspiración contra el Estado. El llamado “complot de las blusas blancas” parecía presagiar una nueva purga, que solo evitó el repentino fallecimiento de Stalin el 5 de marzo de 1953 en Moscú. 


Stalin murió a los 74 años en su casa de campo, en las afueras de la capital. Algunos aseguran que pudo ser asesinado por Beria, el número dos del partido, que temía ser desplazado del poder como otros veteranos dirigentes. Luego, su cadáver fue exhibido en Moscú, donde gigantescas multitudes trataron de ver al líder por última vez. Se cree que miles de habitantes murieron aplastados durante el funeral. 


En 1956, Stalin y su régimen fueron condenados por el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, cuando su sucesor, Nikita Jrushchov, uno de los personajes que había ascendido gracias a las continuas purgas, denunció su legado y condujo el proceso de desestalinización de la URSS. Luego, los problemas económicos y la falta de democracia acabarían con el sueño de construir el socialismo en un solo país.

DATOS

Lev Gudkov, director del Centro Sociológico Levada, ubica en los noventa el renacimiento de la nostalgia por los tiempos stalinistas. Lo paradójico es que tras la restauración del capitalismo, la figura del hombre que representó el lado más férreo del comunismo reviva sus viejos laureles. El pasado martes 5, sus partidarios dejarán flores junto a su tumba en el Kremlin.


En 2012, una encuesta realizada por el Centro Levada mostró que el 47% de los rusos opina que Iósif Vissariónovich Dzhugachvili era “un líder sabio que hizo de la URSS un país poderoso y próspero”, frente a un 38% que tiene una opinión contraria. En el 70 aniversario de la batalla de Stalingrado, celebrado a principios de febrero, los autobuses decorados con grandes fotografías de Stalin circularon en San Petersburgo y otras ciudades.


Representantes de la asociación “Memorial”, junto con el director de los Archivos Estatales de la Historia Sociopolítica de Rusia, Andréi Sorokin, presentaron un disco con las copias facsímiles de “listas de los fusilamientos de Stalin”. Estos documentos son la prueba definitiva de que Stalin y los miembros de la dirección comunista avalaron con su firma las penas de muerte que imponían los tribunales militares. El Memorial ha rescatado 383 listas con 43,634 nombres.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 18 de marzo del 2013.

Recomendado: La Revolución rusa. Antonio Zapata.

domingo, 10 de marzo de 2013

Historia de la reforma de la Guardia Civil, PIP y Guardia Republicana.

1985-90: Reforma policial del APRA

Por: Carlos Tapia

1) Aunque el contexto social y político no sea el mismo, es necesario recordar el pasado para no cometer los mismos errores. Alan Garcíahabía ganado las elecciones en 1985 de manera abrumadora, con mayoría absoluta en Diputados y Senadores. Y al asumir el mando reafirmó su compromiso con la reforma policial. Para ser justos existía un gran consenso nacional. Es que, en plena lucha contra la subversión terrorista, las disputas, celos y peleas entre la Guardia Civil (GC), la Policía de Investigaciones (PIP) y la Guardia republicana (GR) cubrían las primeras planas. Eran tres institutos policiales sin una coordinación adecuada, con mandos y estados mayores propios. Hasta se produjeron enfrentamientos públicos entre sus efectivos, llegándose a atacar dependencias y locales. 

El Partido Aprista ante esta importante responsabilidad había preparado el grupo especializado que se haría cargo. La mayoría eran ciertos oficiales simpatizantes del APRA de los tres Institutos y un reducido número de cuadros partidarios de extrema confianza, donde resaltaba Agustín Mantilla, ex secretario personal de Alan García, que lo acompañó desde las vicisitudes internas partidarias hasta su elección presidencial. Se encargó al ingeniero Abel Salinas como el ministro encargado de encabezar la reforma policial y a Agustín Mantilla -viceministro- como operador principal de esta. La primera tarea fue la de pasar al retiro a cientos de oficiales, producto de una lista previamente seleccionada, y poner en los máximos cargos a los generales simpatizantes con los que ya se había conversado. No se pudo evitar las zancadillas, celos y favoritismo en la elaboración de las listas. Basta un ejemplo, el por entonces coronel Ketín Vidal fue pasado al retiro y solo después de batallar varios años, pudo conseguir su reincorporación. 

3).- Se formó, con fórceps, un Comando Unificado de las “Fuerzas Policiales”, conformado por la Policía General (ex GC), Policía Técnica (ex PIP) y Policía de seguridad (ex GR). En realidad, lo que se quiso fue conseguir la unidad, pero mellando la identidad de cada institución, basada en su especialización, y querer reemplazarla por alguna otra que todavía no estaba bien pensada, es decir un medio salto al vacío. Ya en 1988 es que se forma la actual PNP. Pero por la improvisación y otros avatares, producto del desorden interno, tuvimos ex PIP cuidando las torres de electricidad, ex GR integrados al patrullaje de las calles y ex GC cuidando las fronteras. Sin embargo, la lucha contra el terrorismo -tarea principal- ocultó estas deficiencias. 


4) La Policía se partidarizó. Revisen la nómina de los exministros del Interior y verán cómo casi todos fueron después secretarios generales del APRA y no pocos candidatos a la presidencia del país (Salinas, Alva Castro, Cabanillas). Por esa época, los diputados apristas entraban gritando a las comisarías de sus departamentos. En las zonas de estado de sitio, los Policías tenían la orden de resguardar las calles para proteger a los piquetes apristas que pegaban propaganda electoral. Agustín Mantilla, sí, el mismo, estuvo los cinco años como viceministro mandamás de la PNP. Después, en la práctica, fue sucedido por Montesinos, con el aval de Fujimori. Para aprender ¿no?

Fuente: Diario La Primera. 04 de marzo del 2013.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Flora Tristán, defensora del feminismo y del socialismo. Influencia de los viajes de Flora Tristán en su obra.

      

Flora Tristán viajera

Por: Antonio Zapata Velasco (Historiador)
Es bien conocido que Flora Tristán fue una de las fundadoras del feminismo y del socialismo. Ella era francesa, hija de peruano y con fuertes raíces familiares en la Arequipa de inicios de la república. Su libro más famoso, Peregrinaciones de una paria, es el relato de su viaje al Perú. Por esa razón, desde hace décadas, ha sido tomada como abanderada por las feministas peruanas, quienes le han consagrado varios estudios. Entre ellos, sobresale un ensayo que Diana Miloslavich le dedica en su último libro dedicado a la literatura femenina.
Sucede que Flora Tristán escribió otros dos libros de viajes, que son menos conocidos, el uno a Inglaterra y el otro es un recorrido por Francia. De ese modo, se tiene que toda su producción corresponde a la carrera literaria de una viajera, de la época primigenia, cuando este género recién comenzaba.
Pocas veces se ha interpretado el peso que tuvieron los viajes en el planteamiento de Flora Tristán. Se la analizado desde todos los ángulos posibles; por ejemplo, la novela de Vargas Llosa reconstruye su saga familiar. Pero, no se había subrayado cómo sus ideas están construidas por una serie de periplos que le dan sentido a su vida.
Era una viajera común y corriente de su tiempo, sus trayectos demoraban meses y a veces años; en el transcurso tomaba notas, conversaba extensamente con la gente, se interesaba regularmente por la política y las condiciones sociales, en todos los casos reservó una atención especial a las condiciones de las mujeres. Según su célebre fórmula, el nivel de civilización de una sociedad se expresa en el grado de libertad al que han accedido las mujeres.
El Perú que retrata es el reino de la más extrema desigualdad social, paradójicamente encarnado en una república supuestamente igualitaria. Nunca ha visto tantos mendigos y su pobreza la conmueve. Conoce una hacienda esclavista en las afueras de Lima y sostiene un debate muy ácido con el amo; en general ese tono crítico la acompaña en su enfoque de la vida peruana.
En Inglaterra estuvo años después, por motivo de trabajo y realizó cuatro viajes que plasmó en un libro, donde redescubre a la primera feminista inglesa, Mary Wollstonecraft, introduciendo pasajes de su escrito, Vindicación de la mujer. Ese es otro recurso de su literatura, inserta textos breves, manifiestos, peticiones, que dan cuenta de la realidad que relata, le añaden verosimilitud y concentran la atención del lector.
En la segunda sección de este libro presenta al socialismo de su tiempo, revisando las propuestas de Saint Simon, Proudhon y Owen, los cuales luego serán llamados “utópicos” por Marx y Engels. Flora no se inclina por ninguno, los presenta objetivamente, pero añade que Owen era especialmente valioso por su empeño en formar instituciones obreras.
Esa anotación es importante, porque da origen al último viaje de su vida. Se embarcó en una campaña de agitación y organización proletaria recorriendo Francia. Su propósito era crear una Unión Obrera y cruzó el país buscando apoyo. En algunas ciudades los sectores populares la recibieron calurosamente, mientras que en otras la recepción fue tibia incluso fría. Pero, en todas la hostigó la represión, que la encarceló en ocasiones y estaba advertida de su presencia.
En medio de este recorrido murió de tifoidea en 1844. El libro titulado Tour de Francia corresponde a sus apuntes, publicados en francés recién en 1973. No es un texto acabado como los anteriores, sino el cuaderno preparatorio.
Así, por el Día Internacional de la Mujer, Miloslavich rescata un aspecto de la vida de Flora sobre el cual poco se reflexiona. Según la conclusión, su condición de viajera es esencial para entender su creatividad; puesto que una mujer requería de un coraje especial para viajar sola en el siglo XIX, conociendo otros mundos y predicando ideas progresistas. Esa fuerza interior la proyectó como una figura de primera línea y le concedió fama internacional. Gracias a ello, es el paradigma de nuestro feminismo.
Fuente: Diario La República. 06 de marzo del 2013.
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