domingo, 28 de junio de 2009

El general Juan José Flores y el proyecto monárquico en Ecuador (1846).

.Imagen: Diario Correo Ecuador.

Cuando Ecuador fue casi un reino

Por: Rosa Garibaldi* (Historiadora y diplomàtica)

Durante dieciséis años, Juan José Flores (1800-1864), nacido en Venezuela, fue presidente de Ecuador. Una revolución en Guayaquil lo derrocó en 1845. Merced al Tratado de Virginia entregó el mando a un gobierno provisorio y dejó el país por dos años, a cambio de conservar tanto su grado militar y su sueldo como sus propiedades, además de una asignación anual de 20.000 pesos para sus gastos de residencia en Europa. Pero una disposición injustificable de la Asamblea Nacional anuló el acuerdo, generándole amargura y sed de venganza que fortalecieron su ánimo conspirativo contra la república de Ecuador.

Paso por Europa

Carismático, de impresionante porte y cautivantes modales, sumados a una bien ganada reputación de guerrero y vasta experiencia en asuntos de Estado, le fue fácil asegurarse una situación privilegiada en Europa. Llegó a España en un momento propicio. Había gran resistencia a aceptar la pérdida de los antiguos dominios y su declive como potencia mundial y la inestabilidad de las nuevas repúblicas alentaba las esperanzas de reconquista. Gran Bretaña, a su vez, forjaba un imperio en Centroamérica y su rivalidad con Estados Unidos estaba en apogeo. En este contexto, Gran Bretaña vio con interés la posible reincorporación al poder de un aliado como Flores, que no fuese indiferente a su ofrecimiento de privilegios comerciales en el Ecuador.

En julio de 1846, Flores organizaba ya la expedición que pretendía establecer una monarquía en el Ecuador. Reclutó voluntarios y adquirió armamento y provisiones en España, Inglaterra e Irlanda. El anzuelo de “fama, fortuna, tierras y empleo” facilitó el reclutamiento. El Ejército español, que no tenía que enfrentarse ni a revueltas ni a guerras, podía desprenderse de personal militar. A ello se agregaba la hambruna que azotaba Irlanda. España apoyó la expedición en forma encubierta, Gran Bretaña fingió ignorar los preparativos, mientras que las autoridades irlandesas se opusieron desde el inicio. Flores compró en Gran Bretaña dos buques a vapor, transformándolos en naves de guerra, y uno adicional para el transporte de suministros y tropas.

Al conocer los hechos, Juan Manuel Iturregui, prócer de la Independencia y ministro peruano en Londres, sin esperar instrucciones de Lima, dirigió dos protestas: una al ministro de Negocios Extranjeros de España y otra al vizconde Palmerston, secretario de Estado de Negocios Extranjeros británico. La respuesta del Gobierno Español fue que Iturregui no estaba acreditado ante la corte, mientras Palmerston, en actitud reticente, alegó no tener conocimiento de procedimientos ilegales en alistamientos para el extranjero.

Frente americano

Iturregui reiteró su pedido a Palmerston para que impidiera la expedición. Denunció que Flores tenía reunidos 1.200 hombres en Irlanda y le advirtió que la preparación de una fuerza hostil, aunque fracasara, afectaría los intereses comerciales británicos en América hispana. Palmerston se irritó con la alusión a posibles daños a los intereses británicos y respondió con “insolente impertinencia”: “El Gobierno Británico verá con gran satisfacción un cambio mediante el cual la conducta de los gobiernos de aquellos países (repúblicas sudamericanas) hacia los súbditos británicos, fuese más conforme con la justicia, la buena fe y las obligaciones de los tratados”. Iturregui replicó que en el Perú no había ramo de comercio en que los extranjeros no pudieran ejercer libremente y que era notoria la intervención de diplomáticos y cónsules británicos en la política interna del país.

La lucha contra el proyecto de Flores contó con la colaboración de los pocos diplomáticos hispanoamericanos acreditados en Europa: los de Argentina, Chile, Ecuador y Nueva Granada. La acción se realizó en estrecha coordinación con el gobierno de Ramón Castilla, quien evaluó el peligro que significaba la expedición armada del ex mandatario ecuatoriano. Era obvio que el ambicioso proyecto monárquico no se contentaría con el Ecuador, país pobre y endeudado. El 9 de noviembre de 1846 el canciller Paz Soldán informó a las cancillerías hispanoamericanas la determinación del Gobierno Peruano de defender la independencia ecuatoriana y les invocó a cooperar en esta cruzada. También dirigió otra circular, invitando al Congreso Americano de 1847 en Lima, para elaborar un tratado de defensa hemisférica de las naciones hispanoamericanas, contra toda forma de agresión extranjera. Este objetivo se plasmó en el gran Tratado de Confederación de 1848, precedente jurídico de los pactos de la Sociedad de Naciones, la OEA y las Naciones Unidas.

Todo se desbarata

La mayoría de las respuestas a la circular peruana mostraba un sincero deseo de plegarse a esta causa. El Gobierno Ecuatoriano, mientras tanto, se preparaba para defenderse de la expedición extranjera y para enfrentar a elementos subversivos favorables a Flores. Finalmente, las implicancias económicas hicieron desistir a Palmerston de su apoyo a la iniciativa monárquica. El 20 de octubre más de treinta casas comerciales protestaron ante la cancillería británica. Invocando la Ley de Reclutamiento Extranjero, las tres naves de Flores fueron embargadas por funcionarios de la aduana, al tiempo que Joaquín José de Osma, agente confidencial peruano en España, publicaba la noticia del embargo en los periódicos de Madrid. Informado por Guillermo Parish Robertson, cónsul peruano en Londres, el alcalde de Limerick, Irlanda, desbarató el reclutamiento.

Mientras en España la prensa y la oposición denunciaban el proyecto de Flores, este permaneció en Madrid disfrutando los placeres que ofrecía esta ciudad. No pudo contener la deserción de sus reclutas en Santander, intensificada tras su partida a Londres tratando de salvar su flota embargada. Se unió a su esfuerzo la reina María Cristina deseosa de recuperar parte de su inversión para la compra de las naves. En España el gabinete de Francisco Istúriz Montero (1790-1871) cayó como resultado del escándalo. El nuevo, encabezado por el duque de Sotomayor, dio la orden para que se deshiciera “el depósito de hombres”.

Flores permaneció varios meses en Europa tratando inútilmente de recuperar sus naves. Fue centro de agitación y revuelta contra el Ecuador durante la siguiente década. Esto le valió al “Padre de Ecuador” ser reconocido por sus geniales pero perniciosas cualidades como el “rey de la noche”.

Alarma peruana

Juan Manuel Iturregui (1796-1871) prócer de la Independencia y ministro peruano en Londres fue quien dio la alarma. Tras enterarse de los hechos por los diarios madrileños, informó al canciller José Gregorio Paz Soldán (1800-1875) que el general Juan José Flores organizaba en la capital española una expedición armada para invadir a Ecuador, y de paso al Perú, con el objetivo de instaurar en ambos países una monarquía a cuya cabeza se colocaría uno de los hijos de la reina regente María Cristina de Borbón y del duque de Riánsares. Andrés de Santa Cruz también estaba involucrado en esta empresa.

[*] Historiadora, diplomática peruana, profesora de la Academia Diplomática del Perú.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 28 de junio del 2009.

Ver màs en:
Blog de Juan Luis Orrego.

lunes, 22 de junio de 2009

Imaginario colonialista peruano y lucha amazónica contra el proceso de desnacionalización y transnacionalización en Latinoamérica.

La selva y Venezuela

Alberto Adrianzén (Sociólogo)

Una de las grandes virtudes de la rebelión de los pueblos amazónicos es que han dejado, finalmente, de ser “invisibles” para el resto del país. En el imaginario centralista (y oligárquico) la selva era un territorio vacío y poblado por gentes que no alcanzaban la estatura de civilizados. La idea de que estaba habitada por gentes con “plumas, arcos y flechas”, lo más parecido a un “piel roja” norteamericano, a lo que se sumaba una supuesta “lujuria” por el calor y la exuberancia, fue, acaso, el imaginario que la mayoría de peruanos construyeron sobre esta región. Por eso, el grito durante años fue “colonizar la selva”, tratando de repetir la famosa “conquista del oeste” de los EEUU.

Sin embargo, este imaginario colonialista no produjo, como sí sucedió en el país del norte, un mito fundacional. Fue todo lo contrario. “Colonizar la selva” se convirtió en el grito de guerra de supuestos conquistadores. Su símbolo, en el pasado, fue el cauchero, esta suerte de capitalista que recordaba al amo y señor de esclavos; como lo son hoy el petrolero, el maderero y también el narco, el senderista o el traficante de madera. El resultado fue la depredación, el saqueo y, porqué no decirlo, el genocidio étnico y cultural, además de la desconexión del resto del país que la propia geografía imponía.

Ese imaginario ha concluido. Hoy lo que se tiene es un pueblo aguerrido, como lo fue siempre, que no solo defiende sus derechos y sus tierras sino también el interés nacional frente a la voracidad de las transnacionales. Estos “nativos” que son, en realidad, “pueblos originarios”, ya que son preexistentes al Estado nacional, han decidido integrarse al país pero no como simples adornos turísticos ubicados en unas cuantas reservas, como quisieran las elites, sino más bien como una parte de lo que podemos llamar pueblo peruano. Es, acaso, el último componente que faltaba en este proceso de inclusión social y político que se vive en el país y de formación de un nuevo sujeto para el cambio.
Por eso las movilizaciones de los pueblos amazónicos no son una simple protesta sino más bien una “insurgencia” que enuncia un proceso inédito y, por lo tanto, un hecho político de gran relevancia. No es, como algunos han dicho, un movimiento tradicional o conservador (o ‘perros del hortelano’ como diría Alan García) sino todo lo contrario; es decir, un movimiento moderno, cuyo accionar va directamente contra el proceso de desnacionalización y transnacionalización que inició Fujimori, continuó Toledo con su consigna “TLC: Sí o Sí” y que hoy el alanismo pretende concluir. Son una suerte de guardianes de la patria. Por eso, me temo, que su derrota, si sucede, será la de la mayoría de los peruanos. Lograr que venzan, porque así es el juego, es un deber político pero sobre todo nacional.

La cuestión venezolana

No soy partidario de la reelección presidencial, menos de la reelección indefinida y mucho menos de nombrar alcaldes sustitutos cuando se pierde una elección, como hoy sucede en Caracas. Eso convierte a la democracia en una charada. Protestaré, como otros, si Mario Vargas Llosa es expulsado de Venezuela. Sin embargo, todo ello no me lleva a firmar el comunicado “Por una Venezuela Democrática”.

Por eso me pregunto en qué pueden estar de acuerdo personas como Enrique Bernales, Víctor Delfín, Aldo Panfichi, Harold Forsyth o Juan de la Puente con Luis Agois Banchero, dueño de Correo, que hace cera y pabilo con la misma libertad de prensa que hoy le exigen a Hugo Chávez, y que ha convertido a ese diario en vocero del odio, del racismo y del autoritarismo. Y qué los une con Javier Valle Riestra, primer ministro de un régimen autoritario que ellos mismos condenan en el comunicado o con Walter Menchola, suspendido en el Congreso por hechos de corrupción. Sería bueno que aclaren cuáles son los países donde hay “el riesgo de (que) procesos de este tipo (se refieren al chavismo) se esparzan”. Seguramente no se refieren a Colombia, pese a que este país, según el Partido Liberal y el Polo Democrático, luego que el Senado aprobara el referéndum para la segunda reelección de Álvaro Uribe, camina a convertirse en una “dictadura civil” tal como fue el fujimorismo. Decir eso, seguramente, no sería políticamente correcto para estos defensores de Venezuela.

Por último, me pregunto si saben que la reunión en Caracas del 24 al 29 de mayo a la que asistirá MVLL, está organizada por el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (CEDICE), por el Instituto Cato, por la Red Liberal de A. Latina que tiene como uno de sus principios “desarrollar un contrapeso a las redes socialistas y demócratas existentes”; por el Atlas Economic Research Foundation, por la Fundación Iberoamericana Europea y por otras, todas ligadas a lo más rancio del neoliberalismo internacional. Y si bien no critico que algunos opten por la derecha, sí lamento que lo hagan junto a personas que no creen en la democracia.

(*) www.albertoadrianzen.org

Fuente: Diario La República. Sábado 23 de mayo del 2009.

miércoles, 17 de junio de 2009

Perú y la India. Civilizaciones antiguas y Estados-naciones inconclusos.

Bagua en el espejo de India
.
Por: Alfredo Barnechea (Analista)

¿Qué temas de fondo están involucrados en la crisis de Bagua?

Primero, ¿cómo se modifican leyes, o decisiones, de Estado, ante reclamos de regiones o sectores afectados?

Segundo, ¿hasta dónde un Estado dialoga con un fragmento de pobladores? Derivado de lo anterior, ¿en qué momento, y de qué manera, el Estado ejerce su legítimo monopolio de la fuerza?

Tercero, ¿qué representatividad tienen los que reclaman?

Finalmente, y probablemente esto es lo central, algo que se repite, y se repetirá, en muchos conflictos: ¿De quiénes son los recursos naturales? ¿Cuál es el nuevo reparto de la riqueza entre el centro y las regiones?

Todo esto se conecta extrañamente con el tema que había trabajado para esta columna, que es cómo el Perú se refleja en tantas cosas en el espejo de India.

La primera vez que visité la India, tuve la inmediata sensación de estar en casa. He vuelto a tener esa impresión al leer Imagining India ("Imaginando India") de Nandan Nikelani, uno de los fundadores de la gran empresa tecnológica Infosys. Él también dice: "Durante mis visitas a América Latina, encontraba muchas similitudes con India: nuestros problemas con la educación, con la infraestructura, las desigualdades de ingreso, las barriadas que rodean nuestras ciudades".

Viejas civilizaciones y Estados-naciones inconclusos. Naturalmente en otra escala, con la excepción de Brasil.

El único político peruano del siglo XX que percibió estas afinidades fue Haya de la Torre, contemporáneo de Nehru.

Hoy la fascinación común (olvidado el fetichismo del modelo chileno) es China. Pero si China es la gran fábrica del mundo, acaso India sea la economía del conocimiento del futuro. La limitación de China será su centralismo, y la fuerza de India precisamente su democracia.

El despegue indio comenzó con las reformas de 1991, trece años después que los experimentos chinos de 1978. Entre 1870 y 1947, el año de la independencia, India creció sólo 0,2 por ciento. Del 47 a las reformas, 1,2 por ciento, la famosa tasa hindú de crecimiento.

La reemergencia de "Chindia" devuelve las cosas a la víspera de la revolución industrial, cuando ambos representaban la mitad del producto global, cuando el mundo sólo tenía un crecimiento "orgánico, basado en la población. En cierto sentido, la independencia continuó al Raj británico, con esa identidad esquizofrénica de dos niveles: una élite anglicizada (aquel objetivo de Macaulay de crear "una clase de personas indias en sangre y color, pero inglesas en gustos, opiniones y costumbres") y una enorme masa analfabeta. En 1947, los alfabetos eran apenas doce por ciento de la población.

India fue antes todo una idea. Uno de sus fundadores modernos dijo que "amamos la abstracción que es India pero odiamos la realidad que es".

En medio siglo, dice Nikelani, una nueva India ha emergido, diferente al sueño centralista y socialista "Fabiano" de Nehru. Una transformación activada por la gente, no por la política. Una transformación muy parecida a la del Perú este último cuarto de siglo.

Primero, la independencia creó, o trató de crear, una India centralizada políticamente, pero que económicamente era un archipiélago. El partido del Congreso fue una especie de inmenso APRA, policlasista y suprarregional, que integraba los abismos. Ahora existe la realidad contraria: una economía casi íntegramente conectada, pero una política fragmentada.

Esto ha conducido a constantes y caóticas políticas de coalición, donde los partidos regionales deciden la agenda.

Segundo, el mercado ha ido borrando las economías-bazar. Existe ahora una mezcla exitosa de grandes y pequeñas firmas, uno de los elementos que identifican a los países que se desarrollan. Asimismo, (a diferencia de China, "jalada" casi exclusivamente por las exportaciones) ha tenido un basado en dos tercios en la demanda doméstica.

Tercero, ha aparecido un país urbano, o en trance de ser más urbano que rural, una inversión del ideal de Gandhi, quien dijo que las ciudades estaban construidas sobre "la sangre de las aldeas".

Cuarto, una nación joven: más de la mitad de la población no puede votar todavía.

Quinto, Nehru pensó que el Hindi unificaría la India, pero fue la lingua franca del inglés quien lo hizo, y otorgó a India una inesperada ventaja en la globalización: 300 millones de anglohablantes, una población del tamaño de la de Estados Unidos.

Para consolidar su despegue, India tiene que resolver sin embargo varios "cuellos de botella".

Primero, en educación: India produce el segundo mayor número de ingenieros en el mundo, pero tiene también la mayor deserción en primaria.

Segundo, en infraestructura, para terminar de conectar todo India.

Tercero, tiene que cerrar las brechas entre el Norte y el Sur. Nikelani llama a todo esto "la globalización interna".

Cuarto, tiene que encontrar un modelo político estable, integrando la fuerza centrífuga de las regiones.

Quinto, esencialmente, tiene que promover crecimiento con inclusión. "La transición de un país en desarrollo a uno plenamente desarrollado no es automático. Está plagado de peligros, y continuamente puede retroceder a políticas populistas".

¿Suena todo esto similar al Perú?

El siglo XX vio el ferrocarril, el siglo XX las redes de cobre de teléfono, las autopistas, y más tarde la multiplicación de los viajes aéreos. Internet es la nueva fase. Los países desarrollados hicieron cada fase sucesivamente. India (y Perú) tienen que hacerlo a la vez, mientras que, al mismo tiempo, tienen que hacerlo en democracia.

Pero si India, con millones de aldeas, con centenares de lenguas, con decenas de religiones, lo está logrando, Perú puede también hacerlo.

Fuente: Diario Correo (Perú). Domingo 07 de junio del 2009.

lunes, 15 de junio de 2009

Crisis de gobernabilidad democrática e inestabilidad jurídica para las inversiones.

Imagen. Servindi.org

La crisis es nacional y su solución democrática

Manuel Rodríguez Cuadros (Ex Canciller)

La crisis producida por las erradas decisiones del gobierno en la Amazonía no es local ni regional, es nacional y compromete no sólo la gobernabilidad interna sino la posición internacional del Perú. Esa es la gravedad de la situación.

La percepción externa generalizada es la de un gobierno en crisis de gobernabilidad democrática, que dicta leyes inconstitucionales y utiliza la violencia para imponer un destructivo modelo de inversión en la Amazonía. Jamie Knee, coordinador de Mining Watch Canadá, lo resume bien: “Canadá es el mayor inversionista en el sector minero del Perú. Para el presidente Alan García esto es el desarrollo, pero es un modelo de desarrollo destructivo: si se mata gente en nombre de los inversionistas canadienses para promover y proteger los proyectos de inversión en las tierras indígenas, su sangre mancha nuestras manos”.

Este mes el Senado canadiense debatirá la ley C-24 sobre la legislación para aplicar el TLC con el Perú. Y ya existe una movilización que demanda la postergación de esta decisión como protesta por la sangre derramada en Bagua.

La imprudente política del gobierno no sólo lesiona los derechos de los pueblos originarios y la gobernabilidad democrática, afecta también la estabilidad de las inversiones. Esta es su extrema irracionalidad. La propia decisión de suspender indefinidamente los decretos legislativos, además de postergar la solución del problema, manteniendo y quizás agudizando la inestabilidad política, constituye un caso extremo de inestabilidad jurídica para las inversiones.

Los pueblos originarios necesitan estabilidad jurídica y política, garantías de que sus derechos no serán conculcados. Requieren la derogatoria de los decretos legislativos. Los inversionistas necesitan estabilidad jurídica y la figura de la suspensión lo único que les da es una total inestabilidad. El Perú demanda la estabilidad de la gobernanza democrática y la constitucionalidad. El gobierno debe dejar de ser el agente de la inestabilidad.

Para ello, es indispensable superar la crisis con decisiones impostergables: 1) Derogar los decretos legislativos. 2) Constituir, en aplicación del Convenio 169 de la OIT, una comisión plural que elabore un nuevo régimen jurídico de desarrollo en la Amazonía, bajo los principios del respeto a los derechos de propiedad ancestral, el beneficio compartido y la sustentabilidad medio ambiental. 3) Deponer la suspensión antidemocrática de los congresistas opositores. 4) Otorgar el salvoconducto a Alberto Pizango. 5) Conformar una comisión independiente que esclarezca los hechos de violencia, con participación de los obispos amazónicos y la Defensoría del Pueblo. 6) Invitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a que haga una vista y observación “in loco”. 7) Que los órganos jurisdiccionales establezcan con independencia las responsabilidades individuales por las muertes.

Fuente: Diario La Primera. Lunes 15 de junio del 2009.

domingo, 14 de junio de 2009

Historia, cultura y territorio de los pueblos amazónicos: Awajun, Achuar y Wampis (Shuar).

Foto: Eric Schniter

Ficciones y verdades de los aguarunas*.

El “otro mundo” amazónico

Los pueblos awajun, achuar y wampis o shuar son parte del tronco lingüístico jíbaro. A pesar de ser numerosos, ninguno de ellos aparece mencionado en las crónicas jesuitas de los siglos XVII y XVIII con los nombres de aguaruna y huambisa. Esto sobre todo porque las reducciones impulsadas por los misioneros en la selva unificaron muchas comunidades indígenas bajo un nombre común. Usualmente se cree que el nombre aguaruna significa hombre de agua, pero ellos históricamente han vivido en zonas interfluviales. Lo más probable es que aguaruna provenga de una combinación de palabras quechuas que significan hombre tejedor, actividad que realizan los awajun.

Historia y territorio

Estas comunidades han habitado desde tiempos ancestrales los territorios de Amazonas, Loreto y San Martín, y no solo no pudieron ser conquistadas por los incas, sino que a lo largo del tiempo han sufrido secularmente los embates de la llamada modernidad. En la década del sesenta del siglo pasado, cuando el gobierno impulsó un programa de fronteras vivas, los awajun sufrieron atropellos, y algunas comunidades perdieron la totalidad de sus tierras.

Los wampis, por su parte, resistieron las invasiones de los mochicas, las incursiones de Huayna Cápac y, finalmente, establecieron contacto a través del trueque con los españoles, quienes bautizaron al Kanús, el gran río wampi, como río Santiago.

Intercambios y crisis

No es cierto que estas poblaciones hayan sido renuentes al contacto con Occidente, a lo largo del tiempo han impulsado múltiples acercamientos culturales y comerciales con la sierra y la costa. Este intercambio dio lugar en el siglo XX a iniciativas de comunicación intercultural como el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía Peruana, a cargo de las propias comunidades y del Instituto Superior de Loreto. Gredna Landolf, una de las gestoras de este trabajo (uno de cuyos frutos es el hermoso libro “El ojo verde, cosmovisiones amazónicas”, dice que estos pueblos tienen acumulado mucho conocimiento y sabiduría y que nosotros, los occidentales, tenemos mucho que aprender de ellos. Lo que veo ahora es que ni siquiera se les escucha como cultura. Por eso sucede lo que ha pasado en estos días”, dice.

“Amazonas, donde viven estas poblaciones —agrega el profesor de la Universidad Católica y director de Perú descentralizado Rudecindo Vega Centeno—, es una clara expresión de coexistencia de diferentes manifestaciones culturales, pero nadie dice que, según el INEI, justamente en la provincia de Condorcanqui, donde habitan estas comunidades, la pobreza ha aumentado en los últimos tiempos. Los amazonenses viven menos años, tienen menos escolaridad y su ingreso familiar per cápita es 25% menos que el promedio nacional”.

[*] Información, fotografías y dibujos tomados de “El ojo verde, cosmovisiones amazónicas”. G. Landolt, ed./ Formabiap-Aidesep. 2004, Lima, Fundación Telefónica.

Agua, tierra y cielo

La cosmovisión de estos pueblos sobre el mundo que los rodea difiere de la visión occidental del territorio. “Para nosotros el mundo está formado en tres pisos: agua, tierra y espacio”, dice César Tii Ilkam, cuyo nombre en awajun quiere decir “monte duro”.

Gerardo Petsaín es profesor bilingüe y artista wampi, algunos de cuyos dibujos ilustran esta página. “Tiempo me tomó comprender que en la cosmovisión de mi pueblo existían tres partes o espacios fundamentales: Ensa (agua), Nunka (tierra) y Nayaim (cielo)”, dice. “En el agua viven los tunki shuar, dueños de este lugar acuático; ellos viven así como nosotros en la tierra, tienen cosas materiales y animales de todo tipo. Ellos consideran perro a una boa, chancho a un zúngaro, gallinas a diferentes tipos de pescados. Nunka, la tierra, es la parte con la que nosotros tenemos más relación y tenemos mucho conocimiento. La tierra tiene todos los elementos. Todos esos elementos se relacionan y nosotros nos relacionamos con los seres que viven en el agua, en la tierra y en el cielo. En la tierra viven todo tipo de animales, árboles, ríos, quebradas, cerros, colpas y lo más importante para nosotros las cataratas (tuna). A una catarata vas para bañarte, es un agua muy limpia, donde te puede sanar toda tu saladería. Y puedes respirar mejor, mejor viento, mejor aire, frescura, puedes pensar. Por eso puedes tener ese ánimo de trabajar y estar bien junto a tus familiares y solucionar problemas. Los que desean encontrar visión y poder van a la catarata”.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 14 de junio del 2009.

jueves, 11 de junio de 2009

Visión del otro. Oriente y Occidente en el Perú.

Orientalismo

Jorge Bruce (Psicoanalista)

En el clásico estudio con el título de esta nota, el intelectual palestino-americano Edward Said demuestra cómo una serie de clichés ideológicos occidentales expresan los intereses y estrategias del poder dominante, configurando prejuicios y estereotipos que distorsionan y violentan nuestra visión del otro, el oriental. ¿No es acaso lo mismo que acaba de ocurrir en el Oriente peruano? En las semanas que precedieron a la matanza del 5 de junio, hemos oído una retahíla de tópicos acerca de nativos ignorantes manipulados por fuerzas radicales, designios oscuros, la mano extranjera, etcétera. Todo lo cual, como es trágicamente obvio, preparaba la intervención salvaje del viernes pasado. Tengo en mis manos una prueba de que la falta de argumentación de esos nativos desinformados es una grosera falsedad. Se trata de un documento que me envió Alberto Pizango, a mi pedido, sustentando la posición de Aidesep respecto de los decretos cuya derogatoria se exigía mediante el paro amazónico. Lo menos que puede decirse es que ameritaba ser debatido con cuidado.

Por ejemplo, en lo tocante a las concesiones de fuentes de agua, hay motivos legítimos de preocupación por las atribuciones a la Autoridad Nacional del Agua, que implicaría un ordenamiento territorial con privatizaciones que someterían a las comunidades nativas a un esquema análogo al de las reservas norteamericanas, “despojando a los pueblos indígenas del acceso a los grandes ríos amazónicos, léase: Marañón, Santiago, Morona, Pastaza, Ene, Tambo, Urubamba, Perené, Ucayali, etc. que por historia y por derecho les corresponde”. Como esta, el documento contiene una lista de fundadas observaciones sobre las que, además, jamás fueron consultados los principales afectados, tal como lo exige el convenio firmado por el Perú en la OIT. De modo que la exigencia de la bancada aprista sobre cuáles eran los aspectos que debían ser modificados en los decretos estaba respondida en detalle. Solo que no había voluntad de atenderlos y sí una feroz ignorancia sobre la cultura del otro y su relación ancestral con su territorio.

En vez del debate, que se evitó mediante una triquiñuela aprista con la complicidad involuntaria o inconsciente de los nacionalistas que llegaron tarde (!) al Congreso, se optó por las balas.

Ahora ya es tarde. En vez de contar votos en el parlamento, estamos contando muertos. No sé si las objeciones de Aidesep son exactas, pero me consta que están fundamentadas y habían sido presentadas. Es cierto que exigir la derogatoria puede ser considerada una posición maximalista, pero eso se discute. Es cierto que tomar carreteras es una medida ilegal y desesperada.

Pero eso podía haber sido negociado suspendiendo la aplicación de los decretos hasta debatirlos cuánto haga falta, informando y consultando a la población, en particular a la amazónica. Una vez más se impuso una visión hegemónica, “hortelánica”, en donde la opinión de “una horda de salvajes con flechas” se suprime con armas más potentes en la mano. Es cierto que el Perú es una nación dividida en donde la vida de los pobres –civiles y policías– es un costo que la mirada “orientalista” asume sin parpadear.

Fuente: La República. Domingo 07 de junio del 2009.

lunes, 8 de junio de 2009

Discurso neocolonizador y violencia institucional en el Perú.

La Nación ensangrentada

Manuel Rodríguez Cuadros (Ex canciller del Perú)

La Nación llora a sus muertos. A sus hijos amazónicos ancestrales que han muerto defendiendo el Estado de derecho y la constitucionalidad al exigir la derogatoria de leyes inconstitucionales que afectan sus derechos. A sus hijos uniformados, los policías, que han fallecido en el ejercicio de su deber cumpliendo decisiones políticas erradas.

La responsabilidad política es del gobierno, crecientemente incapaz de ejercer con mínimos de eficiencia la gobernanza democrática. No se defiende el orden público ni el principio de autoridad disparando bombas lacrimógenas, desde un helicóptero, a miles de indígenas que protestaban para que el gobierno respete la Constitución y los tratados internacionales, que son leyes internas. Un acto violento, innecesario y temerario, en contra de quienes exigían legalidad, produjo el estallido del conflicto.

Pero el uso de la violencia por parte del gobierno ha estado no sólo en el trágico final de la protesta amazónica, sino en su origen. Aprobar leyes con conocimiento pleno de su inconstitucionalidad es una forma de violencia institucional que afecta la estabilidad democrática. Lo es también mentir en el ejercicio del poder. Es falso que el TLC con Estados Unidos exija los regímenes de propiedad intelectual, de aprovechamiento de las aguas y de los derechos de propiedad indígenas contenidos en la legislación cuestionada. El Departamento de Estado debe estar muy preocupado y sensible con la asociación que hace el gobierno entre las leyes inconstitucionales y el Tratado de Libre Comercio. La incomodidad debe ser mayúscula con la sangre que ahora se asocia al TLC.

Pero lo más grave de estas horas difíciles es la actitud y el pensamiento que pregona la separación y división de los peruanos, entre aquellos que representan el poder y los que lo sufren, entre aquellos cuyas muertes importan y aquellos cuyas muertes se desprecian; una visión que desafía a nuestra propia historia y realidad social, desconociendo la pluralidad étnica del Perú real.

Este peligroso discurso neocolonizador de la propia patria está llegando al extremo de incitar a la violencia estatal contra los peruanos y peruanas vulnerables, contra los que no se consideran “hortelanos”, que son la inmensa mayoría de la Nación. El delirio debe sosegarse. Se requiere antes que odio exacerbado por la violencia verbal, tranquilidad, serenidad y sosiego. Responsabilidad nacional y convicciones democráticas sobre el Estado y la sociedad. Voces serenas, respetuosas de todas las sangres que componen y enriquecen el país, voces que en la crisis fortalezcan los valores democráticos. Como la de los obispos amazónicos que alertaron sobre la inconveniencia de una masiva presencia policial o el llamamiento institucional a favor de la legalidad y el diálogo hecho por Beatriz Merino, la defensora del Pueblo. El país y el mundo saben que la lucha indígena es justa y que sus reivindicaciones responden al interés nacional: la preservación de la paz social y la cohesión nacional y el respeto a la legalidad que ampara las justas demandas de los pueblos amazónicos.

Fuente: Diario La Primera. Lunes 08 de junio del 2009.

domingo, 7 de junio de 2009

Los corregidores corruptos de ayer y hoy.

El Perú. Cambios y Continuidades.

Era del Guano: EE.UU y las Islas Lobos.

La ambición sobre nuestras islas guaneras

Rosa Garibaldi* (Historiadora y diplomática)

A principios de agosto de 1852 John Randolph Clay, ministro estadounidense en Lima, supo por el canciller Joaquín José de Osma la noticia más alarmante e increíble de toda su carrera: buques de ciudadanos estadounidenses amenazaban las islas guaneras de Lobos, apoyándose en las garantías extendidas por Daniel Webster (1782-1852), es decir por el mismísimo secretario de Estado. Debía tratarse de un malentendido, aseguró J.R. Clay a de Osma, pero no lo era. Al salir de su reunión, Clay mediante oficio del 7 de agosto le reiteró enfáticamente a Webster que no había duda alguna sobre la jurisdicción del Perú desde épocas inmemoriales sobre las islas en cuestión, iniciando el envío a su gobierno de todas las pruebas históricas y de índole jurídico que la cancillería peruana le entregó.

Ambición e intriga

Pronto se enteraría Clay sobre los orígenes del supuesto malentendido. Todo empezó el 5 de junio de 1852 cuando el secretario de Estado Daniel Webster se dejó involucrar en la intriga tramada por Alfred Benson, un prominente comerciante neoyorquino decidido a hacerse del guano peruano, un fertilizante milagroso para las tierras agotadas del sur atlántico de Estados Unidos. Con esto en mente envió a James Jewett, un marino norteamericano, a inspeccionar las islas. A su retorno, Jewett fue puesto al frente de la intriga enviándole un mensaje falso al secretario de Estado. Le dijo que: “Estaba informado que ningún gobierno tiene un derecho legal a estas islas”. El comerciante Benson logró su objetivo, pues el secretario Webster le respondió: “Puede considerarse como deber de este gobierno proteger a los ciudadanos de Estados Unidos que visitarán las islas para obtener guano El Departamento de Estado no tenía conocimiento de que tales islas hubieran sido descubiertas u ocupadas por España o por el Perú El marino estadounidense Benjamin Morrell que había visitado esas islas en setiembre de 1833, podría legalmente ser su descubridor”. Y Webster hizo algo más que ni Benson ni Jewett esperaban: garantizó la protección de la fuerza naval estadounidense para las naves norteamericanas que fueran en busca del guano. Preso de sueños fantásticos de riqueza, Benson reclutó cuanto barco pudo para su expedición. Para agosto, sesenta naves enrumbaron hacia las islas de Lobos, lideradas por una nave “armada hasta los dientes”.

Indicios de amenaza

En junio de 1852, Juan Ignacio de Osma, hermano menor del canciller y encargado de negocios peruano en Washington, se había enterado de la amenaza sobre las islas de Lobos, a través de los avisos publicados en periódicos del noreste. Estos anuncios buscaban contratar naves para cargar guano en las islas de Lobos, protegidos por la escuadra estadounidense. De Osma se quedó atónito cuando el mismo Webster le confirmó verbalmente —se negó a hacerlo por escrito— que Estados Unidos no reconocía el derecho exclusivo del Perú sobre las islas “descubiertas” por el marino estadounidense Morrell (1795-1839).

El 9 de agosto, con la primera nota de protesta de Juan Ignacio de Osma, se desencadenó una enérgica campaña de la legación peruana en Washington y de la cancillería peruana en defensa de la jurisdicción del Perú. Se esgrimieron magistralmente poderosos e irrefutables argumentos históricos y jurídicos y se comunicó la determinación peruana de defender sus islas. En setiembre el canciller Joaquín José de Osma fue enviado como ministro plenipotenciario para reforzar la defensa peruana en Washington. La cancillería fue asumida por José Manuel Tirado. Si bien el cuestionamiento estadounidense no se produjo durante el gobierno de Ramón Castilla, fue el servicio diplomático que Castilla organizó y dejó en funciones el que asumió la defensa de los derechos del Perú.

Conflicto en ciernes

John Randolph Clay sabía que su solidaridad con el Perú y su enfrentamiento con el secretario de Estado Webster podía llevar a la anulación de su cargo. Aun así, en comunicación del 11 de octubre explicó su posición: “Estoy plenamente consciente que mis comentarios son favorables al título de jurisdicción del Perú y los hago porque es mi deber impedir que (el Gobierno de Estados Unidos) se equivoque en un asunto en que su sentido de justicia lo inducirá, tarde o temprano, a decidir a favor del Perú”.

El peligro de un choque armado entre las naves estadounidenses y peruanas estaba latente. A Clay le corresponde el gran mérito de haberlo impedido. A fines de agosto el decimotercer presidente estadounidense Millard Fillmore (1800-1874) pidió al secretario de la Marina que enviase órdenes al comandante de la escuadra de su país en el Pacífico para que impidiera toda posibilidad de choque armado en las islas de Lobos. Dichas instrucciones fueron remitidas por Clay a Valparaíso pero no alcanzaron al marino.

A inicios de octubre, en frenético esfuerzo contra el tiempo —y a pedido del canciller Tirado— Clay redactó y distribuyó en las islas notificaciones impresas, firmadas por él, a los capitanes de las naves que arribaban. Advertía la ilegalidad de cualquier intento de apropiarse del guano de las islas de Lobos sobre las que el Perú ejercía soberanía. Indicaba a los capitanes dirigirse al Callao para que sus naves fueran contratadas para transportar el guano de las islas de Chincha, por los agentes del Gobierno Peruano. El 16 de diciembre, durante la ausencia de la escuadra estadounidense por un relevo en el mando, Clay redistribuyó un impreso similar entre las naves que seguían llegando.

Las disculpas

El cambio de actitud del Gobierno Estadounidense dependió de la firme resistencia de la diplomacia peruana pero también tuvieron efecto disuasivo las encendidas críticas —domésticas y extranjeras— como las del diario londinense “The Times”. El sentimiento de hostilidad hacia Estados Unidos en Lima se extendió a Santiago de Chile. Finalmente, el 16 de noviembre, el nuevo secretario de Estado Edward Everett (1794-1865) dirigió una nota a Joaquín José de Osma comunicándole que en base a la información recibida del ministro estadounidense Clay y del canciller peruano Tirado, el presidente de Estados Unidos “ha eliminado toda duda en cuanto al título del Perú sobre las islas de Lobos formulada como consecuencia de la inintencional injusticia hecha al Perú debido a una transitoria carencia de información en cuanto a los hechos del caso”.

Poco antes de su muerte, en octubre de 1852, Webster, en carta al presidente Fillmore, reconoció que el asunto de las islas de Lobos fue su peor error durante sus dos períodos como secretario de Estado, y expresó su pesar por haber faltado a la confianza depositada en él. John Randolph Clay, ministro estadounidense en el Perú, recibió un merecido reconocimiento de su gobierno por su extraordinario desempeño y fue ascendido a ministro plenipotenciario. Como era de esperarse, obtuvo la efusiva felicitación del Gobierno Peruano por su actuación imparcial y justa que contribuyó a impedir un conflicto armado entre su país y el nuestro.

La “guanomanía”

No resulta extraña la actuación del secretario de Estado Webster, pues para mediados del siglo XIX en los estados del Sur Atlántico existía una auténtica “guanomanía”.

La prensa norteamericana calificaba a nuestro guano “como al oro en valor porque aportaba oro en el mercado”. Los presidentes estadounidenses se convirtieron en defensores del negocio del guano: era el deber del gobierno estadounidense emplear todos los medios a su alcance para que el Perú cambiara su sistema de consignatarios y permitiera la importación directa del guano peruano a precios “razonables”.

Historiadora, diplomática peruana, profesora en la Academia Diplomática del Perú.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 07 de junio del 2009.

viernes, 5 de junio de 2009

Apogeo y crisis de la General Motors (GM).

General Motors: a cien años de su creación

Guillermo Giacosa (Periodista)

General Motors (GM) debe sonar en el imaginario de quienes nacimos a partir de 1930 a algo tan sólido como la pirámide de Keops o la Gran Muralla China. A algo que tiene un cierto parecido con la eternidad. Hablar de la GM imponía aceptar el presupuesto de su extraordinaria riqueza y de su capacidad casi infinita de producir lo que deseara. Creo que ha sido durante décadas el referente más visible de la abundancia y del bienestar de los americanos del norte. Ya en 1954, la GM había lanzado al mercado 50 millones de carros y millones de personas dependían, directa o indirectamente, de esta empresa para su supervivencia. Nadie la podía imaginar de otro modo que no fuera en el papel de una fuente interminable de riquezas.

Se decía, a mediados del siglo XX, que lo que era bueno para EE.UU. era bueno para General Motors, y lo que era bueno para GM era bueno para EE.UU. Tanto es así que el presidente Eisenhower, en 1953, nombró al presidente de GM, Charles E. Wilson, secretario de Defensa. Y este, durante su proceso de confirmación en el Senado, asoció el futuro de Estados Unidos con el de GM, y aseguró que no había nada incompatible entre los intereses de su país y los intereses de su compañía.

Supongo que la idea que el mundo se hizo del potencial casi ilimitado de esta empresa, al igual que el de EE.UU., estuvo asociada con el glamour hollywoodense y su difusión del mentado estilo de vida que reflejaba lo que hasta hoy se llama “el sueño americano”, y que no es, según creo, otra cosa que poder materializar el deseo de seguridad en todos los ámbitos de la existencia, y una muerte oculta bajo el disfraz del maquillaje y el supuesto favor de Dios al pasaporte de EE.UU.

Es aleccionador comprender que una posición de liderazgo en el mercado, como la que mantuvo GM durante tantos años, no es necesariamente el producto de políticas adecuadas para el largo plazo. Incluso, podemos colegir que la 'leyenda’ de GM se apropió de los cerebros de sus propios directivos, al extremo que permanecieron impasibles frente a un mundo que cambiaba.

Creyeron, por ejemplo, que los consumidores estadounidenses seguirían comprando eternamente los grandes todoterreno de los años 90 y no supieron adaptarse a las nuevas demandas.

De 2006 a 2008, sus pérdidas sumaron 90 mil millones de dólares y “el castillo de naipes en que se había convertido el representante del antiguo capitalismo estadounidense cayó con inusitada velocidad 100 años y ocho meses después de su creación”.

A principios de este siglo, GM construía Buick, Oldsmobile, Cadillac, GMC, Chevrolet, Vauxhall, Opel, Saab, Saturn, Daewoo y las Hummer, que están amontonadas en los depósitos pues, a pesar de sus muchas cualidades, no son los mejores vehículos para atravesar un tiempo de crisis.

Hoy, este ícono del capitalismo estadounidense ha quebrado y, así como ayer su destino y el de su país eran el mismo, hoy lo que con él ocurra podría estar preanunciando lo que ocurrirá con el capitalismo.

Fuente: Diario Perú 21. Jueves 04 de junio del 2009.

martes, 2 de junio de 2009

América Latina y los autoritarismos de derecha e izquierda.

El fujimorismo como modelo

Martín Tanaka (Politólogo)

Muchas veces fenómenos políticos peruanos se convirtieron en referentes que permitieron la construcción de teorías útiles para explicar la dinámica de otros países; por ejemplo, el velasquismo fue importante para pensar en la autonomía del Estado frente a las clases dominantes. Más recientemente, el fujimorismo ha sido clave para entender la construcción de una variedad de régimen político: aquel que combina el mantenimiento formal de la legalidad democrática, una legitimación plebiscitaria (que le permite ser competitivo en los procesos electorales), con un funcionamiento autoritario, en tanto el poder se concentra en la presidencia, que utiliza el respaldo con que cuenta para destruir los límites institucionales que lo controlan, el equilibrio de poderes, los derechos de la oposición y de las minorías. Este tipo de régimen se ha caracterizado como “autoritarismo competitivo”.

En las últimas semanas elementos del libreto fujimorista se han visto repetidos elocuentemente en países vecinos. En Bolivia, la mayoría oficialista en la Cámara de Diputados ha suspendido al presidente de la Corte Suprema, en un contexto en el cual el PJ está procesando al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y a algunos de sus colaboradores, siguiendo el libreto de la destitución de los magistrados del TC ocurrido en Perú en 1997.

En Venezuela, el gobierno hasta ahora defendió su carácter democrático arguyendo que la oposición podía expresarse libremente en medios como Globovisión; sin embargo, recientemente se pretende investigar sus actividades y línea informativa, y hay un cuestionable acoso judicial en contra de su propietario, acusado de defraudación tributaria. ¿Recuerdan a Baruch Ivcher y otros? En Colombia, el reelecto Álvaro Uribe pretende forzar una re-reelección mediante una nueva reforma constitucional, a pesar de que la Corte Constitucional declaró que la reelección de 2006 procedía solo por una vez. Ya logró que el Congreso, en el que cuenta con mayoría, lo apruebe. En Colombia se habla explícitamente de la “fujimorización” del uribismo.

El que este tipo de régimen pueda consolidarse depende de la fortaleza institucional y de la capacidad de la oposición. Hasta el momento, Bolivia todavía mantiene un mínimo equilibrio: por ejemplo, la suspensión del presidente de la Corte debe también ser aprobada por el Senado, donde el MAS no tiene mayoría. En Colombia, la Corte Constitucional podría frenar la re-reelección, y si es que no, tendría que realizarse un referéndum, que el uribismo tiene complicado ganar. En Venezuela, sin embargo, la cancha está totalmente inclinada en favor del Ejecutivo, con lo que la naturaleza autoritaria del régimen es elocuente.

Como se ve, hay autoritarismos de izquierda y derecha. Leyendo la prensa en nuestro país, parece que todavía, a pesar de lo que hemos vivido en los últimos años, hay quienes desde la izquierda solo condenan la arbitrariedad del poder cuando es de derecha, y desde la derecha solo cuando es de izquierda.

Fuente: Diario La República. Martes 26 de mayo del 2009.

lunes, 1 de junio de 2009

El Perú y La Comunidad Andina de Naciones (CAN).

La Comunidad Andina

Manuel Rodríguez Cuadros (Ex canciller del Perú)

Desde 1980, en el Perú, curiosamente el país con mayores intereses no sólo económicos sino históricos y estratégicos en el proyecto subregional, se viene produciendo un ataque sistemático e ideológico contra la integración andina.

La premisa falsa que denota el extravío nacional de estos análisis es la siguiente: con la globalización los intereses nacionales se diluyen, ya no es “moderno” pensar en proyectos nacionales, subregionales ni regionales, pues todos ellos suponen un voluntarismo que da protagonismo a los estados frente a los mercados. Y como éstos funcionan a escala global, la verdadera integración es con el mercado mundial y eso se obtiene unilateralmente, eliminando los aranceles y los esquemas de integración que para ese objetivo se conciben como un obstáculo.

Este es el pensamiento implícito de quienes desean asistir a los funerales de la comunidad andina. Más allá de ser a nivel teórico un pensamiento del pasado, es una opción contraria a los intereses nacionales del Perú.

Hay en el raciocinio mucho de ideología y poco de objetividad. Se opone falsamente Estado nacional versus liberalización del comercio. Estados Unidos y la Unión Europea son la prueba en contrario, ellos no se desarman arancelariamente de manera unilateral. Negocian la liberalización, en función de intereses nacionales. Como debe hacerse.

Hay también una suerte de mentira sagrada en el análisis de los mercados. Se mitifican los mercados extrarregionales, presentándolos como panaceas universales, desde mercados ciertamente importantes para el Perú, como los de EEUU, la China o Europa, hasta los insignificantes como Corea del Sur, Tailandia o Singapur. El mensaje es: los mercados alejados de la región, de nuestra región, son los valiosos; los nuestros irrisorios.

Pero esa no es la verdad. La realidad dice lo contrario. Según los últimos datos de la Cepal, al 2007 el principal mercado de las dinámicas exportaciones del Perú fue América Latina con 20.6% del total (5,725 millones de dólares), seguido por los EEUU, 19.4 %, y por la Unión Europea 17.1%, muy atrás viene la China con cerca del 8%. El mercado latinoamericano, incluida la Comunidad Andina, a pesar de la política exterior y el discurso ideológico en contra, es el principal socio comercial del Perú.

No es cierto el fracaso económico de la CAN. Se ha consolidado una zona de libre comercio que es muy significativa para los intereses de la economía nacional. El comercio andino es un enorme patrimonio histórico y vale más aún por su alto componente de manufacturas. Otra cosa es que, por culpa de los gobiernos de Fujimori y Alan García, el proyecto de la unión aduanera y el mercado común haya encontrado inviabilidad. Pero aun en ese caso, no veo que los defensores de la extra zona exijan una unión aduanera con Estados Unidos o Europa. La CAN es sin embargo mucho más que el comercio, es para el Perú un factor estratégico de su inserción sudamericana.

Fuente: Diario La Primera. Lunes 01 de junio del 2009.