martes, 31 de agosto de 2010

Lula da Silva, "un ejemplo exitoso de socialdemocracia en América latina".

Lula como modelo

Por: Alfredo Barnechea (Analista político)

La derecha manejaba bien la economía. La izquierda, y la centroizquierda, administraban el despilfarro.

Este era el lugar común. Pero, por un lado, la crisis internacional mostró que los mercados, sin regulación, se convertían en casinos. Por otro, gobiernos como el de Lula han sido, como lo ha reconocido esta semana Alan Beattie, el editor económico internacional del Financial Times, "un ejemplo exitoso de socialdemocracia en América latina".

Cuando Lula llegó al poder el 2002, los mercados estaban en pánico y castigaban cualquier inversión en Brasil. El Fondo Monetario había prestado 30 mil millones de dólares para tratar de calmar ese desorden. Lula hizo lo que no se esperaba: decidió un superávit fiscal de 4,25 por ciento, mucho más de lo que el FMI reclamaba.

Desde entonces, su gobierno ha sido una mezcla de ortodoxia fiscal, apertura global, crecimiento como consecuencia, pero todo eso acompañado de programas igualmente exitosos contra la pobreza como Hambre Cero y Bolsa Familia.

Así, ocho años después, Brasil es parte de los BRICs y un jugador político global, a veces controversialmente como en su actuación en Irán, pero que está allí para quedarse.

En 1942, Stefan Zweig, refugiado en Petrópolis, donde se suicidaría muy poco después, publicó un librito famoso: Brasil, país del futuro. Los malvados dijeron que efectivamente era el país do futuro... y siempre lo sería, por su mala administración. Lula lo ha convertido en uno de los actores globales del presente.

En parte, hay que reconocerlo, lo ha hecho sobre el trabajo previo del gobierno de Cardoso. Con todo, creo que no es del todo injusto decir que, a diferencia de Cardoso, carioca de nacimiento pero expresión de la élite paulista más afrancesada, que miró un poco por encima del hombro a sus vecinos latinoamericanos (salvo para promover los intereses brasileños en IIRSA), Lula ha cultivado más "horizontalmente" la región.

Falta saber, todavía, cómo Brasil manejará su nueva riqueza petrolera y gasífera. ¿Vivirá una réplica de la "enfermedad holandesa" (cuando los descubrimientos del mar del Norte ahogaron la economía de Holanda), o seguirá el exitoso modelo de Noruega? En cualquier caso, Lula y el PT han entrado ya en la historia de Brasil.

El sistema moderno de partidos brasileños procede en el fondo de Getulio Vargas. Desde la caída de Pedro II y el Imperio hasta Vargas, hubo la "República Velha", la república vieja. Getulio Vargas la reemplazó en 1930 con su Estado Novo, que duró hasta 1945. Al renunciar a la Presidencia, dejó, no uno, sino dos partidos, que están en el origen de muchas formaciones políticas brasileñas: el PSD, el partido de los "tenentistas", que agrupaba más bien a sus burócratas, y del que salió Juscelino Kubitschek; y el partido trabalhista, que agrupaba a su base más popular, del que surgió más tarde Jango Goulart. En 1956 Kubitschek reunió las dos formaciones cuando le propuso a Goulart que fuera su vicepresidente.

El PT de Lula ha sido una creación igualmente ingeniosa: sindicalistas, ex guerrilleros, profesionales de clase media, teólogos de la liberación, entre muchos componentes. Pero no se le entendería sin su conexión profunda con Sao Paulo. De alguna manera, Lula es la expresión "alternativa" del "establecimiento" paulista.

El Brasil moderno procede de Kubitschek, acaso el más grande Presidente latinoamericano de todos los tiempos, cuando ofreció, y casi cumplió, "hacer cincuenta años en cinco". Lula ha continuado la estela de Kubitschek, la de los presidentes "activistas". Ambos introdujeron en la política un talante radicalmente optimista, que conectó con esa voracidad del futuro de la historia brasileña.

Lula deja un formidable modelo para los socialdemócratas latinoamericanos. Al mismo tiempo, sirve como un extraño imán para gente que viene de tradiciones originalmente distintas: en él pueden reconocerse apristas, ex marxistas, o cristianos progresistas.

El Perú no es Brasil, que tiene 8 millones y medio de kilómetros cuadrados, contra nuestro millón doscientos ochenta y cinco mil kilómetros cuadrados, un quince por ciento de la extensión brasileña. Pero, a diferencia de las grandes extensiones que hacen del Brasil una potencia agrícola mundial, nuestro territorio se va para arriba, por lo que somos, o podemos ser, una potencia minera. Si lo "achatáramos" acaso sería del tamaño de Brasil. Por eso la discusión y el uso de esa "renta natural" es el tema crucial de nuestra economía desde tiempos coloniales. ¿Cómo la usamos? ¿Para despilfarrarla en el populismo, o para financiar, por qué no, un modelo socialdemócrata como el danés, que combina flexibilidad laboral con seguros de desempleo y, en general, un Estado del Bienestar? Acaso esta pregunta apunte a nuestro dilema de fondo. Un dilema en el que la experiencia de Lula sirve como un modelo enormemente inspirador.

Fuente: Diario Correo (Perú). 29 de Agosto del 2010.

lunes, 30 de agosto de 2010

Valentín Paniagua y la historia política peruana.

Medio siglo de política peruana bajo la óptica de Valentín Paniagua

Politai es una nueva revista producida por los estudiantes de ciencia política de la Pontificia Universidad Católica. En su primer número de reciente aparición se publica una larga e inusual entrevista a Valentín Paniagua realizada en el 2003. Desde su infancia en Bolivia y Cusco hasta la turbulenta transición luego del fujimorismo, el ex Presidente habla con franqueza incuestionable. Aquí reproducimos algunos extractos de la entrevista gracias a la gentileza de Politai.

Por: Eduardo Dargent y Alberto Vergara

El primer gobierno de FBT

¿Cuál es el significado del triunfo de Fernando Belaúnde en 1963?

–En 1963 gana la renovación. La gran sensación del país es que se inicia una nueva época en el Perú. Y en efecto, se inició. Si uno mira la realidad del Perú, antes y después del 63 –y creo que nadie ha hecho una evaluación equilibrada de esto–, llega a la conclusión de que el Perú dio un salto gigantesco en su historia, en su vida política y social. Para comenzar, Cooperación Popular no fue solo un programa del gobierno para movilizar o promover el desarrollo humano. Cooperación Popular despertó al Perú profundo. Cooperación Popular le dio presencia al indio, ahora le dicen campesino, pero era el indio, que por primera vez podía aparecer en la escena nacional para gran disgusto de los sectores tradicionales del país, no precisamente los más conservadores, sino los sectores medios. Eso era ya un salto cualitativo en el país. Cuando en el año 64 se aprueba la ley de reforma agraria, lo importante no es que comienza la reforma agraria, que lo era, sino lo importante fue que se canceló definitivamente el pongaje en el Perú. Recién entonces se produce la liquidación de la servidumbre del indio en el Perú.

El APRA

–Imaginemos que se llevaban a cabo las elecciones de 1968, ¿cree usted que este ímpetu reformista (el del primer belaundismo) podría haberse mantenido con una presidencia de Haya de la Torre? ¿O piensa, más bien, que el Haya de 1968 ya no era el político reformista de años atrás?


–Daba la sensación por la política que siguió en el periodo 63-68 que el APRA había perdido por completo aquel impulso reformista. Después se “izquierdizó” mucho, sobre todo Villanueva. Pero lo real es que ellos se opusieron a todo el proceso de transformación que nosotros nos empeñábamos en impulsar. La reforma agraria fue mediatizada por ellos primero en la ley y luego fue boicoteada en el presupuesto, lo cual era lógico ya que en el Senado y también en la Cámara de Diputados estaban los grandes barones del azúcar y grandes hacendados, de tal manera que la reforma agraria no iba a caminar nunca por obra de ellos. Después, el APRA siguió con su retórica izquierdista e incluso se ha dado el lujo de “derechizar” al resto de personas. Pero lo cierto del caso es que, llegados al poder, no hicieron una transformación especialmente significativa, excepto barbaridades como la estatización de la banca, con los resultados que todos conocemos.

Fujimorismo

–¿Cómo percibe usted el acercamiento del fujimorismo al final de sus días con sectores doctrinariamente conservadores, acaso con personajes conservadores...


–Mire usted, yo no tengo una percepción del fujimorismo bajo esos términos. Yo no he visto a nadie coherente con una filosofía o un pensamiento económico o político, nadie, ni el propio Fujimori. Él ha sido candidato tres veces y en ninguna de las tres oportunidades se le ha escuchado difundir otra idea que no sea la cumbia del chino. Pero ideas coherentes respecto del cambio y la transformación económica no. Imagino que su ideario está en las disposiciones del Banco Mundial.

–Personajes como Francisco Tudela, anticosmopolita...

–Yo tuve un debate tremendo con Tudela en el Congreso. Yo lo reté incluso, le dije “vamos a debatir”, y por supuesto que no aceptó. Pancho es un hombre inteligente y de gran calidad... lástima que hubiera estado metido ahí... no me lo explico.

–O lo de Fernando de Trazegnies también, ¿no? Difícil de entender.

–No, para mí no. Lo conozco desde hace muchos años, desde muchacho. Es un pragmático. Él nunca se ha jugado por nada. En la época en que nosotros luchábamos políticamente él estaba al margen, en una posición cómoda. Todos se arriesgaban pero él no.

Transición

–Una primera cosa que salta a la vista es que, en contraposición a transiciones como las de Chile o España, aquí no hubo capacidad de reacción de las fuerzas armadas ante el colapso del régimen. La caída del régimen parece una estampida de ladrones y bribones. ¿Es esta una impresión correcta?


–Corresponde precisar algunos rasgos. En primer término, yo creo que la fuerza armada del Perú cobró plena conciencia de la gravedad de la corrupción cuando esta fue conocida integralmente, o comenzó a conocerse integralmente, por la difusión de los videos. En segundo lugar, yo tengo la impresión de que la fuerza armada estaba convencida de que sus compromisos con Montesinos y con Fujimori (la famosa acta de adhesión que firmaron todos los altos oficiales que incluso ahora están ahí) iba a funcionar. Obviamente, llegaron a la conclusión de que nada funcionaba si el comandante supremo comenzó por fugarse y el inspirador de todo, que era Montesinos, pasó a ser un delincuente perseguido internacionalmente, susceptible de ser capturado en cualquier momento. Creo que esos son factores que paralizaron a la fuerza armada.

El futuro de la democracia

–Hace un rato hablábamos de esa tendencia casi natural al autoritarismo de las clases bajas y altas y de todo el Perú en general. ¿Cuán vacunados cree que estamos para el futuro respecto a eso? ¿O la tentación autoritaria seguirá seduciéndonos en el futuro?

–Quiero decirles mi preocupación personal ya llegado a cierta edad. Soy ya un hombre mayor. En el año 56, cuando se eligió a Prado, Belaúnde impugnó el resultado electoral y pensamos que con esa impugnación se podía producir el golpe en cualquier momento. Y así sucedió el 62, luego de un proceso igual de discutido. En el año 63, cuando Belaúnde gana las elecciones, yo tenía la absoluta certidumbre de que el golpe no podía producirse hasta que surgió la patraña de la página 11 (…). Vino lo de la devaluación y la demagogia del APRA y del odriísmo. Fue atroz.

En 1980 fue más o menos lo mismo. Pero ese año sí tuve la convicción de que después de esos 12 años desastrosos de dictadura era imposible que los militares pretendieran un nuevo golpe. Y por eso para mí sí fue desconcertante el golpe del 5 de abril. Solo fue posible porque Fujimori estaba en la conspiración, sino los militares no se atrevían. El 5 de abril no es un golpe. Es la traición de Fujimori (…).

Sendero Luminoso

–¿Y el otro rostro de la tentación autoritaria, un proyecto violentista tipo Sendero Luminoso?

–No, ya el clima cambió. Sendero Luminoso y la aventura de los rojos fue posible porque tuvieron diez años de tranquilidad en los que se apoderaron, con la protección del gobierno, de las universidades, sindicatos, etc. E hicieron lo que les pareció en el país con la protección y simpatía del gobierno. Esos fueron los factores que contribuyeron a desencadenar esa experiencia. E incluso ahora nos toca ir a la Comisión de la Verdad. La situación para nosotros ha sido un poco incómoda.

“Yo Le gané a Hugo Blanco”

–¿Es verdad que usted disputó la final de un campeonato de ajedrez escolar con Hugo Blanco?

–Sí, y le gané. Hugo estaba un año antes que yo en el colegio y representaba a la unidad escolar. Él había ganado el campeonato de los colegios nacionales. Me parece que eran solo dos colegios en Cusco en ese momento y yo gané el campeonato de los colegios particulares, y la final la jugamos Hugo Blanco y yo, y le gané. Siempre cultivamos una buena amistad con él hasta que ocurrieron una serie de hechos que lo vincularon con situaciones muy desagradables. Durante unos años no tuvimos diálogo pero nos volvimos a encontrar en el Congreso de 1980, siendo yo miembro de la cámara y él también. Él tuvo siempre un comportamiento amable conmigo, y desde luego cuando fui Presidente tuvo gestos de mucha cordialidad. No lo he vuelto a ver y lamenté mucho que estuviera enfermo en los últimos tiempos.

Fuente: Diario La República, suplemento "Domingo". 29/08/2010.

domingo, 29 de agosto de 2010

Manuel Azaña, político-intelectual y personificación de la República española.

La biografía completa de Manuel Azaña

Por: José Álvarez Junco

Santos Juliá culmina una obra nueva y cerrada en sí misma en la que analiza la evolución intelectual, los dilemas y los instrumentos políticos del presidente republicano.

Para la mayoría de quienes la vivieron, Manuel Azaña personificó, como ningún otro de sus protagonistas, la Segunda República. Para sus partidarios, encarnaba los valores cívicos y laicos del régimen, como para sus enemigos los demoniacos y antinacionales. Para bien o para mal, él era la República. Y con razón, según se deduce de este libro de Santos Juliá. Un libro muy esperado por quienes habían seguido la trayectoria de este autor, que sobre Azaña publicó ya en 1990 una biografía excelente -aunque parcial, pues sólo cubría la política y sólo los años 1930-1936-, prologó en 1997 los Cuadernos robados y recopiló e introdujo el año pasado las Obras completas. Nadie, pues, más cualificado para ofrecer, como hace ahora, una biografía completa del segundo y último presidente de aquel régimen iniciado en la euforia multitudinaria de abril de 1931 y hundido en el sangriento enfrentamiento de 1936-1939.

Este volumen es mucho más que una repetición o resumen de ideas o páginas anteriormente publicadas por Santos Juliá. Se trata de una obra nueva, coherente y cerrada en sí misma. Una obra, además, centrada en el personaje, pues debatir los problemas políticos del largo periodo que cubre hubiera exigido una extensión inabarcable. Su tema no es la política española de 1900 a 1939: es Manuel Azaña, su evolución intelectual, estética y política, su psicología íntima, los dilemas específicos con que se enfrentó, las soluciones que ideó y defendió para ellos; y, en especial, los instrumentos políticos que utilizó, lo que casi equivale a decir sus discursos.

Respecto de la imagen conocida de Azaña, lo más innovador que ofrece esta biografía es que no fue un oscuro funcionario catapultado al escenario público por el 14 de abril y que se adueñó de la situación un poco por azar y un mucho por influencia de tenebrosas logias. Juliá dedica casi trescientas páginas al Azaña anterior a 1931, en las que sigue con detalle su formación intelectual y política. Deshace ahí la imagen, que el propio biografiado cultivó, de "señorito benaventino". Nada de bohemia ni de indolencia; por el contrario, trabajo metódico, cuidadosa preparación de conferencias, lectura de libros de difícil acceso en el Madrid de la época; y actividad trepidante, con años en los que pudo ser a la vez secretario del Ateneo, funcionario de la Dirección de Registros y Notariado, pensionado en París, activista aliadófilo y director de revistas literarias como España o La Pluma. Nada, tampoco, de genialidades o giros políticos caprichosos; coherencia, en cambio, alrededor de una idea fija: la transformación del Estado, como instrumento de modernización de la sociedad. Y, pese a ello, tampoco jacobinismo: por el contrario, implicación seria en la opción posibilista dirigida por Melquíades Álvarez hasta que, tras concluir que la monarquía era el obstáculo más insalvable para la democratización y modernización del Estado, se sumó a quienes llamaban a la revolución republicana.

Lo que sí confirma esta biografía es que Azaña era un político "intelectual", en el mejor sentido de este término, es decir, alguien que estudiaba a fondo los problemas, tanto a partir de la historia española como por comparación, en especial del modelo francés. Pero intelectuales metidos en política había habido en España desde hacía décadas: desde Salmerón o Azcárate hasta Ortega, pasando por los noventayochistas y los trágicos exégetas del "problema español". ¿En qué se diferenciaba Azaña? De la generación del 98, en que veía en ellos pura rebeldía sin objetivo político, sin plan alguno para reformar el Estado; en que proponían caudillos, hombres providenciales, "cirujanos de hierro", sin comprender que sólo la democracia asentaba la legitimidad del sistema. De Azcárate u Ortega, que no piensan en política, sino en principios ético-filosóficos o en tarea pedagógica. Aunque cabría preguntarse si el propio Azaña no relegó también la política. Porque su propio planteamiento de estadista, sus serios y coherentes diagnósticos histórico-políticos -que hacían de él un ser tan "raro"-, son la base de su convicción y de su atractivo, pero también de su insoportable sentimiento de superioridad, de su convencimiento de que todo lo podía resolver con un discurso. Lo que le llevaba a no dedicar tiempo a organizar un partido, a crear redes de clientelas, a buscar acuerdos con intereses corporativos; que son la esencia de la política.

Otro aspecto en el que esta biografía pulveriza la imagen acuñada por los enemigos de Azaña es el de su supuesto antipatriotismo. Azaña defiende el sentimiento nacional, pero en la línea de Cicerón o Maquiavelo: como orgullo de pertenecer a una sociedad capaz de dotarse de instituciones libres. La nación, así entendida, es para él un instrumento de modernización. Las identidades culturales se forjan, sin duda, a lo largo de siglos, pero sólo son naciones modernas cuando se asocia a ellas el sentimiento de soberanía colectiva sobre el territorio que convierte a los súbditos en ciudadanos. De ahí que las naciones, lejos de ser eternas, sean necesariamente recientes, observación en la que Azaña se adelanta a los enfoques hoy dominantes sobre el tema. La nación en la que él piensa es, además, compleja, y permite el reconocimiento de identidades culturales diversas. Lo que le hace defender el Estatuto catalán (a diferencia de Ortega, que sólo predica "conllevar" el "problema"), como instrumento de modernización, como avance hacia la adecuación del Estado a la realidad social. Siempre, claro está, que no fomente sentimientos patrióticos basados en la identificación étnica, que responden -en palabras del propio Azaña- a un "concepto islámico de la nación y del Estado" y cuyo modo de expresión es el "alarido".

En conjunto, el retrato que de Azaña ofrece Santos Juliá es muy positivo. Se identifica, en buena medida, con su biografiado, en el que apenas aprecia carencias o errores. No se plantea si la actuación de Azaña durante el segundo bienio no coadyuvó al triste final del régimen. No pidió, sostiene Juliá, la disolución de las Cortes tras los resultados electorales de 1933. Pero su pasividad como diputado en 1934-1935 no es coherente con su reiterada defensa del Parlamento como eje de la democracia; y su participación en las maniobras para desbancar a los radicales tras el asunto del estraperlo ayudó a liquidar el centro político en los cruciales meses anteriores a febrero de 1936. Ante la intentona revolucionaria de octubre de 1934, Juliá reconoce su ambigua actitud; y detalla sobre sus iniciativas en pro de una mediación británica durante la Guerra Civil, que en alguna ocasión sobrepasaron sus atribuciones constitucionales.

Los últimos momentos de la vida de Azaña son sobrecogedores. La Guerra Civil, drama personal y colectivo para todos, lo fue en especial para él. Era lo peor que podía imaginar. Todo su esfuerzo por civilizar el sistema político, por crear una nación de hombres libres, se venía abajo. Ante la tragedia sintió horror, asco, tentaciones de dimitir, en especial cuando le llegó la noticia de los asesinatos en la Modelo de Madrid, entre otros el de su antiguo jefe, Melquíades Álvarez. Pero eso no quiere decir, insiste Juliá, que fuera una "tercera España". Supo siempre muy bien que los culpables de la matanza eran quienes habían urdido y perpetrado el golpe de Estado, un crimen de lesa patria. Los siguientes, en orden de culpabilidad, eran las democracias europeas, que habían abandonado al régimen republicano a su suerte. Pero atribuía también responsabilidad a los "leales", por ser incapaces de imponer disciplina e impedir los desmanes de sus grupos más radicalizados. Todo ello explica su aislamiento y su depresión, que le acabó llevando a su shakespeariana agonía de 1940, en un hotel provinciano, protegido por la bandera mexicana de los nazis y los comandos enviados por Serrano Suñer para raptarle y poderle fusilar en España.

Un libro apasionante. Será, durante mucho tiempo, la biografía de referencia de Manuel Azaña.

Fuente: Diario El País, suplemento cultural Babelia. 03/01/2009.

sábado, 28 de agosto de 2010

Leer de otra manera el concepto de Independencia y Bicentenario. Francisco José de Caldas, Antonio Nariño y la independencia colombiana.

El sabio y el precursor
.
Por: Luis Fernando Afanador

LIBROS. Dos biografías de Francisco José de Caldas y Antonio Nariño invitan a leer de otra manera el concepto de la Independencia y el Bicentenario.

Nos gusta limitar los acontecimientos históricos a una fecha. Porque es más cómodo, más fácil a la hora de celebrar. La Independencia de Colombia –con florero incluido– fue el 20 de Julio de 1810. No es cierto: los historiadores, cada vez más, revalúan esa fecha y escuchan las voces de otros protagonistas. Como la de José María Carbonell, quien se atrevió a cuestionar –por confusa– el Acta de Independencia. El virrey Amar había autorizado el cabildo extraordinario, pero eso no era lo que la gente esperaba escuchar. El cabildo le daba poder al ayuntamiento y no al pueblo, como lo habían solicitado. Escribe Carbonell: “Finalmente, el pueblo, cansado por las horas de espera, empieza a desperdigarse, mientras que la Junta de Gobierno da por terminada la revuelta. No obstante, la Independencia no es clara; y, por causa de mi pensamiento, se me ha excluido de las deliberaciones del cabildo, al tiempo que la Junta ha ordenado mi arresto y la pena de cárcel”. Y no podía ser clara una Independencia que inicialmente respetaba el poder del Virrey e invocaba al rey Fernando VII.

¿Cuándo empezó entonces la Independencia? ¿Nueve años después de padecer la crueldad de la reconquista? A los investigadores Stefan Pohl Valero y Eduardo Escallón no les interesan las fechas sino los procesos. Para ellos, la Independencia y la República son un largo proceso que aún no termina. Desde esa perspectiva se acercaron a revisar la vida y la obra de Francisco José de Caldas y Antonio Nariño, dos figuras claves de nuestra historia. O mejor, de nuestras diversas e inacabadas historias.

Aunque Francisco José de Caldas lo ignorara, su avidez de observar los fenómenos naturales y encontrar en ellos una explicación racional tuvo su origen en unos acontecimientos ocurridos en Europa muchos años atrás. “Cuando Felipe V, el primero de los Borbones, se ciñó la corona española, a comienzos del siglo XVIII, este imperio se encontraba en una situación crítica. Sus posesiones mediterráneas estaban amenazadas por otras naciones europeas, la economía se encontraba en quiebra, y las decisiones políticas muchas veces dependían más de los caprichos particulares, que de una institucionalidad fuerte”. Felipe V dio inicio a un manejo distinto del imperio y sus colonias. Son las ‘reformas borbónicas’, que continuadas por Fernando VI y Carlos III dieron lugar a un Estado con mayor control de sus recursos y dispuesto a explotar mejor sus colonias, con riquezas que se preveían inmensas. De ahí nació la apuesta por las ciencias naturales y, por supuesto, la idea de la Expedición Botánica.

¿Sabía Antonio Nariño, el tesorero del diezmo, el consentido de las autoridades españolas, todas las vicisitudes y los largos años de cárcel que le acarrearía su decisión de traducir e imprimir la declaración de los derechos del hombre? No del todo, no en el momento de hacerlo, aunque luego se empoderara de los ideales de libertad y entendiera que para conseguirlos tenía que abandonar sus comodidades y sus privilegios.
La élite criolla llega a la ilustración y a las ideas libertarias sin haberlo buscado, gracias a la caja de Pandora que, sin querer, abren los dominadores españoles. Y no lo hace de un solo golpe ni de manera uniforme. Por eso el largo e inacabado periplo hacia la democracia real. Dice Eduardo Escallón: “El sistema político democrático y el Estado de Derecho que tenemos hoy día los colombianos es fruto de un lento y difícil proceso que se inició con lo que llamamos ‘La Independencia’. Este proceso no ha terminado pues, desde entonces, cada generación ha recibido este sistema, lo ha transformado y lo ha entregado a la generación siguiente. Doscientos años después, sabemos que es nuestra responsabilidad –la de todas las personas– seguir ampliando, profundizando y perfeccionando la democracia, pues no siempre las transformaciones del sistema han ido en este camino”. El subrayado es mío.

Libros:

Eduardo Escallón
La antorcha brillante
Libro al viento, 2009
92 páginas

Stefan Pohl Valero
¡Soy Caldas!
Libro al viento, 2009
85 páginas


Fuente: Semana.com. Sábado 21 Agosto 2010.

Recomendado:

Nueva Granada, Gran Colombia, República de Colombia. Bicentenario de la guerra civil independentista.

jueves, 26 de agosto de 2010

Breve historia del Pan.

Historia del pan

Por: Martín Cabrejos Fernández (Historiador)

Eladio Cabañero, poeta español y uno de los más importantes representantes de la generación de los cincuenta, inicia su hermoso poema "El pan" con la siguiente indicación: "Puesto sobre la mesa el pan premia y bendice"; luego agrega en la primera estrofa: Poned el pan sobre la mesa/Contentaos y quedaos mirándolo/ Para tocar el pan hay que apurar/ Nuestro poco de amor y esperanza.

De todos los alimentos que componen nuestra dieta, el pan es el más emblemático. Se anhela en las mesas más humildes y abundantes. Conocer sobre la historia del pan es, también, conocer algo más sobre nosotros mismos.

Se sabe que los egipcios fueron los primeros en elaborarlo hace 6000 a.C. al descubrir de manera casual la fermentación, aunque muchos atribuyen sus orígenes también al pueblo babilónico. En ambos lugares se han encontrado hornos cronológicamente contemporáneos. El trigo es el elemento esencial para la elaboración del pan. La palabra "Trigo" proviene del vocablo latino Triticum, que significa "Quebrado", "Triturado" o "Trillado".

Los egipcios molían el grano de trigo con dos piedras cilíndricas llamadas Rabi, agregaban agua con lo cual formaban la masa. La masa era colocada en moldes de tierra antes de ser cocinada. El Hori, así llamaban al exquisito pan suave que lograban gracias a la fermentación, era manjar de los faraones. Los egipcios lograron más de 60 clases distintas de pan, muchos de ellos amasados también con leche o miel. Entre ellos tenemos el de centeno, trigo negro, avena, etc. En Mesopotamia y Asiria se elaboraban galletas cocidas que se consumían con cebolla. Se sabe que "Los griegos elaboraban galletas de pasta sin levadura".

Los hebreos consumían el pan ácimo que resulta de la mezcla de harina de trigo, cebada ó maíz con agua y sal. Este fue el tipo de pan que consumía el pueblo judío en su huída de los egipcios y lo llamaban Matzá. Hoy la tradición católica nos invita a comer la hostia que es "Un tipo de pan ácimo en forma de oblea" el cual, consagrado por intervención del sacerdote en el acto de la transustanciación "Admirable y singular conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo" según el Concilio de Trento en 1547, nos concede el alimento que nos lleva a la Vida Eterna, alimento verdadero y sin igual.

La expansión del consumo de pan se logró a través de las conquistas territoriales del Imperio Romano aunque en Roma tal consumo correspondía a los miembros de la aristocracia. Solo en la Península Ibérica el pan había sido anteriormente introducido por los celtíberos que eran una de las tribus celtas de dicha península y que tuvieron el control de la región hasta la conquista romana. En pueblos como India se consume, desde aquellos tiempos, panes ácimos conocidos como Roti, Chapati y Phulka.

Durante la Edad Media los problemas climáticos sumados a la crisis rural y demográfica originan un descenso del cultivo de cereales que ocasiona una terrible hambruna complicada por la peste. En este tiempo el pan se elaboraba solo en los monasterios. Posteriormente, con el paso del tiempo, el consumo masivo de pan se normaliza pasando a ser responsabilidad del gremio de panaderos.

En el continente asiático se consume hasta hoy el pan ácimo con denominaciones como Mochi, Pita. En Asia existen también los panes Paratha y Puris que son elaborados con aceite.

Fuente: Diario Correo (Perú). 23 de Mayo del 2010.

domingo, 22 de agosto de 2010

Ruptura de las relaciones diplomáticas Perú-Estados Unidos (1860). Federico L. Barreda, agente confidencial en Washington.

Secretario de Estado William Seward (1801-1872)

La información como arma diplomática

Comunicación veloz. Hoy, la tecnología permite prontitud en el envío de documentos, facilitando a la cancillería dar respuestas internacionales oportunas. En los albores de la diplomacia peruana, el asunto dependía de los reflejos y capacidades del jefe de misión.

Por: Rosa Garibaldi
Historiadora y diplomática peruana.

Hoy los medios tecnológicos permiten a la cancillería suministrar –de forma inmediata y segura– información relevante a sus misiones en el exterior. Cosa muy distinta ocurría a mediados del siglo XIX. Ya entonces la cancillería se empeñaba en asegurar que las misiones en el exterior estuvieran provistas de información adecuada para apoyar la posición peruana, en particular sobre reclamos extranjeros. La respuesta inmediata para enfrentar las crisis dependía, sin embargo, de la capacidad profesional y jurídica del jefe de misión.

Relaciones interruptas

Sobresalió en este campo, Federico L. Barreda. En 1861 fue nombrado agente confidencial en Washington por el presidente Ramón Castilla. La designación se dio en plena ruptura de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, pues, Castilla optó por no ceder al reclamo norteamericano por el embargo de dos naves: Lizzie Thompson y Georgiana. Ambas habían cargado guano ilegalmente en las islas de Lobos, amparadas en una licencia otorgada por el grupo insurrecto de Manuel Ignacio Vivanco. El objetivo de la misión de Barreda era reanudar las relaciones diplomáticas sin ceder.

El gran gestor

Federico Barreda inició su trabajo en Washington, a la edad de 24 años. Fue el primer paso para una extraordinaria carrera diplomática que lo llevaría a Washington, Londres y París. Se trataba, de un muy bien preparado jurista y empresario. Conocía el marqueteo pues con su hermano Felipe, había sido consignatario del guano, en Estados Unidos. Era muy dado a procedimientos creativos e imaginativos para la comunicación.

Tres meses antes de que el presidente electo Abraham Lincoln asumiera el mando, Barreda publicó un folleto de 140 páginas: “La cuestión entre los Estados Unidos y el Perú”. Allí expuso el punto de vista peruano sobre el reclamo estadounidense por la confiscación de las naves. Se distribuyeron mil a periódicos importantes y otras publicaciones, así como a personajes en Washington y otros lugares que pudieran interesarse e influir en pro de la causa peruana. Para esta campaña, Barreda contrató al publicista y editor E.E. Dunbar quien enviaba artículos –como cartas al editor– a varios importantes periódicos.

Influyente publicación

Ni bien publicado el folleto, los diarios de Nueva York comenzaron a discutir el tema en su verdadera dimensión, y muchos periódicos –incluyendo el amigable “New York Times”– expresaron su abierta defensa a la causa peruana. El 4 de abril de 1862, el diario “La Prensa”, en Lima, informaba: “el folleto del señor Barreda es un modelo de argumentación concisa y prueba obvia del talento de su autor y de su facilidad en escribir en inglés…”.

El punto central en la información era la defensa de un claro principio: “¿Puede un grupo de especuladores apropiarse temporalmente de los depósitos de guano y privar al Gobierno del Perú de su propiedad y más valiosa fuente de recursos y hacerlo bajo la protección de la bandera norteamericana? Sometemos esta pregunta a la prensa y al pueblo de Estados Unidos”.

Poder y palabra

En once impactantes y fundamentados argumentos, Barreda demolió lo esgrimido por el Gobierno Estadounidense. En su noveno argumento fue particularmente incisivo refiriéndose al peligro que enfrentaba el gobierno de la Unión, con la insurrección de los estados del sur: “Su causa [la del Perú] es la causa de la América hispana y podría ser la causa de los Estados Unidos si –Dios no lo permita– conmociones internas llegaran desafortunadamente a interrumpir la paz y la prosperidad de esta nación”.

“Para juzgar los resultados de la imposición de los principios anunciados por el presidente James Buchanan, debemos examinar qué efecto tendrían en Estados Unidos en caso de una conmoción interna y decidir si el gobierno legal de la Unión está dispuesto a ser regido por la misma teoría de conceder a insurrectos los derechos de beligerantes y de consentir la expoliación de la propiedad nacional por un grupo de especuladores, ayudados y protegidos por naves mercantiles extranjeras cuyos dueños saben que lo que están haciendo es contrario a las leyes de la Unión”.

En el punto décimo abordó otro asunto esencial: “El Perú ofreció aceptar el arbitraje por cualquier gobierno europeo seleccionado por el presidente de Estados Unidos. Pero él se niega. Persiste en su reclamo e instruye a su ministro partir del Perú, interrumpiendo las relaciones diplomáticas entre ambos países. ¿Tiene temor el presidente Buchanan que la decisión podría ser favorable al Perú? El temor implica una duda sobre la corrección de su posición, y, en tal caso, imponer su demanda con el respaldo del poder irresistible de Estados Unidos, significa asumir una actitud dictatorial hacia una nación cuya fuerza nace de la firmeza de sus convicciones pero materialmente se encuentra incapacitada para respaldarlas”.

Corriente favorable

Los argumentos de Barreda fueron comentados favorablemente en numerosos periódicos y sirvieron para informar a miles de lectores norteamericanos sobre la posición peruana en este impasse. El apoyo del público informado fue útil cuando presentó la causa ante el secretario de Estado William Seward y el presidente Abraham Lincoln. La investigación para realizar la publicación le proporcionó, además, un conocimiento sólido para respaldar sus alegatos. Federico Barreda –acreditado como ministro en 1862 en cuanto se reanudaron las relaciones diplomáticas– contribuyó a que el Gobierno Estadounidense aceptara la medida invocada inicialmente por el gobierno de Castilla: someter el reclamo a un árbitro imparcial. El rey de los belgas, Leopoldo I, seleccionado por Estados Unidos, le dio la razón a nuestro país.

Fuente: Diario El Comercio, suplemento cultural "El Dominical". Domingo 22 de Agosto del 2010.

Recomendado:

Historia de las relaciones diplomáticas entre el Perú y EE.UU. La figura de John Randolph Clay.

sábado, 21 de agosto de 2010

La Batalla de Arica y el significado histórico-ético de Francisco Bolognesi.

Arica: 130 años

Por: Antonio Zapata (Historiador)

La batalla de Arica marcó la derrota definitiva del ejército peruano del sur y consumó la amputación territorial del país. Para aquel entonces, ya estábamos perdidos: el mar era chileno, Grau estaba muerto, la invasión terrestre se había impuesto y el país venía de perder el departamento de Tarapacá. El verdadero objetivo económico de la guerra –la riqueza salitrera– pasó a alimentar la máquina de guerra de Chile. El salitre peruano y boliviano fue puesto al servicio de la empresa de conquista. Por su parte, los mercados internacionales funcionaban a pleno vapor, transformando el caliche en pólvora, que se abatiría sobre los últimos soldados del Perú.

Peor aún, en Tacna pocos días atrás, se había consumando la derrota del ejército aliado peruano-boliviano. En síntesis, ya se había perdido el territorio en disputa e incluso había desaparecido el ejército de línea. Cuando Bolognesi y su junta de oficiales rechazan la oferta de rendición con honores, al Perú ya no le quedaban esperanzas de victoria. Cabe preguntarse por qué esa junta adoptó una decisión que –mirada desde fuera– puede parecer poco racional y, sin embargo, es de tanto significado en la historia nacional.

Francisco Bolognesi dirigió varias comunicaciones al exterior cuando ya estaba encerrado por mar y tierra. Fueron mensajeros que cruzaron las líneas enemigas y llevaron cartas que se han conservado. Varias de ellas, llevan la famosa frase “apure Leiva”, que revelan cómo en Arica aún había una loca esperanza.

Pero otra comunicación dirigida al contralmirante Lizardo Montero revela el verdadero pensamiento de Bolognesi. Dice el héroe que se sostendrá hasta el final porque todo el Perú está en vilo mirando a la guarnición de Arica. Sabía que se estaba formando la opinión pública y educándose el carácter nacional. Después de la guerra nada será igual y el trauma de los cañones anuncia el modo de ser de las naciones. Bolognesi quiso intervenir decididamente en esa educación.

Su aporte fue reforzar el prototipo de héroe peruano de aquella infausta guerra. Grau había marcado el camino y Bolognesi quiso ser una nueva vuelta de tuerca. Eran guerreros que sabían su destino y entraban a la batalla sin miedo, listos para entregar la vida por una causa que consideraban sublime: su noción de patria.

De este modo, Francisco Bolognesi contribuyó decisivamente a definir un rasgo de nuestro carácter como nación. Ese ideal resalta el honor de luchar hasta el fin sin importar la condición de inferioridad. Bolognesi lo encarna sin duda alguna; su enemigo terrestre multiplicaba su fuerza y asimismo estaba rodeado por mar; toda la orgullosa escuadra chilena había confluido para batir a las defensas de tierra. No obstante estar artillado, el morro era débil en comparación al poder de fuego de la armada enemiga. Pero no importaba. El Perú lo estaba mirando y él debía ofrecer una lección. Un mensaje que estaba dirigido a todos nosotros y que buscaba formarnos como comunidad.

Manuel González Prada lo plantea claramente en el discurso del Politeama, donde sostiene que la generación del guano perdió la guerra al despilfarrar las riquezas naturales por sensualidad, egoísmo e irresponsabilidad. Esa generación estaría eternamente condenada si no fuera por dos de sus hijos: Grau y Bolognesi, que a juicio del escritor radical que fue González Prada, salvaron al Perú porque rescataron su autoestima. Le dieron sentido y justificaron su existencia.

De acuerdo con González Prada, no tendríamos derecho a llamarnos patria, si no fuera por esa multitud de peruanos y peruanas que, a la hora de la guerra con Chile, supieron ofrecer la vida por valores colectivos que nos hermanan como comunidad nacional.

Fuente: Diario La República. Mié, 30/06/2010.

Recomendado:

La batalla de Miraflores y la ocupación de Lima de 1881.

domingo, 15 de agosto de 2010

Historia de la masacre de Accomarca (Ayacucho). Encubrimiento del Estado y lucha por la justicia.

Accomarca: 25 años buscando justicia

Por: Marcelo Puelles (Periodista)
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Un cuarto de siglo después de la masacre de 69 personas en la localidad ayacuchana de Accomarca, el juicio oral no comienza y el gobierno de Estados Unidos no extradita al principal acusado, el mayor EP Telmo Hurtado, para su juzgamiento.

Teófila Ochoa señala la imagen de un hombre con bigotes, de mirada fría e inexpresiva. Es Telmo Hurtado, un militar bautizado por la prensa extranjera como “El Carnicero de los Andes”. Ella y el militar han estado frente a frente en dos ocasiones, la primera hace 25 años, el 14 de agosto de 1985, día en que este mayor del Ejército Peruano en situación de retiro dirigió la masacre de 69 personas en el poblado ayacuchano de Accomarca.

La segunda vez que se vieron fue el 11 de febrero del año 2008, cuando ella testificó ante un tribunal federal de Miami que procesó y sentenció a Hurtado por esa masacre. La justicia norteamericana lo condenó a pagar una reparación civil de 37 millones de dólares a los deudos.

Teófila ha contado varias veces ambos encuentros, pero los miembros de la Asociación de Familiares Afectados por la Violencia en Accomarca quieren volver a escuchar cómo Hurtado, con grilletes en los pies y vistiendo un buzo color gris, fue presentado ante un juez, a miles de kilómetros de distancia.

-¿Cuando lo viste no te dieron ganas de decirle algo?, le preguntan.

-Quería gritarle “asesino, malograste la vida de muchas familias”. Pero me controlé porque si no el juez me sacaba de la sala, explica ella. Hurtado, con su misma mirada inexpresiva, dijo que no estaba obligado a escuchar el testimonio de Teófila Ochoa y Cirila Pulido, sobrevivientes de la masacre. Entonces se retiró de la sala. Para los deudos, saber que Hurtado ha recibido una condena civil es una esperanza de alcanzar justicia en nuestro país, puesto que el tribunal norteamericano determinó que sí dirigió la matanza.

-Cobarde, no se quedó en la sala. Yo no le tuve miedo, dice Teófila; aunque luego comenta que sus recuerdos la atormentan desde que tenía 11 años de edad.

Hurtado aparece en sus sueños, con unos lentes negros, como de aviador, gritando y dando órdenes. “Reunión en la plaza, reunión”. Es mentira, comienzan los disparos. Teófila corre y se esconde detrás de una roca, mientras las balas le zumban en la cabeza. Hurtado ordena prender fuego a las casas. “Terroristas malditos, quémenlos”. A los sobrevivientes los meten a una casa y les lanzan granadas. Los niños lloran, ella le tapa la boca a su hermanito. Hurtado voltea, la mira y se acicala el bigote. Teófila despierta y llora. Cinco de sus hermanos y su mamá fueron asesinados.

Tras una investigación realizada por el Senado, Hurtado fue condenado en el fuero militar a 6 años de prisión al ser hallado responsable del cargo de abuso de autoridad. Años más tarde encontró una puerta de escape: se acogió a la Ley de Amnistía. Pero en 2002, cuando la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) toma interés por el caso Accomarca, su condena es anulada y fuga del país. Previamente pidió su pase al retiro. Actualmente está detenido en Estados Unidos, a la espera de que el Tribunal de Apelaciones del Estado de Florida resuelva una apelación que presentó cuando una resolución ordenó su extradición al Perú para que sea juzgado.

Cirila Pulido, otra sobreviviente de la masacre de Accomarca, recuerda también que aquel 14 de agosto de 1985 incursionaron en su pueblo las patrullas militares Lince 6 y Lince 7 al mando de los oficiales Manuel Rivera Rondón y Telmo Hurtado, con la finalidad de cumplir el Plan Operativo Huancayocc. Cirila dice que los hechos ocurrieron un miércoles. Durante ese fin de semana los gallinazos picotearon la tierra buscando restos humanos para engullir. Cuando los gallinazos desaparecieron los sobrevivientes salieron de sus escondites y encontraron todo calcinado.

La CVR investigó el caso y en 2003 lo derivó al ministerio Público, institución que continuó las pesquisas. En febrero de 2005 la fiscal de derechos humanos de Ayacucho, Cristina Olazábal, formalizó la denuncia penal, en la cual incluyó a Alan García.

Luego, el 31 mayo de 2005, el Tercer Juzgado Penal Supraprovincial de Lima abrió proceso penal contra 29 personas. Excluyó a García de la denuncia por genocidio y esa acusación le valió una denuncia por prevaricato a la fiscal Olazábal, pues ese delito no existía en el Código Penal cuando ocurrieron los hechos. Sin embargo, apunta la abogada Karim Ninaquispe, defensora legal de las víctimas de Accomarca, “la denuncia contra la fiscal Olazábal fue una represalia por haber denunciado a García”.

Aún no empieza el juicio oral y está pendiente la extradición de David Castañeda, otro militar involucrado en este caso. Él está también en Estados Unidos, en Boston. Durante un año el ex ministro de Justicia, Aurelio Pastor, retuvo el expediente de su extradición, el cual fue presentado en enero de este año. El proceso avanza a paso muy lento, ya que las autoridades judiciales de Estados Unidos han pedido información de Castañeda a la Sala Penal Nacional, pero este tribunal no la envía.

Sobre la situación de Manuel Rivera Rondón, la abogada Ninaquispe precisó que abandonó el Ejército cuando fue denunciado y fugó, hasta que el 15 de agosto de 2008 fue deportado al Perú. Ni bien puso un pie en territorio peruano fue detenido y recluido en el penal “Miguel Castro Castro”, pero en noviembre del año pasado el juez Armando Salvador Neyra lo mandó a su casa.

La misma suerte han tenido otros procesados, quienes fueron liberados por exceso de carcelería sin sentencia. Por ejemplo, el último 25 de julio la Sala Penal Nacional dispuso la libertad de Remo Salas Ávila por haber excedido el plazo máximo de detención. Pompeyo Baldeón Sulca, hijo de Bonifacia Sulca, otra víctima de la masacre, manifestó su indignación por la liberación de Salas. “Son 25 años que venimos pidiendo sanción a los responsables. Así como han liberado a este soldado, los militares que estaban al mando de estas matanzas están en sus casas”, enfatizó Pompeyo. La Tercera Fiscalía Penal ha formalizado la denuncia penal correspondiente solicitando 25 años de prisión para los procesados por esta masacre, la misma cantidad de años que llevan esperando por justicia las víctimas. “25 años ya no es sólo un retraso, sino un encubrimiento”, sentenció Ninaquispe.

HOMENAJE

Ayer se realizó en el Memorial El Ojo que Llora una misa en conmemoración a los 25 años de la masacre de Accomarca. La ceremonia fue oficiada por el sacerdote Gastón Garatea. También hubo un acto cultural y colocación de ofrendas florales.

Fuente: Diario La Primera (Perú). Domingo 15 de agosto del 2010.
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"La nueva ruta de la seda" y el nuevo reparto mundial de la riqueza.

Universidad de Nalanda, la más antigua del mundo

Nalanda y Juan Manuel Santos

Por: Alfredo Barnechea (Analista político)

Ustedes se preguntarán qué es Nalanda, o qué tiene que ver con el nuevo Presidente de Colombia.

Déjenme contarles esta historia fascinante, que expresa el desplazamiento histórico del mundo.

En dos años se reabrirá Nalanda, en el estado indio de Bihar, ochocientos años después que fuera destruida.

¿Pero qué era Nalanda? Una gran universidad, un gran centro intelectual budista que, en su esplendor, acogía más de diez mil estudiantes de todo Asia. El año 1193 los invasores turcos la arrasaron y quemaron su legendaria biblioteca. Se había fundado el siglo III de nuestra era.

Se supone que las universidades más antiguas del mundo son las de Bolonia y París, fundadas no antes de mediados del siglo XII (aunque Bolonia reclama haber comenzado a fines del XI). Es decir, Nalanda era novecientos años más vieja.

Su reapertura, promovida por mi antiguo profesor, Amartya Sen, significa por tanto la resurrección de un viejo centro de civilización, y es comprensible que vaya a contar con el apoyo de Oxford, Cambridge y Harvard.

Es también muy interesante, y revelador de la naturaleza pluralista de la India, que ese centro budista reciba el apoyo de un gobierno indio de mayoría hindú.

Es una metáfora, en el plano cultural, del gran cambio económico de nuestro tiempo, que en cierto sentido también es una resurrección. Porque lo que la China y la India contemporáneas están haciendo es volviendo al nivel primogénito que tenían en la economía del mundo antes de la Revolución Industrial.

Nada refleja mejor esta "vuelta" que el desempeño de los BRICs, palabra que fue acuñada el 2001 por el economista jefe de Goldman Sachs, Jim O'Neill, para unir a Brasil, Rusia, India y China.

Este año y el próximo crecerán cerca de 9 por ciento, contra poco más del 2 de los países del G-7. Representan el 13 por ciento del comercio mundial, y contribuyen con la mitad del crecimiento de la economía del planeta.

Asimismo, el comercio que más crece es entre países emergentes, sobre todo en Asia. Se cree que ésta consumirá 75 por ciento de cada barril extra de petróleo consumido en la próxima década.

Economistas del HSBC han llamado a esto "la nueva ruta de la seda", en memoria de la que fue, por siglos, la ruta de exportaciones de la China a Europa. Las exportaciones de China a países emergentes ahora representa el 9,5 por ciento del PBI de su producto, 7,3 en el caso de la India, y 6,3 en el de Brasil.

Es a la luz de este gigantesco cambio planetario que debemos ver el futuro de América Latina.

Lo cual me lleva a la asunción de mando de Santos. He asistido a otras transmisiones de mando en Colombia, y esta es la primera vez que estaban prácticamente todos los presidentes latinoamericanos, con la excepción de Chávez. Lo que demuestra una comunidad de intereses, y la percepción que estamos ante una oportunidad nueva.

Económicamente, América Latina está probablemente partida en dos, a la altura de Panamá. Hacia el norte, plegada más bien a la suerte de Estados Unidos. Al sur, Sudamérica como una gran plataforma más independiente, más homogénea, susceptible de aprovechar quizá mejor el nuevo reparto mundial de la riqueza.

Tiene petróleo, gas, agua, en mayor cantidad que Norteamérica. Es decir, tiene los recursos que el resto del mundo apetece, en un momento en que los "términos de intercambio" han virado a su favor.

Eso se encuentra con la expansión del Asia, primordialmente de China y la India, que cumple la función de locomotora que la "eurozona" (que no se llamaba todavía así) cumplió para los países latinoamericanos a fines del siglo XIX y principios del XX, después del fin de la guerra franco-prusiana.

Esa "ventana de oportunidad" está sostenida, en casi todos los países de la región, por una estructura demográfica, con poblaciones jóvenes, y masiva inversión en educación como en el caso del Perú, que proveen de una "ventana de oportunidad" por una o dos décadas, antes que esa estructura cambie y se cierre esa oportunidad. Como se sabe, esto fue un elemento clave en el despegue al desarrollo de naciones como Corea.

Para el Perú, este contexto es la ocasión para saltar al desarrollo. Para lo cual tiene que crear, por un lado, infraestructura y conectividad para la economía global y, por otro, equidad. Esta equidad tiene dos rostros: equidad social en general, y equidad que borre las asimetrías regionales.

No tuvimos Nalanda, en el siglo III. Pero tuvimos San Marcos, cuando Harvard no había sido ni siquiera fundada. Y desde el siglo XIX tuvimos por ejemplo el colegio Guadalupe, una fuente de educación laica y republicana, con frutos democratizantes semejantes al gran sistema del liceo francés.

El ejemplo de Nalanda debería entonces servirnos de inspiración.

Pensaba en estas cosas, sentado en la plaza de Nariño, en medio del sol y la lluvia que se alternaban, mientras veía jurar a Juan Manuel Santos como Presidente de Colombia.

Fuente: Diario Correo (Perú). Domingo 15 de Agosto del 2010.
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Origen del nombre "Arequipa". Historia y personajes de la ciudad blanca.

Bajo el volcán

Arequipa de fiesta. La Ciudad Blanca cumple hoy 470 años de fundación por el capitán español Garci Manuel de Carbajal.

Por: Antonio Muñoz Monge

Cuna del rocoto, ciudad caudillo, magnánima y voluble; cuna de las revoluciones, tierra de la legalidad y el civismo; cuna del yaraví y de las proclamas libertarias. De muchas maneras se la llama a Arequipa, fundada el 15 de agosto de 1540. Sobre su nombre, una versión dice que el fundador, capitán Garci Manuel de Carbajal, legó a la posteridad la respuesta: Ari qqepay (Sí, quedaos), atribuida a Mayta Cápac, cuando sus súbditos, maravillados con el valle del río Chili, le preguntaron si podían poblar la zona.

Ciudad inteligente

La primera imprenta del Perú se estableció en Arequipa, convirtiéndola en ciudad muy ilustrada. Allí se fundó, también, la Academia Lauretana de Ciencias y Artes (10 de diciembre de 1821), que para 1825 originó el Colegio Nacional de la Independencia Americana y en 1828 la Universidad de San Agustín. Hechos que proyectaron su categoría intelectual.

Tierra de ilustres

Arequipa es tierra de personajes ilustres, aquí unos nombres.

Mariano Melgar: poeta y prócer de la independencia, fusilado en 1815 a los 24 años tras la Batalla de Umachiri. Melgar es ejemplo de entrega libertaria y el precursor del nacionalismo literario: recuperó el harawi inca como yaraví.

Juan G. Valdivia: el famoso Dean Valdivia, Cabeza de Cabildo en las Catedrales, nació en Cocotea, distrito El Tambo, el 12 de julio de 1796, para convertirse en un gran orador y figura de los movimientos revolucionarios arequipeños. Fundó la Academia Lauretana, el Colegio Nacional de la Independencia Americana y la Universidad San Agustín (fue rector en dos períodos). Valdivia publicó libros de obligada referencia: “Biografía del Gran Mariscal Ramón Castilla” y “Memoria sobre las revoluciones de Arequipa”. Murió a los 88 años de edad, en olor a multitud.

Francisco Javier de Luna Pizarro: Nació en Arequipa en 1780 y falleció en Lima en 1855. Se desempeñó como rector del Colegio de Medicina de San Fernando, fue diputado por Arequipa y presidente del Primer Congreso Constituyente de 1822 y del de 1827. Luna Pizarro redactó las Bases de la Constitución y, en 1845, fue arzobispo de Lima.

Y se llama Perú

En el libro “Gente de mi tierra”, el gran muralista Teodoro Núñez Ureta —otro ilustre characato— brinda las claves para un entendimiento del Perú. Su concepto de provincia y provinciano es uno de ellos: la historia del provinciano es la de millones de compatriotas que viven a lo largo y ancho del territorio, muchas veces marginados. Núñez Ureta proclama: “Todo el Perú es una provincia al margen de la vida nacional”.

El prócer

Siguiendo con los arequipeños ilustres, tenemos a Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, prócer de la independencia, nacido en Pampacolca, provincia de Castilla. Célebre autor de la “Carta a los españoles americanos” (1792), que inspiró a Bolívar, San Martín, Sucre y a toda una legión que luchó por la independencia de América.

El gran filósofo

“En el panorama peruano, Arequipa tiene el carácter de una ciudad síntesis. Es serrana por la geografía y es costeña desde el punto de vista étnico y social [...]. Arequipa tiene un alma romántica que ha de reflejar la altivez castellana y la abrumadora nostalgia aborigen. El yaraví, por eso, es al mismo tiempo hermano de los cantares castellanos y eco de las canciones indígenas”, escribió arequipeñísimo el escritor, filósofo y diplomático Víctor Andrés Belaunde.

Sobre Arequipa

Para Blas Valera y Garcilaso, es voz aimara: ari qquepan (caracola o trompeta de guerra).

El cusqueño Juan de la Cruz y el alemán E. Middendorf dicen que viene del aimara ari qhipaya (detrás del pico), referido al Misti.

Según los incas, era el lugar detrás de los volcanes: ariq qipa.

En Bolivia dicen que deriva del aimara Aruqquipas (hombres que hablan arupuquina, lengua extinta).

Fuente: Diario El Comercio, suplemento cultural "El Dominical". 15 de Agosto del 2010.

sábado, 14 de agosto de 2010

Historia crítica de la Iglesia católica. Concordatos y silencios cómplices en el siglo XX.

El arzobispo Pacelli, futuro Papa Pío XII, abandona el palacio presidencial en Berlín, en marzo de 1929 (foto Keystone/Sigma, Londres, ilustra la edición española del libro El Papa de Hitler, la verdadera historia de Pío XII, de John Cornwell, Planeta, Buenos Aires, 2000.

Silencios ominosos, condenas inmisericordes

La Iglesia católica del siglo XX, que legitimó tantas dictaduras y mantuvo en secreto la pederastia de algunos de sus miembros, ha sido implacable con aquellos teólogos de honestidad intachable que se atrevieron a disentir.

Por: Juan José Tamayo*

Silencios ominosos y condenas inmisericordes. Esa ha sido la actitud del Vaticano y de buena parte de la jerarquía católica durante los últimos 70 años. Silencios ominosos ante masacres y crímenes contra la humanidad y sus responsables. Condenas inmisericordes contra teólogos y teólogas, sacerdotes, obispos, filósofos, escritores -cristianos o no- por ejercer la libertad de expresión y atreverse a disentir; condenas todas ellas contra toda lógica jurídica, que establece que "el pensamiento no delinque". Silencios ominosos sobre personas sanguinarias, ideologías totalitarias y dictaduras militares con las manos manchadas de sangre. Condenas inmisericordes a hombres y mujeres de manos limpias, de honestidad intachable, de ejemplaridad de vida.

El más grave de esos silencios fue, sin duda, el de Pío XII ante los seis millones de judíos, gitanos, discapacitados, homosexuales, transexuales, gaseados y llevados a las piras crematorias de los campos de concentración del nazismo. Ya antes, siendo secretario de Estado del Vaticano firmó, en nombre de Pío XI, el Concordato Imperial con la Alemania nazi bajo el Gobierno de Hitler. Ahí comenzó su complicidad con el nazismo. Uno de los intelectuales más madrugadores en la denuncia de tamaño y tan ominoso silencio fue el dramaturgo alemán Hochulth en su obra de teatro El Vicario, estrenada en 1963.

En 1953 Pío XII firmó un Concordato con Franco, legitimando la dictadura, mientras guardaba silencio sobre la represión franquista después de la guerra civil, que costó decenas de miles de muertos.

Un año más tarde hacía lo mismo con el dictador Rafael Trujillo, presidente de la República Dominicana, sin condenar sus abusos de poder y sus crímenes de Estado.

En la década de los cuarenta del siglo pasado, el cardenal Emmanuel Célestin Suhard, arzobispo de París, autorizó a algunos sacerdotes y religiosos a trabajar en las fábricas. El dominico Jacques Loew lo hizo como descargador de barcos en el puerto de Marsella. Monseñor Alfred Ancel, obispo auxiliar de Lyon, fue cura-obrero durante cinco años. La experiencia fue inmortalizada por Gilbert Cesbron en la novela Los santos van al infierno. Pero pronto se frustró. Los sacerdotes obreros fueron acusados de comunistas y subversivos, cuando lo que hacían era dar testimonio del Evangelio entre la clase trabajadora alejada de la Iglesia y descreída, compartiendo su vida y sus penalidades, identificándose con sus luchas, ganando el pan con el sudor de su frente. En vez de hacer oídos sordos a las acusaciones, Pío XII las dio por ciertas y pidió a los sacerdotes que abandonaran el trabajo en las fábricas y se reintegraran en el trabajo pastoral en las parroquias y a los religiosos que se incorporaran a sus comunidades, al tiempo que ordenaba a los obispos franceses que enviaran a los sacerdotes obreros a los conventos para ser "reeducados".

Otro largo, ominoso y cómplice silencio ha sido el guardado ante los abusos sexuales de sacerdotes, religiosos y obispos con niños, adolescentes y jóvenes a lo largo de más de medio siglo en parroquias, noviciados, seminarios, casas de formación, curias religiosas y casas de familias de numerosos países, abusando de la autoridad del cargo y de la confianza depositada por los padres en ellos.

Hasta el Vaticano llegaron las denuncias contra el fundador de La Legión de Cristo, el mexicano Marcial Maciel. Pero no fueron tenidas en cuenta o fueron archivadas. Lo que le daba a Maciel patente de corso para seguir cometiendo crímenes sexuales contra personas vulnerables e indefensas abusando de su poder e influencia como fundador y del apoyo de los papas y de los obispos.

Condena inmisericorde fue la que cayó, como una losa, contra la Nouvelle Théologie en la encíclica Humani generis (1950), de Pío XII, seguida de sanciones contra los teólogos más representativos de dicha tendencia: Henry de Lubac, Karl Rahner, Yves M. Congar, Dominique Chenu... ¿Delito? Hacer teología en diálogo con la modernidad, buscar la unidad de las Iglesias a través del ecumenismo, enterrar definitivamente las guerras de religión. ¿Sanciones? Censura de publicaciones teológicas, destierros (Congar, luego cardenal, sufrió tres destierros), prohibición de escribir y de predicar, expulsión de las cátedras, colocación de algunas de sus obras en el Índice de Libros Prohibidos y retirada de las bibliotecas de los seminarios y facultades de teología, expulsión de las congregaciones religiosas, y, a veces, cárcel.

Unos meses antes de que Juan XXIII inaugurara el concilio Vaticano II, el cardenal Alfredo Ottaviani, que ejercía de Gran Inquisidor al frente de la Congregación del Santo Oficio, dirigió a los obispos de todo el mundo la carta Crimen sollicitudinis, en la que instruía sobre las medidas a tomar en determinados casos de abusos sexuales por parte de los clérigos: exigía que fueran tratados "del modo más reservado" los casos de solicitud en la confesión e imponía "la obligación del silencio perpetuo". Más aún, a todas las personas involucradas en dichos casos (incluidas las víctimas) se las amenazaba con la pena de excomunión en caso de no observar el secreto. El silencio se mantuvo durante los pontificados de Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta hace unos meses.

Con el concilio Vaticano II pareciera que se iban a contener las sanciones y se iba a levantar el velo de silencio contra los crímenes de lesa humanidad. Pero no fue así. Con motivo de la publicación de la encíclica Humanae vitae (1968), de Pablo VI, que condenaba el uso de los métodos anticonceptivos, se produjeron nuevos procesos, censuras, prohibiciones y condenas contra los teólogos que disintieron. Dos ejemplos emblemáticos: Edward Schillebeeckx y Bernhard Häring, asesores del Vaticano II e inspiradores de algunos de sus textos renovadores, fueron sometidos a severos juicios por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Mientras se endurecían las condiciones de los procesos eclesiásticos en manos del Santo Oficio (aceptación de denuncias anónimas, indefensión del reo ante los tribunales eclesiásticos, las mismas personas que instruían el proceso eran las que juzgaban y condenaban, imposibilidad de apelación...), el mismo organismo vaticano imponía silencio sobre los crímenes de pederastia, protegía a los culpables, los absolvía sin ningún propósito de la enmienda y, como mucho, les daba un nuevo destino pastoral, a veces sin siquiera avisar de las verdaderas razones del traslado a los obispos y sacerdotes vecinos.

En la carta De delictis gravioribus, de 2001, el cardenal Ratzinger ratificaba el silencio impuesto por el cardenal Ottaviani 40 años atrás. Mientras tanto, en numerosos documentos condenaba la homosexualidad, considerando "objetivamente desordenada" la mera inclinación homosexual y "moralmente inaceptables" las relaciones homosexuales, y exigiendo la expulsión de los candidatos al sacerdocio homosexuales de los seminarios. Hace unos días fue expulsado de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino de Roma el teólogo alemán David Berger por hacer pública su homosexualidad. Mientras la mantuvo en secreto, no hubo problemas. ¡El cinismo vaticano no tiene límites!

Recientemente la Congregación para la Doctrina de la Fe ha hecho algunas modificaciones al documento de 2001 que, bajo la apariencia de endurecer las penas, empeoran las cosas al calificar como delitos graves y punibles la ordenación sagrada de las mujeres, la apostasía, la herejía y el cisma al mismo nivel que la pederastia.

Para el Vaticano, afirma la teóloga feminista Rosemary Redford Ruether, "intentar ordenar a una mujer es peor que el abuso sexual de un niño. El abuso sexual de un niño por un sacerdote es un desliz moral deplorable de un individuo débil... El intento de ordenar a una mujer es una ofensa sexual, una contradicción de la naturaleza del Orden Sacerdotal, un sacrilegio, un escándalo". Otra condena inmisericorde más contra las mujeres, mayoría silenciada en la Iglesia católica. ¿Hasta cuándo?

(*) Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant Lo Blanc, Valencia).

Fuente: Diario El País (España). Sábado, 14/8/2010.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ideas falsas sobre la independencia del Perú. Pensamiento reaccionario y emancipación tardía.

Promulgación de la Constitución de 1812, por Salvador Viniegra

Dos ideas falsas

Por: Antonio Zapata (Historiador)

Sobre la independencia nacional circulan ampliamente dos ideas equivocadas. Primera, que el Perú fue el último país latinoamericano en liberarse. Segunda, que en esta coyuntura Lima adoptó una postura reaccionaria. Conviene hacer una precisión porque ambas ideas, además de erróneas, son negativas para la autoestima nacional.

En realidad, una serie de países se liberaron después que el Perú. Por ejemplo, México se emancipó en setiembre de 1821, cuando Agustín de Itúrbide, cambiándose de bando, inauguró el breve imperio mexicano, que constituye su ruptura efectiva con España. Es el mismo caso de Brasil, que se proclamó independiente recién en 1822, cuando Pedro se negó a retornar al Portugal, consumando la emancipación de la ex colonia lusitana.

No son los únicos casos, tanto Bolivia como el Ecuador son posteriores al Perú independiente. Bolivia adquirió su libertad en 1825, después de la batalla de Ayacucho, al derrumbarse el ejército de Olañeta, que era la última tropa realista de América del Sur. Por su parte, Quito quedó libre después de la batalla de Pichincha, que ocurrió en mayo de 1822. Incluso, un batallón peruano participó del bando patriota en esa batalla, estaba al mando de Santa Cruz y se puso a órdenes de Bolívar.

Así, el Perú no es el último, ya que se halla delante de Brasil. México, Ecuador y Bolivia. Pero, salvo Brasil, todos estos países ya festejaron su bicentenario. Sucede que han celebrado el primer grito de independencia en sus tierras, pero no la consumación de su lucha emancipadora. Nosotros celebramos el final y ellos el comienzo; por eso parece que estamos muy retrasados, pero no es cierto.

Por otro lado, frecuentemente se dice que Lima fue reaccionaria y que se mantuvo leal a España, mientras todo el resto se levantaba. Tampoco es completamente cierto. En realidad, la emancipación empezó cuando Napoleón invadió España imponiendo a su hermano José Bonaparte. Las ciudades españolas comenzaron una lucha por su propia independencia contra los invasores franceses. En ese momento, las ciudades formaron Juntas que llamaron a Cortes y se convocó un Congreso Constituyente, que posteriormente aprobó la Constitución de Cádiz.

Pues bien, en toda América hubo elecciones y los diputados peruanos fueron una bancada muy activa. En estrecha coordinación con los mexicanos, los congresistas peruanos buscaron reformar las relaciones entre España y el Nuevo Mundo. Fueron liberales, quisieron la participación proporcional a la población en el Congreso español. No deseaban separarse, porque les parecía que era convertirse en cabeza de ratón.

Por el contrario, buscaron cogobernar España. No sólo propusieron, sino que dieron pasos en esa dirección. El limeño Morales Duárez llegó a presidir el parlamento español, mientras que otro limeño, Baquíjano y Carrillo, era miembro del Consejo de Regencia, que gobernaba en nombre de Fernando, el rey preso de Napoleón.

Así, los nuestros participaron tanto del legislativo como del ejecutivo español. Es cierto que, en 1809-10, cuando la guerra de emancipación comenzó en Latinoamérica, el temperamento político en Lima no era independentista. Pero, tampoco era reaccionario ni absolutista. Lo suyo era la reforma, igualarse a los peninsulares y avanzar su influencia en el Imperio.

Estos planes dieron sentido a la apuesta política de los criollos del Perú en la década de 1810. Si perdieron fue a causa de la escena internacional. Napoleón fue derrotado y Fernando VII restableció el absolutismo; los liberales fueron a prisión y los congresistas latinoamericanos quedaron marginales.

Por ello, deberíamos enderezar el saber común, que expresa una depresiva memoria nacional.


Fuente: Diario La República. Mié, 28/07/2010.

Recomendado:

La independencia peruana: entre absolutistas, liberales e independentistas. Historia de la Junta de Gobierno del Cusco (1814).

martes, 10 de agosto de 2010

Levantamiento de Quito del 10 de agosto de 1809.

Quito: 201 años
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Por: Isaac Bigio (Internacionalista)

El 10 de agosto Ecuador celebra su día nacional. Sin embargo, esa fecha conmemora un suceso que aconteció en 1809, 21 años antes de que se crease en 1830 la actual República del Ecuador. En esta nota abordaremos las peculiaridades de su proceso de separación, tanto de España como de sus dos vecinos (Colombia y Perú).

A pesar de que se dice que el levantamiento de Quito del 10 de agosto de 1809 fue el primer grito de la independencia hispanoamericana, tal pretensión no es exacta. Primero, porque lo que allí se dio fue una junta autónoma que no llamaba a crear una república independiente sino el buscar reinstalar al rey Fernando VII frente a los franceses que habían conquistado España.

Segundo, porque otras juntas similares se conformaron semanas antes (el 25 de mayo en Chuquisaca, hoy Sucre, y el 16 de julio en La Paz, ambas ciudades de la actual Bolivia). Estas dos juntas, al igual que la de Quito, serían prontamente sofocadas.

Trece años después de 1809 Quito sería liberado del control español. En la batalla realizada el 24 de mayo de 1822 en las laderas del volcán Pichincha, muy cerca de dicha ciudad, las tropas que habían provenido del resto de la Gran Colombia, Chile, Perú y el Cono Sur derrotarían a los realistas.

La liberación de Quito ocurrió después de que Guayaquil el 9 de octubre de 1820 y Lima el 28 de julio de 1821 se independizasen. Esto, pese a que esta ciudad estaba al norte y más cerca a Bogotá desde donde llegaron inicialmente las tropas emancipadoras de Bolívar.

La que fuese la capital de la Real Audiencia española de Quito pasó a ser la del nuevo Departamento del Sur de la Gran Colombia. Guayaquil, que había sido parte del Perú, fue anexada a dicho departamento grancolombiano al siguiente julio de que en Lima se conformó la república peruana.

Recién en 1830 se crearían tanto las repúblicas de Ecuador como la de Venezuela, las cuales se escondieron de la Gran Colombia. Aún hoy todos ellos son los únicos 3 estados del mundo en compartir la misma bandera.

Tres militares venezolanos fueron claves en ese proceso. Bolívar y Sucre en emancipar a Quito del dominio español y Juan José Flores en ser el primer presidente de Ecuador (cargo que tuvo en 1830-34 y luego en 1939-45).

Ecuador, de manera similar al Uruguay, quedó como una república intermedia entre dos grandes Estados sudamericanos y el mar. Mientras Uruguay pasó de manos entre Argentina y Brasil, aunque mantuvo el eje de su territorio, Ecuador nunca llegó a ser conquistado por el Perú y sus fronteras variaron mucho. Colombia se anexionó Pasto, Popayán y Buenaventura y ante Perú, hasta hace poco, Ecuador reclamaba en sus mapas oficiales gran parte de su Amazonía.

Fuente: Diario Correo (Perú). 10 de Agosto del 2010.

Recomendado:

Historia de los miembros de la Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires (25 de Mayo de 1810).

domingo, 8 de agosto de 2010

Historia del Fujishock: hiperinflación y paquetazo.

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A 20 años del 'Fujishock' y de la frase "Que Dios nos ayude"

Décadas de mal manejo económico rematadas en una administración que causó un colapso, que hoy es caso de estudio, nos llevaron al borde del abismo

Por: Luis Davelouis Lengua

7 de agosto de 1990. En un par de horas mi hermano Marcel debutaría con su banda en el desaparecido bar El Tarot de Comandante Espinar. Mis amigos y yo hacíamos hora en el auto mientras mirábamos pasar a las chicas con la radio a todo volumen. De pronto, la música cesó y una inquieta voz se apoderó del aire. Era Juan Carlos Hurtado Miller, primer ministro y ministro de Economía del entonces presidente Alberto Fujimori, anunciando lo que hoy conocemos como el “fujishock”.

A los 17 años uno tiene conciencia de lo que cuestan las cosas, pero por lo general no las paga. Sin embargo, las cifras que enumeraba el nervioso hombre eran de locos: el galón de gasolina de 84 octanos (estábamos en auto) subiría de I/.21.000 a I/.675.000 (30 veces más) desde esa medianoche. Luego, las palabras sepulcrales: “Que Dios nos ayude”.

Llegué al bar y se lo conté a mis padres. No me creyeron. “Debes haber escuchado mal”, me tranquilizó mi padre y la noche transcurrió sin mayores sobresaltos.

CUATRO MUERTOS

La ciudad se levantó gris y vacía. En la radio reportaban algunos disturbios e intentos de saqueo que fueron desalentados en su mayoría por patrullas militares y la declaratoria de emergencia en 11 ciudades. En total, cuatro personas murieron esa mañana.

Mi madre, como casi todas las personas, no sabía qué hacer: la mayoría de los negocios estaban cerrados porque no se sabía cuánto cobrar, el transporte público elevó sus precios de manera exorbitante debido al alza de la gasolina y muchas personas debieron caminar o compartir tolvas para llegar a trabajar.

El primer gobierno de Alan García había subsidiado absolutamente todos los precios en tal magnitud que cuando Fujimori los cortó de golpe los precios se dispararon a la estratósfera: una lata de leche pasó de costar I/.120.000 a I/.330.000 (175% más); un kilo de papa de I/.65.000 a I/.250.000 (284%) y así por el estilo.

El pan francés, el alimento abanderado de las economías menos favorecidas de los tiempos modernos (pan y agua), pasó de costar I/.9.000 a I/.25.000 de un día para otro. Sin embargo, las alzas fueron aun más bruscas en los servicios (el agua, el teléfono y el suministro eléctrico subieron entre 20 y 30 veces). Era terrible pues todo subía, menos los sueldos. “Precios japoneses y salarios africanos”, fue la frase tras una época en el que la inflación llegó a 50% al mes y los precios se incrementaron en 21.000%. Para 1993, la inflación anual había caído a 33%. De locos.

¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ?

La bibliografía al respecto es extensa y el peruano se ha convertido en un caso de estudio de lo que se hizo mal, lo que no debió hacerse y la salida dramática a la que nos vimos obligados.

“Esto demuestra que solo reaccionamos cuando estamos al borde del precipicio”, afirma el economista Roberto Abusada, ex viceministro de Economía.

“Todo estaba subsidiado, la autonomía del Banco Central de Reserva no existía y a cualquier llamada de Palacio de Gobierno o del Ministerio de Economía este procedía a realizar emisiones inorgánicas de moneda que se trasladaban a los precios prácticamente de inmediato [...] los subsidios y el déficit fiscal fueron financiados con este mecanismo y gastando las reservas internacionales [...], había un desbarajuste brutal en las políticas fiscal y monetaria, la recaudación cayó a 4% del PBI [hoy está alrededor de 14,5% y nos parece baja] y había varios tipos de cambio (MUC)”, explica Pablo Secada.

Por eso, para cuando fue la hora de pagar, no había con qué. Incluso, el índice de productividad llegó a retroceder 4%. Es decir que si la economía hubiera crecido 2% o 3% , tenía ese 4% en contra que hacía el crecimiento negativo en la práctica.

“No hubo otra manera que la del shock, porque no había con qué financiar cualquier otra alternativa como la que planteaban los “Siete Samuráis” [como se apodaba al equipo de asesores de Fujimori cuando todavía renegaba de aplicar una medida tan drástica y radical]”, agrega Secada.

Veinte años después, el crecimiento económico ha sido 5,5% en promedio al año, la inflación es de un dígito y no remamos contra nosotros mismos. ¿Dios nos ayudó o el escarmiento sirvió? Después de todo, ese galón de I/.675.000 hoy solo costaría S/.0,675.

MÁS DATOS

El plan original del ex presidente y actual reo Alberto Fujimori no contemplaba una medida tan drástica bajo ningún escenario. Solo cuando quiso acercarse en busca de apoyo al Gobierno Japonés y este se la condicionó a la reinserción y aceptación por parte del Perú de las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) fue que se produjo el durísimo ajuste.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 08 de agosto de 2010.

Recomendado:

Memoria de la gran crisis económica peruana (1988-1991).

Historia y evolución de la inversión extranjera en el Perú.

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Los péndulos de la inversión extranjera

Por: Humberto Campodónico (Economista)

En las décadas del 50 y 60, la inversión extranjera directa (IED) se caracterizó por tener una participación mayoritaria de EEUU (Cerro de Pasco, Marcona Mining, International Petroleum Corporation, Southern Perú, ITT) y por su clara orientación a las industrias extractivas (minería y petróleo). Sin embargo, poco a poco se aprecia un aumento de la IED en el sector industrial, telecomunicaciones y algunos servicios.

La IED sufre un fuerte golpe con la llegada del gobierno de Velasco Alvarado, que nacionaliza la IPC (petróleo), la mayor parte de las empresas mineras (Marcona, Cerro de Pasco), el sector financiero (Banco Internacional, Chemical Bank y el Banco Continental, del Chase Manhattan), así como las telecomunicaciones (ITT de EEUU). Pero en la década del 90 el péndulo giró nuevamente del lado del capital extranjero. El principal instrumento fue el Decreto Legislativo 662 (agosto 1991), Ley de Fomento a las Inversiones Extranjeras, que establece, entre otros incentivos, que el capital nacional y extranjero tienen igualdad de trato (ratificado por el Art. 63 de la Constitución de 1993).

El mismo DL 662 establece los contratos de estabilidad jurídica, que garantizan la estabilidad del régimen tributario referido al Impuesto a la Renta vigente al momento de celebrarse el convenio; estabilidad de la libre disponibilidad de divisas; del derecho de libre remesa de utilidades, dividendos, capitales y otros ingresos que perciba. Según la UNCTAD (2000), esta legislación otorga mayores incentivos que en los países del sudeste asiático y que Chile.

Estos contratos de estabilidad jurídica tienen el rango de contratos-ley con el Art. 62 de la Constitución de 1993, que dice: “Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente”. Así, los contratos-ley están blindados pues solo pueden ser modificados a través de un acuerdo entre las partes. Esto no está en la Constitución de ningún país de la Región, ni de EEUU, ni de la Unión Europea.

La IED repunta hacia 1992-94, cuando comienza el proceso de privatización, que se extiende hasta 1998 (ver gráfico). De allí en adelante, la IED toma un nuevo impulso por la inversión en actividades extractivas. Según el Ministerio de Energía y Minas, las inversiones en el periodo 1992-2008 en el sector minero y petrolero ascendieron a US$ 14,900 y 7,300 millones, respectivamente. Las inversiones en estos sectores han sido la punta avanzada de la orientación primario exportadora de la economía peruana en los últimos 20 años.

También ha habido IED significativa en otros sectores, tales como el sector financiero (el 43% de los bancos son de propiedad del capital extranjero), telecomunicaciones (el 100% es del capital extranjero), servicios comerciales, manufactura (sobre todo a través de la compra de activos industriales) y energía eléctrica (en la oferta de energía, el 70% pertenece al capital extranjero). La IED también ha incursionado en nuevos rubros, como la infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras) y, también, en el sector agroindustrial.

Según las Memorias Anuales del BCR, de 1970 al 2008 el flujo total de IED fue US$ 40,158 millones, de los cuales US$ 5,928 millones corresponden a la privatización de los 90 y US$ 34,230 millones a la IED sin privatización (el grueso de esta inversión se realiza desde 1994-95 en adelante). Cuando se analiza la IED por origen, el primer lugar lo tiene la Unión Europea (sobre todo España), seguida de EEUU y Chile.

La investigación académica en el importante tema de las relaciones de propiedad en la estructura económica del país en los últimos 20 años tiene todavía mucho camino que recorrer. No cabe duda, sin embargo, de que ha aumentado la influencia del capital extranjero sobre el poder político, influencia que supera largamente a la del capital nacional.

Fuente: Diario La República. Lun, 31/05/2010.