domingo, 31 de mayo de 2009

Entre el progresismo y el neoconservadurismo. Los intelectuales conversos.

La derechización de los intelectuales españoles

Las ideas liberal-conservadoras son hoy hegemónicas en la esfera pública en nuestro país. En muchos casos son defendidas con ardor por gente que fue progresista en su juventud, y a veces, hasta marxista-leninista.

Ignacio Sánchez-Cuenca (Sociòlogo)

Aunque viene de atrás y el proceso ha sido gradual, en los últimos años se ha acelerado, y desde luego se ha hecho más visible, un muy notable desplazamiento de buena parte de los intelectuales españoles hacia posiciones conservadoras y derechistas. Los intelectuales -entendiendo por tales, en un sentido muy amplio, a aquellas personas con un protagonismo destacado en la esfera pública: profesores universitarios, periodistas, escritores, etcétera- se han derechizado, muchas veces a cuenta de la negación de la diferencia misma entre la izquierda y la derecha, que consideran superada, mistificadora o simplemente sectaria.

Siempre ha habido muchos intelectuales de derechas y, como es lógico, continúa habiéndolos. Ocurre así en todas partes. Lo que no resulta tan habitual es que en el lado opuesto del espectro ideológico haya habido una especie de desbandada generalizada. Muchos de quienes escribían antes desde posiciones a veces furiosamente radicales o revolucionarias, hoy defienden no valores liberales, como quizá cabría esperar, sino ideas que sólo cabe calificar de reaccionarias.

Este cambio se hace especialmente chocante en los casos más extremos, en aquellos que defendían la dictadura del proletariado, el marxismo más estricto, el derecho a la autodeterminación de los pueblos, o incluso a la propia ETA. Muchos de ellos andan hoy en las antípodas de todo aquello. Sus preocupaciones ahora son muy distintas, como la defensa de la unidad de España, la guerra a los nacionalismos periféricos, el desprecio a la socialdemocracia, el combate frente a esas espectrales amenazas del relativismo y el multiculturalismo, el lamento por la pérdida del modelo antiguo de la educación, basado en la jerarquía y la disciplina, o la defensa, en nombre del realismo y la madurez, de cuantas intervenciones armadas tengan a bien emprender Estados Unidos e Israel.

Hay, por supuesto, casos mucho menos llamativos, pero seguramente más abundantes, de intelectuales que fueron de izquierdas, socialistas por ejemplo, que se identificaron en su momento con el proyecto de Felipe González, y que han pasado a abrazar una confusa mezcla de liberalismo y nacionalismo español que cristaliza en el desprecio a la figura de José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos de ellos han dedicado grandes esfuerzos a hacer escarnio de esa pobre figura imaginaria, casi mítica, del progre profundamente antiamericano, que apoyaba a Fidel Castro, que tenía sus ambigüedades ante el terrorismo, que veía casposa la idea misma de España, que rechazaba los métodos memorísticos en la escuela, que hacía apología de un pacifismo ingenuo, que pensaba que la policía era un cuerpo represivo... En fin, un discurso perteneciente en todo caso al género autobiográfico y hecho en realidad con el claro afán de justificar ante sí mismos y ante la sociedad cambios ideológicos pendulares, que van de un extremo a otro. ¿Cuántos artículos de opinión en esa línea no hemos leído en las páginas de este periódico en los últimos, digamos, 15 años?

Quizá sea la cuestión eterna sobre el ser de España la que mejor ha permitido visualizar el cambio al que me refiero. Si en otros tiempos los intelectuales de izquierda creyeron tener una suerte de afinidad natural con los movimientos nacionalistas vascos y catalanes que reclamaban un Estado propio, hoy han abjurado completamente de aquellas ideas y las han sustituido por otras no menos dogmáticas y esquemáticas que las anteriores, según las cuales estos nacionalismos son un vestigio de la "tribu", una doctrina irracionalista de principio a fin que no cabe en nuestro orden liberal. El término "tribu" es hoy un comodín tan gastado como en su día lo fue el "sistema" o los "poderes fácticos".

Como una derivación natural de la cuestión nacionalista, la lucha contra el terrorismo de ETA ha tenido efectos similares. En estos últimos años han surgido, como si fueran setas, intelectuales que se mostraban muy indignados con los etarras, justo cuando ETA menos mataba. Estos antietarras sobrevenidos, que no se ocuparon de este drama en los tiempos realmente duros, y que escriben bien alejados del País Vasco, se han aprovechado descaradamente del prestigio moral que otorga la resistencia frente a ETA para hacer su peculiar ajuste de cuentas con las ideas que defendieron antaño.

Como todo fenómeno complejo, la derechización creciente de los intelectuales que fueron de izquierdas tiene múltiples causas. En primer lugar, cabe destacar el espíritu de los tiempos. El auge del neoconservadurismo por un lado, así como el colapso del marxismo que, por muy distintas que fueran las formas que adoptara, servía al fin y al cabo de lengua común de la izquierda, sumado todo ello a la confusión sobre el papel que puede desempeñar la socialdemocracia en el capitalismo actual, ha creado un clima propicio para el abandono de las antiguas convicciones ideológicas. No son pocos los que se han dejado arrastrar cómodamente por esta corriente. Aunque se suponga generosamente que los intelectuales somos gente que piensa por sí misma y revisa críticamente sus ideas, en realidad nos dejamos influir por las modas y las tendencias tanto o más que el común de los mortales.

El espíritu de los tiempos tiene además una especificidad propia en España. La historia política de nuestro país ha sido extremadamente convulsa. Sólo así se explica que muchos intelectuales abrazaran el izquierdismo para oponerse a Franco. Desaparecido éste, fueron evolucionando en la democracia hacia posiciones liberales que son las que habrían tenido de forma casi natural, por su origen social y formación, si España no hubiera pasado por una dictadura tan prolongada. A esto hay que sumar el estigma que ha arrastrado en nuestro país la derecha democrática debido a sus conexiones con el régimen anterior. Algunos intelectuales se atrevieron a hacer explícitas sus nuevas posiciones sólo cuando, tras la llegada del PP al poder en 1996, ese estigma comenzó a diluirse.

Hay también una cuestión generacional que no cabe soslayar. Los intelectuales que han tenido una fuerte presencia en la esfera pública desde los tiempos de la transición, cuando eran todavía muy jóvenes, tuvieron sus años de gloria bajo los primeros Gobiernos de Felipe González. Lo llamativo es que no se resignen a perder el oligopolio de las letras 30 años después. En un país normal, con un sistema político consolidado que lleve largo tiempo funcionando, la renovación de personas e ideas se produce con total naturalidad. Aquí no. Es anómalo que las personas que nacieron, aproximadamente, entre 1935 y 1950, comenzaran tan pronto y acaben tan tarde.

Su incomprensión y su desconcierto ante la generación socialdemócrata en el poder salen a relucir casi a diario. Que se trata de una cuestión generacional queda meridianamente claro por el tono de riña y suficiencia que se emplea para realizar lo que debería ser la crítica razonable al Gobierno y a su presidente. Esa falta de entendimiento generacional explica también, según me parece, la deriva liberal-derechista de tantos intelectuales que, sin embargo, se identificaron, con mayor o menor entusiasmo, con los Gobiernos socialdemócratas de Felipe González.

Este abandono de la izquierda ha provocado una creciente hegemonía de las ideas liberales-conservadoras, que son hoy las dominantes en periódicos, revistas de debate y ensayo, libros y otros elementos que componen la esfera pública. Los centros de agitación intelectual están hoy en la derecha. En la izquierda no extrema no hay nada parecido a un debate desde hace mucho tiempo, como atestigua la facilidad con la que se propalan en España tópicos exagerados y sin fundamento sobre el catastrófico estado de la educación, el desastre del sistema autonómico, o la cuestión de los derechos lingüísticos.

Lo más curioso del caso es que quienes han abandonado los principios progresistas exigen a los demás que recorran el mismo trayecto, de forma que si alguien se resiste se le tacha de inmediato de sectario, dogmático o vendido. El ardid es muy burdo como para pasar desapercibido y, en el fondo, resulta revelador de la incomodidad que muchos sienten cuando se les recuerda su "evolución", por llamarlo de alguna manera.

¡Qué extraños son estos nuevos liberales que se siguen creyendo progresistas!

Ignacio Sánchez-Cuenca es profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.

Fuente: Diario El País. Domingo 24 de mayo del 2009.

sábado, 30 de mayo de 2009

Juan Bosch en la historia latinoamericana.

Foto: Archivo Life

Bosch, intelectual y político

Sinesio López Jiménez (Sociòlogo)

Fue un hombre de muchos registros. Político, literato, ensayista, historiador y educador, en todos esos roles brilló con luz propia. Autodidacta, de la misma estirpe de José Carlos Mariátegui y José Aricó, conoció profundamente los diversos temas en los que se involucró. Y en todos ellos se manejó con creatividad y con una gran autonomía conceptual. Perteneció a la ilustre estirpe de políticos latinoamericanos de los años 30 del siglo XX que fueron al mismo tiempo políticos e intelectuales. Esa combinación elevó la calidad de la política y le impregnó un sentido práctico y crítico al pensamiento. Su rica biografía acompañó en forma agónica la densa historia de su país. No se puede entender a Juan Bosch sin la convulsa historia de Santo Domingo ni se puede entender a este país sin la obra literaria, sociológica y política de Bosch (1909-2001).

Su múltiple producción intelectual va desde las obras de ficción (cuentos, novelas) hasta artículos de análisis de coyuntura publicados en revistas y diarios, pasando por estudios sociológicos e históricos, biografías magistrales, ensayos de teoría política, testimonios y crónicas. En una primera etapa (1929-1938) la literatura predominó sobre la política. Salen a la luz entonces dos libros de cuentos y una novela (La mañosa). La segunda etapa (1939-1962) fue marcada por el exilio y la política fue ganando terreno sin afectar demasiado a las letras. En este lapso Bosch publica varios libros de cuentos, ensayos políticos y una que otra biografía. La tercera etapa ha sido definida por García Cuevas, uno de los estudiosos más agudos de su obra, como un tiempo de “desilusión y de búsqueda” y de tránsito del liberalismo reformista al marxismo. La acción política desplaza al discurso.

En diciembre de 1962 es elegido presidente de la república. El 25 de setiembre de 1963 es derrocado por un sector de las FFAA en alianza con la oligarquía y con el apoyo del gobierno de EEUU. En abril de 1965 un grupo de oficiales busca reinstalar a Bosch en el poder. Más de 40 mil soldados norteamericanos invaden el suelo dominicano para “impedir otra Cuba”. En la última etapa (1967-2001) la política se impone abrumadoramente sobre la literatura. Aparecen entonces, además de múltiples artículos, sus obras más orgánicas en el campo de la política, la historia y la sociología. Bosch publica El pentagonismo, sustituto del imperialismo (1967), Tesis de la dictadura con respaldo popular (1969), De Cristóbal Colón a Fidel Castro (1969), Breve historia de la oligarquía (1970) y Composición social dominicana (1970). Todas ellas obras fundamentales para entender la sociedad y la política de su país.

Su actividad política, iniciada desde temprana edad (tenía 20 años), fue también muy fecunda. Ella estuvo marcada por la invasión militar norteamericana en 1916 que suscitó en él un fuerte sentimiento nacionalista y patriótico. En enero de 1934 Bosch fue apresado, encarcelado y acusado de terrorismo por la policía trujillista. Una vez liberado por presiones políticas, Bosch emprendió el camino del exilio en Cuba, en donde acentuó su actividad política de lucha abierta contra la dictadura de Trujillo.

En 1939 participó en la fundación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que ha tenido una importante gravitación en la vida política dominicana. Costa Rica, Chile y Puerto Rico, en diferentes momentos, acogieron al exiliado que no cesó en la lucha política y publicista antitrujillista, después de un primer intenso insurreccional frustrado, organizado desde Cuba. Luego del asesinato del dictador, Bosch retorna a Santo Domingo en octubre de 1961. Como candidato del PRD, es elegido Presidente de la República Dominicana en diciembre de 1962.

La larga lucha contra la dictadura de Trujillo hizo de Bosch un político con un proyecto liberal y democrático acompañado de algunas reformas económicas y sociales. Bosch planteaba abrir el Estado dictatorial y patrimonial a las libertades y a la participación de todos los dominicanos y proponía la realización de reformas económicas y sociales que afectaban los intereses de la oligarquía. Las agudas confrontaciones que se produjeron después del golpe contra su gobierno, el intento frustrado de reinstalarlo en el poder y la invasión norteamericana llevaron a Bosch a la radicalización política, al abandono de los esquemas liberales y al acercamiento al marxismo heterodoxo. Los cambios ideológicos y políticos lo indujeron a renunciar al PRD y a fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973 que, en 1990, era ya la primera fuerza política del país. Pese a ello, el PLD sólo pudo acceder al poder en 1996 bajo el liderazgo de Leonel Fernández, un político joven que gozaba de todo el apoyo y la confianza de Juan Bosch. Su itinerario político contrasta con el de otros líderes latinoamericanos (Haya de la Torre, Figueres, Betancourt y otros) que experimentaron más bien una involución conservadora. Es justo, por eso, que Santo Domingo y América Latina celebren el centenario del nacimiento de un político y de un intelectual que presenta una trayectoria limpia, honesta y consecuente.

Fuente: Diario La Repùblica. Viernes 22 de mayo del 2009.

viernes, 29 de mayo de 2009

Mario Vargas Llosa, pensamiento liberal y defensa del orden establecido.

Vargas Llosa en Caracas

César Hildebrandt (Periodista)

Escuchar a Mario Vargas Llosa decir simplezas solemnes como las que acaba de decir en Caracas es como volver a los tiempos de la guerra fría.

Según Vargas Llosa el mundo se divide, pobremente, entre los que piensan como él (o sea los buenos) y los que piensan distinto (o sea los peligrosos).

Ahora bien, hay varios tipos de peligrosos. Están los peligrosos arqueológicos, que son los comunistas, y los peligrosos inofensivos, que son los socialdemócratas.

Sin embargo, para el pensamiento catatónico de don Mario hay un tercer tipo de peligrosos y estos son los peligrosos-peligrosos.

Los peligrosos-peligrosos son los que no han pasado por el comunismo ni han militado en la socialdemocracia y ni siquiera han querido participar de la política (candidateando a una presidencia, por ejemplo).

Pero esos peligrosos-peligrosos son los que piensan por su cuenta, los que el sistema no engríe sino hostiliza, los que las corporaciones no financian sino tratan de enlodar. Son, en suma, los intelectuales, esa categoría a la que perteneció, brillantemente, Mario Vargas Llosa.

Porque Mario fue el entusiasta castrista de los años 60, el autor de aquel discurso inolvidable leído al recibir el premio Rómulo Gallegos, el gran novelista que nos restregó la imagen del joven Javier Heraud muriendo en la selva.

Y no fue intelectual porque fuera de izquierda. Lo fue porque pensaba libremente y era soberano de su percepción.

Y como era un intelectual comprometido con la verdad y no con los dogmas, Vargas Llosa se fue distanciando de la revolución cubana a medida que la revolución cubana se fue haciendo hangar soviético y sucursal estalinista.

Fue más intelectual que nunca cuando, en 1968, se apartó para siempre de cualquier incondicionalidad censurando la salvaje invasión del llamado Pacto de Varsovia a tierras checoslovacas. Como se sabe, la URSS ejecutó ese zarpazo para impedir que Alexander Dubcek “suavizara” la dictadura checa y diera con ello el mal ejemplo que podía prender.

Quien escribe tenía 20 años cuando los tanques rusos entraron a Checoslovaquia. Todavía recuerdo la furia de los muchachos y muchachas que se enfrentaron, en las imágenes en blanco y negro de la época, a los blindados que tenían como misión aplastar “la primavera de Praga”. Recuerdo esa furia checa y eslovaca y recuerdo la mía, limpia como un relámpago: ¿Para esto se hacían las revoluciones? ¿Para aplastarlas con la soldadesca?

Mario siguió dando ejemplo de autonomía cuando, en 1971, rompió abiertamente con lo que quedaba de aquella original revolución barbuda liderada por Fidel.

Yo trabajaba en “Caretas” y recuerdo haberlo entrevistado por teléfono (de Lima a París) sobre el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por Castro y sus secuaces a demolerse en público y a vomitar una confesión que parecía salida de los juicios de Moscú de los años 30.

Pero pasaron los años y Mario dejó de ser el hombre libre que vagaba por el mundo a su entender, el escritor que decía verdades de a puño, el intelectual distanciado del dinero y de los proveedores del poder.

Romper con el comunismo había sido una exigencia de la libertad. Transar con el establecimiento fue una interpretación de estirpe mexicana de la tarea del intelectual (aunque Octavio Paz, por ejemplo, se contaminó bastante menos con la telaraña del PRI).

Curiosamente, cuando Mario se amistó con el orden establecido por las corporaciones y perdió ese malestar que lo hacía escribir deicidamente para sustituir el mundo, fue, al mismo tiempo, cuando de su inmenso talento empezaron a salir los divertimentos editoriales y las performances que tanto alegraron a su nuevo y creciente público. Las risas producidas por “Pantaleón y las visitadoras” empezaron a cundir entre los que cortaban el jamón.

Su último gran libro genial (y brotado del desasosiego) fue “Conversación en la catedral”. A partir de allí, un Mario integrado al sistema global del poder decidió que pelear en contra de esa energía oscura no era sólo inútil sino también agotador y hasta suicida. Entre Chomsky y Camus, Vargas Llosa eligió a Gore Vidal y sus objeciones secundarias.

Escucharlo ahora, en plena crisis mundial, decir que el liberalismo sólo trae abundancia y justicia y que los países que han seguido esa receta son y serán los más prósperos (¿verdad Irlanda, no es cierto España, te acuerdas Islandia?) es como escuchar a un señor que tiene el físico de Vargas Llosa, el pasaporte de Vargas Llosa, el habla cantarina de Vargas Llosa pero que, de algún modo, usurpa al escritor, difama al combatiente libertario y anima y reconforta a sus enemigos.

Ir a Venezuela en estos días y redundar en las críticas que el caudillo procaz de esas tierras merece está muy bien, siempre y cuando no se vaya como plenipotenciario de aquellos valores que permitieron la criminal hegemonía invasiva de los Estados Unidos en América Latina. Censurar a Chávez y olvidar a Arbenz (y a Bosch y a Panamá y a Granada y al bloqueo cubano) no es lo que se espera de un hombre decente como Vargas Llosa.

Escuchar a Vargas Llosa como propagandista del capitalismo realmente existente produce, en suma, un agudo ataque de melancolía.

Fuente: Diario La Primera. Viernes 29 de mayo del 2009.

jueves, 28 de mayo de 2009

La construcción de la social democracia alemana.

El logro alemán

Ariel Segal (Internacionalista)

Hace pocos días Alemania conmemoró el 60 aniversario de la fundación de su actual sistema democrático, y los hechos son contundentes: una milagrosa transformación del estado militarista prusiano y luego, del Nazi, a una de las democracias más estables, de mayor prosperidad con una concepción liberal y social del Estado, aunque esto pueda lucir como una contradicción para algunos nostálgicos de los estados corporativos de derecha o izquierda.

Tres años después de la conquista y división de Alemania entre los aliados occidentales y los soviéticos, Francia, Inglaterra y Estados Unidos –a diferencia de Stalin (decir que fue el gobierno de Moscú sería una distorsión para lo que fue su régimen personalista y totalitario)– ofrecieron a los líderes de los diez estados federados de la parte occidental germana, a que junto a representantes de la ciudad-estado de Hamburgo y de Berlín occidental, se reuniesen para establecer las bases de un país independiente. Si bien la oferta fue tentadora, no fue fácil para los padres de la patria de Alemania Federal aceptar que, oficialmente, habían perdido su soberanía sobre la parte oriental, y es por eso que establecieron una legislación provisional, confiados en que algún día lograrían reintegrarse. Aquel documento “provisional” – llamado Ley Fundamental y promulgado en mayo de 1949– no solo ha demostrado que sigue vigente como un modelo de constitución para las democracias del mundo, sino que además, no ha sufrido mayores cambios en su esencia tras su reforma en 1994 por la reunificación alemana.

Los líderes de Alemania Occidental fueron visionarios, en especial el conservador Konrad Adenauer, quien dirigió la asamblea que elaboró la Ley Fundamental, que además de considerar que algún día su país podría recuperar y absorber a la población oriental viviendo bajo el yugo del totalitarismo comunista, tomaron precauciones para evitar que los fantasmas del pasado pudiesen emerger. Por eso, la constitución incluyó la llamada “cláusula de eternidad” que hasta hoy prohíbe la modificación de los artículos relacionados con el respeto a los derechos humanos y al sistema federal, democrático y social, para evitar que puedan ser legalizados partidos políticos con proyectos discriminatorios o totalitarios. Es emblemático que la primera frase del artículo 1 de la Ley Fundamental –no negociable a cambios, incluso si se modifica la constitución– es el que afirma que “la dignidad humana es inviolable”.

Además de estadistas como Adenauer, Alemania ha contado con grandes cancilleres como Willy Brandt, así como cancilleres de gran eficiencia y visión como Helmut Schmidt, Helmut Khol, Gerhard Schröder y en el presente, Angela Merkel.

Fuente: Diario La República. Jueves 28 de mayo del 2009.

lunes, 25 de mayo de 2009

Chile y el riesgoso recurso de excepciones preliminares en la controversia marítima con el Perú.

Imagen: La Repùblica
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¿Entre Escila y Caribdis?

Manuel Rodríguez Cuadros (Ex canciller del Perù)

El presidente Ricardo Lagos en una entrevista pública en radio Bío Bío, el año 2004, asumió que Chile presentaría un recurso de excepciones preliminares en torno a la controversia marítima con el Perú. Si nos atenemos a esa declaración y a muchas otras de los cancilleres chilenos, el gobierno de Chile debería presentar antes del 19 de junio este recurso solicitando a la Corte que no prosiga el juicio por una causal de incompetencia o de inadmisibilidad.

Pero esta convicción parece ya no ser una certeza. Más aún, deben existir corrientes muy encontradas entre quienes estén a favor de las excepciones preliminares y de quienes piensen que ello es riesgoso y que lo mejor para los intereses chilenos sería no presentar el recurso. Se trata de una decisión muy compleja.

El problema estriba en la presumible convicción de la Cancillería chilena y sus asesores internacionales de que la presentación del recurso no tendría efecto útil; pues la Corte, conforme a una jurisprudencia uniforme, rechazaría las excepciones de incompetencia e inadmisibilidad o, en su defecto, resolvería pronunciarse sobre las excepciones y el fondo de manera simultánea en su sentencia final.

Esta previsible realidad indica que el objetivo de cortar el juicio y ganarlo, sin que este se produzca, no se conseguiría de ninguna manera, pues la Corte en cualquier hipótesis resolvería continuar el proceso sin acoger las excepciones.

Esta proyectada realidad, aconsejaría a La Moneda a no presentar el recurso. Pero, dado que sus cancilleres han repetido que hay un problema de incompetencia por la supuesta existencia de tratados que ya habrían resuelto el litigio y que no existe la controversia jurídica, este hecho podría ser tomado en el Perú como una suerte de triunfo procesal y en Santago como una derrota inexplicable. Es un riesgo político. Sería difícil explicar a la opinión pública en Chile por qué no se presenta el recurso y por qué se reconoce la controversia jurídica siempre negada.

Evitar esta situación debe motivar a los sectores favorables a presentar las excepciones preliminares. Pero aquí el asunto se vuelve a complicar, pues presentado el recurso, por el antecedente inmediato de la sentencia en el caso entre Colombia y Nicaragua, la Corte podría resolver señalando que no está establecido el límite. En este caso se habría perdido el recurso procesal y lo sustantivo del fondo.

No serán fáciles para Santiago las próximas semanas. El gobierno de Chile debe estar muy convulsionado respecto de una decisión que parece recordar el mito griego de Escila y Caribdis.

Fondo. En la hipótesis de que el gobierno de Chile presente excepciones preliminares, la Corte tendrá que resolver sobre su competencia y la admisibilidad del caso antes de entrar a considerar los méritos, o, dado el caso, resolver las cuestiones preliminares junto con el fondo.

Fuente: Diario La Primera. Lunes 25 de mayo del 2009.

domingo, 24 de mayo de 2009

Cultura islámica, ataques suicidas e imaginario colectivo en Occidente.

Tigres suicidas

Farid Kahhat (Internacionalista)*

Setenta y dos mujeres vírgenes que esperan por uno en el paraíso parecen una buena razón para morir, sobre todo cuando quien se inmola en su búsqueda no tiene ni perro que le ladre en este valle de lágrimas: esa es al menos la leyenda urbana que circula en Occidente sobre los atacantes suicidas de religión musulmana. Se trata de una leyenda que se desvanece bajo el escrutinio del sentido común: si eso es así, ¿qué recompensa esperaban obtener las mujeres (hasta donde se sabe, heterosexuales) que también han recurrido a ese medio de acción?

Quienes, como Bernard Lewis, atribuyen al islam una afinidad natural con los atentados suicidas recurren siempre al mismo ejemplo: el de los hashashín (o consumidores de hashish, y etimología de la palabra “asesino”), secta que daba muerte en lugares públicos a cualquier líder musulmán que suscribiera un armisticio con los cruzados. Pero la necesidad de apelar a una herejía marginal del siglo XIII para encontrar un antecedente en el islam es precisamente la mejor prueba de que la práctica de los atentados suicidas no es consustancial a esa religión, sobre todo cuando el mundo occidental cuenta con sus propios ejemplos, mucho más cercanos en el tiempo y desprovistos de cualquier motivación religiosa. Entre estos ejemplos destacan algunos anarquistas europeos del siglo XIX (en su mayoría rusos, pero también franceses, como Ravachol), de impecables credenciales ateas y anticlericales.

En la primera edición de su libro “Muriendo para ganar: la lógica estratégica del terrorismo suicida”, Robert Pape enumera todos los casos ocurridos en el mundo entre 1980 y el 2001. El autor sostiene que en ese lapso pueden documentarse de manera inequívoca 188 casos. Luego intenta establecer patrones entre ellos y sus hallazgos son siempre contraintuitivos.

En primer lugar, ese tipo de atentados es, en su virtual totalidad, producto de campañas orquestadas por organizaciones político-militares y no son actos aislados de individuos desesperados: 179 de los 188 casos documentados caen dentro de esa categoría. El segundo hallazgo es que se trata de campañas libradas virtualmente siempre con el mismo objetivo: lograr que un ejército foráneo, al que se juzga como una fuerza de ocupación ilegítima, abandone el territorio que los autores intelectuales consideran su suelo patrio (es decir, un objetivo político y secular).

A su vez, tal constatación prefigura el hallazgo más importante de Pape, dado que cuestiona de manera frontal las certezas habituales en estos temas: no solo es falso que el terrorismo suicida tenga alguna afinidad particular con el islam, sino que, además, no está necesariamente vinculado a religión alguna. De los 188 atentados suicidas que Pape contabiliza, 75 fueron perpetrados por una sola organización: los Tigres del Tamil en Sri Lanka, es decir una organización marxista-leninista (y, por ende, atea), cuyos integrantes son de origen hindú (igual que Mahatma Gandhi). Esta organización, tras librar una guerra separatista durante un cuarto de siglo, acaba de deponer las armas y aceptar su derrota en Sri Lanka.

La previsión gubernamental según la cual, una vez acorraladas, las últimas huestes de los Tigres del Tamil cometerían suicidio en masa no se consumó, lo cual parece darle la razón a Pape: bajo esas circunstancias, el martirio colectivo habría tenido quizás un valor simbólico, pero no hubiera sido un medio eficaz para lograr sus objetivos .

(*) CATEDRÁTICO DE LA PUCP

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 24 de mayo del 2009.

sábado, 23 de mayo de 2009

Pakistán, Afganistán y la nefasta estrategia norteamericana.

Pakistán y los problemas en el vecindario

Guillermo Giacosa (Periodista)

En las provincias pakistaníes del noroeste, hacia adonde avanza el ejército de ese país, ya hay más de dos millones de desplazados. Esta ofensiva es parte del diseño bélico que ha impuesto el Pentágono, y su cumplimiento, que busca vencer a los revitalizados talibanes, está provocando un inmenso drama humano. El más grave, según las agencias internacionales de ayuda, desde el genocidio perpetrado en Ruanda.

Se calcula que el número de desplazados aumenta en 100,000 por día. Comienzan también a llegar imágenes patéticas de niños heridos o muertos y del espanto que siembran desde el cielo, y sin ningún peligro para sus vidas, los pilotos estadounidenses. ¿Pensarán construir así, a bombazos, las futuras democracias del Medio Oriente? A pesar de que las experiencias iraquí y afgana no han resultado muy alentadoras, parecen querer insistir, en el conflictivo Pakistán, con la misma metodología. ¿No tendrán otra, o es esta la metodología aconsejada para mantener lozanas las cuentas del aparato industrial-militar?

¿Que muere gente, dice usted? Pues sí, en la guerra muere gente, pero no gente como la que murió en las Torres Gemelas. Esta es gente de un nivel menos humano y, por tanto, merece menos titulares en los diarios, menos imágenes en la televisión, menos parloteo lastimero y desvergonzado de los políticos y, por supuesto, menos o ninguna compasión.

Habrán olvidado los estrategas de estas guerras que Pakistán dispone de unas mortíferas bombas nucleares, y que su poder político, hoy considerado para con las exigencias de EE.UU., es de una fragilidad esperpéntica y podría cambiar de manos. No calculan estos estrategas de la muerte el riesgo que significa provocar a un pueblo que está más cerca de los que mueren que de los discursos de sus políticos de turno.

No hay, con Irak y Afganistán, suficiente experiencia sobre los resultados que se obtienen sembrando destrucción y muerte. ¿Por qué no aprenden? ¿Qué gen idiota les impide sacar conclusiones de las experiencias pasadas? Ninguno, me dirá usted, y me invitará a no ser tan inocente. Y tiene razón, esta no es, aunque parezca, una tara genética. Este es el producto de una sociedad cuya supervivencia depende, en gran medida, de la vitalidad de su industria de armamentos y de la necesidad de controlar los recursos energéticos que provienen de aquella parte del mundo.

La República Islámica de Pakistán es un poco más pequeña que el Perú, tiene 150 millones de habitantes y carece de petróleo. Su desgracia se origina en que su frontera con Afganistán y los vínculos de origen tribal que muchos paquistaníes mantienen con los afganos hacen que ese país ocupe una posición geopolíticamente sensible a los intereses de Estados Unidos en la región.

Obama apuntó desde un principio a Afganistán, por ser el país donde se habría pergeñado el 11-S, y Pakistán, vecino y hasta connacional en algunos aspectos de ese país, no podía quedar fuera de la estrategia destinada a eliminar a los talibanes.

Fuente: Diario Perú 21. Viernes 22 de mayo del 2009.

viernes, 22 de mayo de 2009

Historia de Villa El Salvador "Ciudad Mensajera de la Paz"

Villa El Salvador: epopeya y anonimato

Antonio Zapata (Historiador)

Días atrás Villa El Salvador ha cumplido un aniversario más. Se remonta a mayo de 1971, cuando gobernaba el general Juan Velasco y recién comenzaba la revolución de las FFAA. En ese momento, una invasión organizada en Pamplona se desbordó hacia una zona agrícola próxima a ser urbanizada, donde hoy se encuentra la Universidad Ricardo Palma.

Por su parte, el gobierno militar no había permitido invasiones. En el período anterior, el primero del arquitecto Fernando Belaunde, el Ejecutivo había tenido mano blanda y las invasiones fueron pan de todos los días. Pero, Velasco las había prohibido con severidad. Por ello, se había acumulado una gran presión humana en los barrios populares. Muchas familias recibían paisanos que venían de la provincia a la capital. Cada cierto tiempo, esos recién llegados se trasladaban a una nueva barriada para obtener techo propio. Pero, la prohibición de Velasco había evitado ese desfogue; por lo tanto en Pamplona sucedió un estallido en regla y fue como una olla de presión que revienta.

Miles fueron llegando y el gobierno vaciló. En pocos días debía inaugurarse una asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo y Velasco quería poner la mejor de sus caras para romper el aislamiento financiero. Pero, el ministro del Interior decidió actuar. Era el general Armando Artola, quien se caracterizaba por su conducta populista y sus métodos demagógicos; solía repartir panetones y regalos para despertar simpatías.

Artola reprimió y la población supo resistir. A consecuencia de la refriega hubo un muerto y numerosos heridos. A continuación, el entonces obispo de los PPJJ, monseñor Luis Bambarén, se presentó en el lugar de los hechos y realizó una misa que fue seguida con fervor por la población. Artola perdió los papeles y apresó al obispo. Pero, Velasco lo desautorizó.

Estando frente a los banqueros internacionales, el presidente entendió que no podía dar una imagen de dureza, porque quería recibir flexibilidad. Además, Velasco aprovechó para deshacerse de Artola, que lo incomodaba con sus ademanes y pretensiones; se amistó con el obispo, dándole satisfacciones y pidiéndole consejo sobre qué hacer con la invasión.

Velasco trasladó a los invasores al terreno donde actualmente se halla Villa El Salvador; prometiendo construir una ciudad modelo para los más pobres de la urbe. El presidente necesitaba un plan y acudió al Ministerio de Fomento, que pronto se transformaría en de Vivienda. Ahí el encargo presidencial fue transmitido al entonces joven arquitecto Miguel Romero. Trabajando contra el tiempo, ideó un módulo que logró direccionar la marea humana.

Romero creó el Grupo Residencial, un grupo de 12 manzanas de 24 lotes cada una; distribuidas de tal forma que cuentan con un espacio libre para desarrollar áreas comunes. Ese módulo fue fundamental. Preveía la combinación entre dos formas de propiedad: la familiar del lote y la colectiva a través de los Grupos Residenciales. Esa sinergia alentó un gran esfuerzo común. No había ni viviendas ni instalaciones urbanas, los invasores partieron de cero y porque no tenían nada construyeron todo.

Poco después se formó la Comunidad Urbana Autogestionaria, CUAVES. Sus organizadores partieron de los Grupos Residenciales, eligiendo directivas en cada uno de ellos. De este modo, se fusionó la distribución espacial con la organización social. Ahí radicó la fuerza especial de Villa El Salvador. Era una comunidad bien organizada, sus células eran los Grupos Residenciales y, bien plantada, empezó a florecer.

Luego, las viviendas se hicieron sólidas y fueron llegando los servicios urbanos, incluidos educación y salud. En ambas dimensiones, VES dio muestras de su organización. Fue ascendido a distrito y tomó un rostro productivo gracias al Parque Industrial, que fue sacado adelante gracias al empuje del varias veces alcalde Michel Azcueta.

Villa El Salvador se ha dado maña para generar a una heroína del movimiento popular. María Elena Moyano fue asesinada por Sendero Luminoso, simbolizando el martirologio de las dirigencias sociales atrapadas entre dos fuegos durante la guerra interna. Villa El Salvador había sido la joya de la izquierda de aquellos días, la vitrina de su propuesta. Su transformación actual en un distrito idéntico a los demás, coincide con el declive de la opción política de sus forjadores.

Fuente: Diario La Repùblica. Viernes 22 de mayo del 2009.

jueves, 21 de mayo de 2009

Historia de las relaciones Perú-Costa Rica.

Ver: Cognoscibilidad.blogspot.com
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Costa Rica: Amigo del Perú en la Guerra del Pacífico

Historia de una amistad. En pleno conflicto armado recibimos valiosa ayuda costarricense. Un interesante episodio de nuestra historia que muy escasamente se resalta o difunde. Un gesto de amistad que debemos recordar y agradecer.

Rosa Garibaldi*

A mediados de 1856 un hecho escandalizó a la América Latina: el filibustero norteamericano William Walker se apoderó de Nicaragua con el apoyo encubierto de Estados Unidos, entonces bajo la presidencia del demócrata James Buchanan, líder máximo de la corriente expansionista. La respuesta del presidente Ramón Castilla fue inmediata. Formuló, a través de Juan Ignacio de Osma, ministro peruano en Washington, la más enérgica protesta al Departamento de Estado y expidió, además, un decreto para crear una legación en Centroamérica nombrando como ministro residente a un abogado de 35 años: Pedro Gálvez, su ministro de Justicia. El decreto dispuso auxilios para América Central en su lucha contra el filibustero Walker y negociaciones para lograr adhesiones al Tratado Continental que, con el auspicio del Perú, y conjuntamente con Chile y Ecuador, fue firmado ese año. Creó una sólida alianza continental contra el peligro de expediciones piráticas como la de Walker.

Gálvez en Costa Rica

Pedro Gálvez llegó a Costa Rica con dos miembros de su legación el 22 de enero de 1857. Era un momento crítico pues la campaña bélica contra Walker ya no estaba surtiendo efecto. Arribó cuando el bergantín Once de Abril, comandado por el marino peruano Antonio Valle Riestra acababa de incendiarse en plena batalla contra la goleta filibustera Granada, de Walker. Valle Riestra quedó terriblemente quemado y fallecieron dos marineros peruanos. La presencia de Gálvez robusteció los ánimos para reanudar las operaciones bélicas. Costa Rica emprendió los esfuerzos para reconstruir su ejército y liderar la segunda expedición contra Walker. El presidente costarricense Juan Rafael Mora autorizó a Gálvez para que, en su representación y con los más amplios poderes, coordinara con el Gobierno Guatemalteco la acción unida de todos los estados centroamericanos en la lucha para expulsar a Walker. Al mismo tiempo, el canciller de Costa Rica, Lorenzo Montúfar fue enviado a El Salvador en idéntica misión. Derrotado y acorralado por los ejércitos centroamericanos, William Walker fue rescatado por la marina estadounidense.

Lazos de amistad

La solidaridad del Perú con Costa Rica llegó a ser tan profunda que se convirtieron en socios para construir un futuro canal interoceánico. Al mismo tiempo, primero Costa Rica y, luego el resto de estados centroamericanos se adhirieron al Tratado Continental.

En julio de 1857, Gálvez firmó con Costa Rica un convenio fijando las condiciones de un empréstito de cien mil pesos con el que el Gobierno Peruano auxiliaba a Costa Rica, con un interés del 4% anual y con diez años de plazo para el reembolso. Gálvez explicó que el ánimo del Perú hubiera sido no cobrar interés alguno; cobraba 4% porque el Perú estaba obligado a pagar, a la vez, ese interés por los 100.000 pesos que el consignatario del guano en Gran Bretaña le había cobrado por adelantarle el dinero.

La obligación de Costa Rica venció en 1868. En la documentación de Hacienda, publicada en Costa Rica, consta que jamás pagó un centavo y que jamás el Perú reclamó por ello. No fue sino en 1879, durante la Guerra del Pacífico, que el ministro peruano Tomás Lama solicitó el pago del préstamo pero con una considerable rebaja en los intereses acumulados. El historiador costarricense Cleto Gonzales Viquez señala que no fue propiamente un negocio; fue más bien “un servicio de amistad y una demostración de simpatía al Perú por su actitud de defensa contra el filibusterismo”. El historiador costarricense Rafael Obregón afirma que el Perú fue el único país que ayudó de manera efectiva a la causa centroamericana. Otros expresaron su simpatía y solidaridad pero su actitud no pasó de allí.

La gran ayuda al Perú

Los esfuerzos de Costa Rica por retribuir el apoyo y la generosidad del Gobierno Peruano le causaron serios problemas. El 28 de agosto de 1879 el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Miguel Luis Amunátegui, pidió explicaciones, pues el Gobierno de Chile se había enterado de que en Panamá se había desembarcado, y trasladado en una nave con destino al Perú, 103 cajones de rifles y 200 de cápsulas fulminantes, armamento entregado en Costa Rica al general don Domingo Vásquez, ex ministro de Honduras en Lima, pero cuyo destino final era el Perú. El canciller costarricense negó —en nota dirigida a su par chileno— que su país hubiera entregado armamento al Perú, sin embargo cuando el ejército chileno invadió Lima encontró en los Archivos de la Cancillería Peruana prueba de que la entrega de armamento se había efectuado.

El Gobierno de Costa Rica se encontró en serios aprietos cuando llegó a San José una misión, bajo el mando del encargado de negocios chileno Adolfo Carrasco Albano, para entablar un enérgico reclamo. La nota que el agente chileno envió a la cancillería costarricense le advertía que suministrar armas a un beligerante era motivo, en Derecho Internacional, para que el otro beligerante declarase la guerra. El representante chileno, sin embargo, mostró disposición para aceptar una explicación y dar por sentado que no hubo ánimo hostil sino, a lo sumo, “inconsciencia de la responsabilidad de un acto que resultaba violatorio de la neutralidad”.

Esta magnífica historia de solidaridad y amistad del Perú y Costa Rica fue ampliamente comentada el 8 de noviembre del 2005 por Marco Vinicio Vargas, viceministro de Relaciones Exteriores de esa nación centroamericana, ante su canciller Roberto Tobar, el embajador del Perú Alberto Gutiérrez La Madrid y la autora de esta nota, durante las actividades conmemorativas del 150 aniversario de la guerra contra el filibustero William Walker, que finalmente culminó con su derrota y expulsión definitiva y su ejecución en Honduras el 12 de setiembre de 1860.

William Walker (1824-1860).

Médico, abogado, militar y filibustero de Estados Unidos que a mediados del siglo diecinueve con la ayuda de mercenarios de su país intentó conquistar Centroamérica, autoproclamándose presidente de Nicaragua en 1857 y pretendiendo crear una colonia esclavista. Fue ejecutado en Honduras en 1860, contando con 36 años. En tiempos de la Guerra Civil norteamericana gozaba su memoria de gran reputación entre los estados sureños y del oeste. Mientras los estados del norte lo consideraban un simple pirata.

[*] Historiadora y diplomática peruana, profesora en la Academia Diplomática del Perú.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo de 17 de mayo del 2009.

martes, 19 de mayo de 2009

La selva peruana y la lucha por un verdadero modelo de desarrollo.

De la selva su cólera

César Hildebrandt (Periodista)

La selva tiene razón. Algunos de los métodos de la Aidesep pueden cuestionarse, pero nadie puede objetar seriamente la legitimidad de los reclamos de las ocho regiones y las 65 bases indígenas que están pidiendo el cumplimiento de las leyes vigentes y de los acuerdos que se adoptaron -para el gobierno- sólo en apariencia.

El gobierno de García ha querido burlarse de la selva y avasallar a sus poblaciones.

Como el señor García ignora la historia del Perú de un modo que podría llamarse exhaustivo, cree que vender los bosques y las cochas es algo novedoso.

No, hombre: pregúntele a algún aprista que no pertenezca al círculo del saqueo qué pasó en la selva en las primeras décadas del siglo XX.

La región más extensa y más olvidada del Perú ya sabe qué es eso de “poner en valor” sus tierras: al final, el valor se va a la casa matriz y las tierras, envenenadas o exhaustas, son las que pagan el pato.

García cree que el perro del hortelano es su peor enemigo. Y llama perro del hortelano a quien se oponga a sus planes de vendeselva.

Y sale a decir que las riquezas del Perú son de los peruanos. Habría que preguntarle, entonces, por qué la tajada inmensa de la torta se la llevan estadounidenses, canadienses o chinos.

Y manda al fantasmagórico Simon a decir que los selváticos son dueños del suelo pero no del subsuelo.

Habría que cavar en el jardín de Simon para ver si hay allí petróleo.

Porque Simon es también dueño del suelo por el que discurre para sobrevivir políticamente.

En el fondo de la polémica está el asunto del “modelo brasileño”, que García quiere imitar como si el Perú tuviese el tamaño de ese gigante idiota que siembra maíz y soya para hacer etanol mientras explora en la jungla para encontrar petróleo.

Brasil puede experimentar con una extensión del tamaño del Perú entero. Es su derecho al suicidio ambiental. Pero el perverso modelo de destinar el cultivo de alimentos a elaborar combustible no debería ser el nuestro.

Como no debería ser tampoco nuestro modelo meter a las petroleras donde sea y a como dé lugar. Ni conceder por cincuenta años millones de hectáreas a madereros forasteros sin ningún otro interés que no sea el beneficio pronto y desmedido.

Y es que el otro asunto de fondo en este debate distorsionado por los gritos y las furias, es el modelo de desarrollo que queremos para esa región.

Para el señor García, ese modelo no está en discusión. Ni siquiera la aterradora crisis global lo ha puesto en discusión. El súbdito García piensa que sólo el perro del hortelano es renuente a aceptar esa verdad ecuménica.

Pero el señor García se equivoca. En los libros que él no lee, en los blogs que no visita, en las cabezas que no consulta y entre los disconformes que le apestan asoma, cada vez más vigorosa, la idea de que el modelo que imitamos es inviable en el largo plazo, antiagrícola y anticomunitario en el corto e injusto de modo permanente.

¿Qué queremos para la selva? ¿Varios Cerros de Pasco? ¿Un archipiélago de Oroyas? ¿Una legión de Pluspetrol? ¿Ríos de gasolina? ¿Cientos de campamentos de exploradores petrolíferos, con sus respectivos Forzas y sus respectivas putas nómadas?

¿Qué hacemos con este pulmón sobreviviente del planeta, que nos pertenece desde un punto de vista geográfico y administrativo pero que, en realidad, es un asunto que le concierne a todos los terrícolas? ¿Ponemos a Rómulo León y al doctor Químper a venderlo por lotes?

En todo caso, digamos que hay terreno amplio para el debate.

Aceptemos que el ambientalismo radical debe de hacer concesiones al pragmatismo.

Pero aquí no ha habido debate sino puñalada.

García se burló de la OIT y aprovechó facultades especiales para legislar, en contra de la Constitución por lo menos en seis casos, sobre el modelo de desarrollo que él, vendedor civilista, cree que debe ser el único a aplicarse.

La selva le advirtió que eso estaba mal.

En mi programa de Canal 11 el señor Pizango dijo hace dos domingos que el gobierno se burlaba con esas mesas de diálogo y esos decretos monologantes.

Y no le hicieron caso.

Ha hecho bien el señor Pizango en deponer su llamado a la insurgencia. Ante un gobierno legicida no cabe una oposición sediciosa.

Que ahora venga el diálogo. Y que García entienda que el Perú no es su chacra ni su piso en París ni las cuentas de Mantilla ni el fideicomiso en Suiza. El señor García está de paso. La selva, no.

Fuente: Diario La Primera. Domingo 17 de mayo del 2009.

domingo, 17 de mayo de 2009

Estado, Iglesia y el tabú de la salud reproductiva.

Un tema tabú

Alberto Adrianzén M. (Sociòlogo)

Hace poco más de un mes el Vaticano vetó a Caroline Kennedy, la hija del ex presidente John F. Kennedy, como embajadora de EEUU ante la Santa Sede. Según el diario conservador Il Giornale, la razón habría sido su postura favorable hacia el aborto. Este mismo diario informa, además, que el Vaticano también vetó a otros dos candidatos entre los cuales destaca Douglas Kmiec, profesor de derecho constitucional de afiliación republicana, por el hecho de decir que los católicos no necesitan permiso de su sacerdote para votar por Obama, aunque apoye el aborto.

A este asunto se suma la reacción airada por parte de grupos antiabortistas por la invitación de la Universidad Católica de Notre Dame a Obama. Según el diario Madrid Digital, el cardenal Francis George, presidente de la conferencia episcopal de los EEUU, afirmó que este hecho representa que dicha universidad “no entiende lo que significa ser católico cuando envía esta invitación”. Al Vaticano tampoco le gusta que Obama haya levantando la prohibición de investigar con células madre.

Estos hechos, así como la absurda e irresponsable condena del Papa al uso del condón en África, la región más azotada en el mundo por el sida, son, acaso, la punta de un iceberg que está mostrando no solo un endurecimiento de la Santa Sede sobre estas y otras materias sino también una estrategia mundial que busca frenar el avance de posturas progresistas que apoyan, entre otros temas, el matrimonio entre homosexuales, el aborto y el uso de anticonceptivos como la píldora del día siguiente o Anticonceptivo Oral de Emergencia (AEO). Se sabe, además, que el Vaticano viene realizando grandes presiones ante diversos organismos internacionales y países para, justamente, frenar estos avances. En la Nicaragua “sandinista” (¿?), el gobierno de Daniel Ortega, interesado más en una alianza con la conservadora jerarquía católica, ha prohibido totalmente el aborto, lo mismo ha sucedido en República Dominicana.

Y si bien en el Perú no se ha llegado todavía a esos extremos, lo cierto es que hay una abierta campaña para prohibir tanto el aborto terapéutico, que está despenalizado desde 1924, como la píldora del día siguiente. La cabeza visible de ello es el cardenal y miembro del Opus Dei Juan Luis Cipriani, quien calificó de “traidores” a todos aquellos que apoyan el aborto. En julio del año pasado, durante el tedeum, afirmó que hay “grupos ideológicos” que “usando campañas millonarias, buscan nuevas formas de aborto bajo el pretexto de la salud reproductiva”. En este caso se refería a la AEO que, como sabe, es de uso legal en el país.

Sin embargo, lo más peligroso en esta escalada conservadora es el intento por modificar la actual regulación del aborto terapéutico y eugenésico. El 25 de noviembre del año pasado, el grupo parlamentario aprista a través del congresista Edgar Núñez, “paladín” de las peores causas, ha presentado un proyecto de ley (02878/2008-CR) que busca limitar, por no decir imposibilitar, ambos tipos de aborto. Según diversas instituciones, dicho proyecto de ley “modifica el tipo penal de aborto terapéutico, restringiendo su aplicación a casos en los que exista un peligro inminente a la salud de la mujer gestante (concepto más restrictivo que el riesgo de un mal grave y permanente recogido en el Código Penal vigente), y cuando se den las 17 entidades clínicas mencionadas expresamente en el proyecto de ley”.

La preocupación de estos grupos vinculados a la defensa de los derechos de la mujer –y tienen toda la razón– es que estas restricciones se trasladen al nuevo Código Penal que hoy está en revisión, con lo cual se limitaría al máximo, por no decir se prohibiría, el aborto terapéutico y el eugenésico.

Se calcula que cerca de 300 mil mujeres abortan al año en el país y que un promedio de 100 mujeres mueren al año ante la falta de servicios de aborto terapéutico. Se sabe, además, que los hospitales no brindan este servicio, ni cuentan con normas de atención. Una de las razones es que hasta ahora el Estado –gracias a los lobbies conservadores en la PCM, y en los ministerios de Salud y Justicia– se niega a promulgar el protocolo de aborto terapéutico, pese a que hace un par de años fue aprobado por la Maternidad de Lima.

Si bien el aborto es un tema siempre polémico, el aborto terapéutico no puede serlo, más aún cuando está en juego la vida de cientos de mujeres y cuando es un derecho reconocido de la mujer. La ofensiva conservadora continúa, como lo demuestra también el nuevo reglamento disciplinario de la policía que es un monumento a la homofobia y a la intolerancia. Por eso y por otras razones soy un convencido de la necesidad de un Estado laico y, por lo tanto, contrario al teocrático que hoy nos quieren imponer los conservadores en nuestro país.

(*)
http://www.albertoadrianzen.org/

Fuente: Diario La República. Sábado 16 de mayo del 2009.

sábado, 16 de mayo de 2009

La era Bush-Cheney y la administración Obama. Cambios y continuidades II

Obama resucita tribunales militares de Guantánamo

RECTIFICA UNA DE SUS PRIMERAS MEDIDAS

WASHINGTON [AP]. A pesar de que en su etapa de candidato presidencial había criticado ese sistema, el mandatario de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó ayer que ha decidido reinstalar los tribunales militares para algunos sospechosos de terrorismo en Guantánamo.

Obama afirmó en un comunicado que ese enfoque es la mejor forma de proteger su país y sus valores profundamente sustentados. En el mensaje se indicó que en el nuevo sistema habrá una serie de protecciones legales para los acusados.

La administración no usará los tribunales hasta dentro de cuatro meses. Durante ese período el Gobierno ajustará el sistema legal para juzgar a menos de 20 de los 241 detenidos que se encuentran hoy en el campo de detención. Trece detenidos, incluidos cinco acusados de organizar los ataques del 11 de setiembre del 2001, ya han accedido al sistema de tribunales.

Dos altos funcionarios de la administración que pidieron no ser identificados habían anunciado algunos de los cambios: desde restricciones al testimonio de terceros, que hubiera podido usarse en el tribunal contra los detenidos, hasta la prohibición del uso de pruebas obtenidas mediante el trato inhumano, cruel o degradante, incluyendo declaraciones obtenidas con tortura por asfixia bajo el agua.

Los detenidos, según los funcionarios, tendrán más libertad para escoger a su propio abogado militar y habrá más protección para los que se nieguen a testificar debido a sanciones legales de la corte.

EL DATO

Decepción
Jonathan Hafetz, abogado de seguridad nacional para la Unión Americana de Derechos Civiles, afirmó que es decepcionante que se continúe con ese sistema.

Fuente: Diario El Comercio. Sábado 16 de mayo del 2009.

La era Bush-Cheney y la administración Obama. Cambios y continuidades I

Imagen: Time.com

Estados Unidos: Viejas y nuevas políticas

Carlos Fuentes (Escritor)

Arthur Schlesinger fue un eminente historiador estadounidense: las biografías de Andrew Jackson y Robert Kennedy, su brillante análisis del Poder Ejecutivo, “La presidencia imperial”, los tres volúmenes sobre el “Nuevo trato” de Roosevelt, son hitos de la historiografía estadounidense.

Durante una de mis últimas conversaciones con él, Schlesinger me comentó que el nuevo ciclo demócrata, iniciado por la presidencia de Clinton, había sido interrumpido por la elección —a mi entender, amañada— de George W. Bush sobre Al Gore, triunfador en la votación numérica popular.

Reanudado el ciclo renovador por Barack Obama, los ocho años de Bush hijo revelan, día con día, su carácter anómalo y dañino. Un evento resume los peores aspectos del Poder Ejecutivo estadounidense entre el 2000 y el 2009: la aparición del ex vicepresidente Dick Cheney ante el Comité de Inteligencia del Senado el pasado 28 de abril.

“Los vicios del vice”, titula su columna informativa de la ocasión la valiente y dura escritora de “The New York Times”, Maureen Dowd. Dowd obtuvo acceso a las minutas del testimonio de Cheney ante el comité y el retrato que emerge del segundo hombre de la administración Bush es el de un “malo de malolandia”, como diría mi amiga Lilia Pérez Gay. Interrogado acerca del uso de la tortura de prisioneros en las cárceles de Guantánamo y Abu Graib, Cheney admitió que los torturados eran vestidos con “chalecos explosivos, sus heridas escarbadas con un pie, sus dolores aumentados por pentothal-sódico, la amenaza de cortarles los ojos” y otras lindezas por el estilo.

Cuando el senador John McCain —candidato republicano a la presidencia, y él mismo sujeto a tortura como prisionero de guerra en Vietnam— le interrogó, Cheney le dijo: “Cierra la jeta. Todos estamos aburridos de tus apologías de la tortura. ¿Por qué no te unes al marica Specter y te vas del otro lado?”. Estas intemperancias de Cheney fueron dirigidas al senador Alan Specter, quien acaba de cambiar del partido republicano al demócrata. Peor aun, pretendían denigrar a McCain, quien luchó en una guerra —la de Vietnam— de la cual se excusó dos veces, en un alarde de cobardía, Cheney, alegando enfermedades e impedimentos probablemente ficticios.

La rabia de Cheney se manifiesta enseguida contra el presidente Barack Obama, al cual llama “la delicada orquídea de Harvard” y acusa de “arrimarse a dictadores grasosos, dándoles besos a esos comadrejas europeos a los que nuestros militares liberaron”. Obama, dice Cheney, es un “helado de crema” del cual “se aprovecharán nuestros enemigos”.

En pleno delirio, Cheney atribuye conspiraciones antiestadounidenses a los serbios aliados de Al Qaeda y sigue su lista de horrores, admitiendo que entre los métodos de tortura implícita o explícitamente autorizados por la Casa Blanca bushista, se encontraban retirarle medicinas a los detenidos, simular que se les ahogaba, el uso de serruchos para intimidar, e informes falsos sobre la muerte de un hijo del detenido.

El senador Evan Bayh se atrevió a preguntarle a Cheney si los actos de terrorismo no eran, más bien, estadounidenses y destinados a favorecer el control del petróleo iraquí por la compañía privada de Cheney, Halliburton. A lo cual Cheney contestó con cólera: “¡Nosotros somos los patriotas!” a lo cual a su vez la presidenta de la Comisión, la senadora Dianne Feinstein, contestó con la frase Final: “Señor Cheney, su testimonio consiste en dar ilusiones por verdades”.

Días más tarde, el propio “The New York Times” dio cuenta de las tensiones dentro del gobierno de Bush en torno a este mismo tema. En junio del 2003, el presidente se declaró en contra del uso de la tortura y a favor de castigar su uso. El abogado de la CIA protestó: La declaración presidencial confundía a los agentes autorizados por el propio presidente para usar “tácticas brutales” contra miembros de Al-Qaeda. La Casa Blanca reiteró entonces su aprobación a las “tácticas brutales”, pero ello, según el diario neoyorquino, no superó las tensiones internas del Gabinete. Cheney —como lo comprueba su testimonio en el Senado— aprobó el uso extremo y secreto de la tortura e incluso la desaparición de los torturados. Condoleezza Rice, en cambio, recomendó el reconocimiento público de que EE.UU. tenía prisioneros terroristas. Alberto González, el malhadado procurador general, propuso entonces la teoría de la “inmaculada concepción”: llevar los prisioneros a Guantánamo, sin admitir que antes estuvieron secretamente detenidos.

La concepción fue maculada. Rice logró que los detenidos fuesen enviados a Guantánamo. Pero Cheney insistió en su política de brutalidad y tortura, y logró una orden ejecutiva autorizando toda una serie de actos de coerción (los mismos que con orgullo cínico el ex vicepresidente ha defendido en el comité senatorial).

Todo lo anterior arroja una sombra terrible sobre el gobierno Bush-Cheney pero ilumina el cambio que significa el gobierno de Obama. Para empezar, frente a la ignorancia brutal de la administración anterior, hoy EE.UU. tiene a un presidente que fue, además de joven editor de la Revista Jurídica de la Universidad de Harvard, profesor de derecho en la Universidad de Chicago, amén de trabajador social en la gran ciudad del lago Michigan.

Obama trae, pues, a la Casa Blanca una experiencia legal y una cultura jurídica que vienen a llenar el inmenso vacío dejado por la era Bush-Cheney. Al alegato de Cheney (la tortura era necesaria a la seguridad) Obama da a entender que la información obtenida bajo tortura suele o puede ser falsa, como lo demuestra la experiencia a posteriori de la era Bush-Cheney. La seguridad nacional, afirma Obama, no implica la violación de la juridicidad nacional o internacional. Al contrario, el apego al derecho desarma al enemigo y la violación del derecho nos asimila a él.

“Nosotros no torturamos”, afirmó Winston Churchill cuando Londres era bombardeada por la Luftwaffe y 200 individuos eran detenidos como espías. Renunciar a la tortura no es solo un imperativo moral. Es un imperativo racional que obliga a obtener la verdad con métodos que la comprueben, tarea más difícil que el fácil camino de una tortura al cabo poco confiable. Obama propone una senda más segura y más exigente para los organismos de inteligencia nacional. Renuncia a la falsa facilidad y se impone una verdad rigurosa y difícil. ¿Hay mejor manera de gobernar en este conflictivo capítulo?

El otro ataque de Cheney a Obama —el presidente le da la mano a “dictadores grasosos” y a aliados ingratos— solo confirma que Bush hijo practicó una política nefanda de atacar primero y postergar la diplomacia: “El eje del mal”, la Europa “antigua”, la ONU “inservible”, son ejemplos de este desprecio instantáneo que imposibilita la negociación u obliga a echarse atrás y negociar invalidado.

El cambio diplomático efectuado por Obama es notable. Los EE.UU. están dispuestos a darle la mano a todo el mundo y a negociar con quien lo desee. Si alguien se niega a negociar y da el puño en vez de la mano, la culpa será del que se niega y no del que se afirma.

Obama, de este modo, recobra una vocación internacional perdida por el país que, después de todo, fundó la Organización Internacional cuando EE.UU. había ganado la Segunda Guerra Mundial y daban cuenta de la mitad de la producción económica global.

¿Cómo, a fin de cuentas, combatir al terrorismo sin violar la ley? Quizás el mejor camino lo ofrece la legislación francesa. El terrorismo es tema de la competencia judicial. Los jueces inician el proceso y expiden las órdenes de detención. Los jueces del caso poseen amplios poderes y las sentencias las expiden magistrados profesionales, no jurados populares y tampoco jurados militares. La detención indefinida está prohibida y todo se lleva a cabo con la discreción propia de un proceso judicial serio y regular, no propagandístico, partidista o militarista.

Ejemplo a seguir, sobre todo ahora que los propios jueces y abogados norteamericanos que recomendaron la tortura han sido identificados públicamente. Y aunque las autoridades del Departamento de Justicia no se proponen someterlos a juicio, es probable que los individuos señalados sean disciplinados y aun despojados de sus funciones en el futuro.

Obama, de esta manera, busca un punto de equilibrio justo entre quienes, desde la derecha, le piden pasar página y quienes, desde la izquierda, le piden castigos ejemplares.

Fuente: Diario El Comercio. Domingo 10 de mayo del 2009.

jueves, 14 de mayo de 2009

Historia de la CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú)

CGTP: 80 años de lealtad

César Lévano (Periodista)
cesar.levano@diariolaprimeraperu.com

Hace 80 años, el 17 de mayo de 1929, quedó fundada, bajo el impulso y la orientación de José Carlos Mariátegui, la Confederación General de Trabajadores del Perú.

Ese hecho histórico no fue producto de una improvisación. Apenas llegado de Europa, Mariátegui se había propuesto crear una central obrera, así como un diario de orientación socialista.

Nació la CGTP en días tempestuosos. El régimen de Augusto B. Leguía acentuaba su carácter represivo y su política servil frente a Estados Unidos, que se traducía no sólo en la entrega de los recursos naturales, sino también en la política de préstamos, que implicaban corrupción.

Además, el 29 de octubre, el “jueves negro”, de 1929 se produjo el crash de la Bolsa de Nueva York, signo precursor de una quiebra planetaria del capitalismo.

En ese momento, Mariátegui escribió a Moisés Arroyo Posadas una carta en la que pedía que se advirtiera a los mineros no precipitarse a una lucha que podía convenir a la Cerro de Pasco Corporation, el monopolio minero del Centro.

La crisis mundial causó el desplome de las exportaciones de la Cerro, y ésta descargó, en efecto, el peso de la crisis sobre los trabajadores: despidió a ocho mil (de un total de 13 mil).

En agosto de 1930, Leguía fue derrocado por el comandante Luis M. Sánchez Cerro. Ya en Palacio, el militar reveló su entraña fascista.

Es esa etapa, el movimiento obrero, antes guiado por Mariátegui, padeció una dirección oportunista de izquierda, encabezada por Eudocio Ravines, quien llegó a gritar que el vigoroso movimiento minero podía conducir a la instauración de los soviets en el Perú.

El 12 de octubre de 1930 se produjo, por instigación de la Cerro, la masacre de Malpaso, en las afueras de La Oroya. La soldadesca mató a 23 mineros.

La dictadura de Sánchez Cerro desató una represión masiva. La CGTP fue declarada ilegal.

Una persecución brutal afectó a comunistas y apristas, y a todo el movimiento popular.

En días del gobierno del General Juan Velasco Alvarado, se produjo la refundación de la CGTP. A partir de entonces, atravesando crisis y pugnas internas, se ha afirmado como un firme baluarte de la lucha por la democracia y el cambio social, por los derechos del pueblo (no sólo de los proletarios) y del país, frente al entreguismo de los regímenes neoliberales.

La CGTP se ha fogueado en duras pruebas, como ocurrió bajo el régimen de Morales Bermúdez, que, dolido por el gran paro de 1977, hizo despedir a cinco mil dirigentes sindicales, la mayoría miembros de la CGTP. Otro golpe fue el asesinato, el 18 de diciembre de 1992, de Pedro Huilca, crimen anunciado y ordenado por Alberto Fujimori.

Pero la Central de Mariátegui sigue firme, con sus banderas de clase y de patria en alto. Hoy, a las 10:30 a.m., en el Hotel Riviera, celebra sus 80 años de lucha.

Fuente: Diario La Primera. Jueves 14 de mayo del 2009.

miércoles, 13 de mayo de 2009

El Estado peruano y la economía rentista.

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País minero

Antonio Zapata (Historiador)

Perú país minero, es una sentencia que se escucha en personas de muy distinta orientación. Salvo que, en unos casos se entiende como bendición y en otras como maldición. En la primera acepción se enfatiza en la magnitud de la inversión minera y en la importancia de estos ingresos para la balanza comercial. En sentido contrario, se entiende que la minería no es un motor sino una traba del desarrollo. Como ejemplo suele citarse a dos países mineros de América Latina que son ciertamente atrasados, Bolivia y el mismo Perú, y dentro de nuestro país, los distritos mineros son los más pobres de todos: Huancavelica, Cerro de Pasco. ¿Cómo entender este debate?

El problema de los recursos naturales es que facilitan una economía rentista. Donde abunda la minería, el Estado suele vivir de impuestos a la exportación, que le proporcionan una renta fácil. Ella significa un estímulo negativo que bloquea la construcción de un sistema tributario moderno. Por el contrario, en países sin renta, la población tributa y por ello mismo desarrolla su noción de ciudadanía. Quien paga impuestos se preocupa por el destino de su plata y por consiguiente del Estado. Por el contrario, en países rentistas, la gente tiende a la informalidad. Predomina el ocio tributario, como en el Perú, cuya recaudación históricamente es más baja que el promedio latinoamericano.

Así, los países rentistas desarrollan una baja ciudadanía. La gente se desinteresa y el Estado vive de unos pocos grandes contribuyentes, quienes financian los ingresos públicos. En este sentido, los grandes empresarios ganan influencia y el sistema político se orienta a satisfacer sus intereses. Son Estados egoístas, porque sirven a pocos. Mientras que, los Estados que se apoyan sobre una ciudadanía tributaria son más abiertos e inclusivos.

Otra característica de los países rentistas es la elevada corrupción. El sistema propende al entendimiento bajo la mesa entre agentes económicos y autoridades con alto poder discrecional. Estos males políticos vienen acompañados por el clientelismo, pues intercambiar dádivas a cambio de lealtad es el recurso del poder para contentar a grupos subalternos. Así, en efecto, la renta es una maldición porque pervierte el sistema político.

Pero, algunos países han empleado la renta para cimentar su desarrollo. Son pocos, pero son. Entre ellos se halla Chile, acompañando a naciones del mundo desarrollado como los mismos EEUU y Canadá. ¿Qué han hecho los chilenos? En esencia crear un fondo de estabilización. Cuando el precio del cobre se eleva por encima de un tope fijado, los impuestos extras van al fondo. El cual se encarga de alimentar al Estado en época de vacas flacas. Así, se evitan la ansiedad por gastar cuando abunda el dinero y de hacerlo mal y en forma corrupta. Además, le permite al Estado disponer de un ingreso fijo durante un período largo de tiempo. Ello, como será evidente, permite darle racionalidad al gasto público y realizar inversiones estratégicas.

Ese es otro punto interesante de la experiencia chilena, puesto que han establecido prioridades nacionales, que todos sus gobiernos aplican, sean del color que fueren. Una de esas políticas de Estado es financiar el equipamiento de sus FFAA con los ingresos del cobre. Mucho nos molesta a nosotros, porque somos vecinos y eventualmente víctimas. Pero, ellos saben que son detestados afuera y para dormir tranquilos, en vez de usar almohadas, descansan sobre armas.

Por otro lado, nuestro vecino del sur gasta parte de su renta en ciencia y tecnología. Con el dinero del cobre apoyan a la universidad chilena, sus laboratorios y proyectos de investigación. Igualmente, otorgan becas y estímulos a la producción de tecnologías apropiadas. Así, innovan en los sectores que integran su plataforma exportadora. En Chile, es nacional la tecnología del vino, de la fruta, del salmón y de muchos otros productos de exportación. Esa tecnología apropiada se ha desarrollado en sus universidades y es financiada con los impuestos del cobre.

De este modo, para que los recursos naturales sean una bendición se necesita un tipo de Estado que sepa gastar en su gente y en diversificar su economía. Mientras que, si los Estados se duermen en la renta, el resultado siempre será decepcionante.
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Fuente: Diario La República. Miércoles 13 de mayo del 2009.

martes, 12 de mayo de 2009

El mundo andino y el estado liberal criollo.

Cavernícolas y mundo andino

Sinesio López (Sociòlogo)

Son duros de matar y se resisten a morir. Los cavernícolas son una especie inextinguible. No los afectan el tiempo, ni la cultura, ni la ciencia ni los cambios climáticos. Han cambiado sólo la fachada, pero por dentro siguen siendo los mismos. En pleno siglo XXI siguen repitiendo las mismas monsergas de sus congéneres del siglo XIX. Los indios no existen, les decían a los criollos liberales de entonces. La comunidad política somos nosotros. Los liberales, sin embargo, tendieron puentes al predominante mundo andino con el que coexistían en el mismo territorio. Los indios, decían, son nuestros hermanos y compatriotas. Tenemos que construir con ellos una misma patria.

Lo que hicieron por integrarlos fue, sin embargo, muy poco. No se trataba de diseñar una política de reconocimiento de una sociedad multinacional o plural. La explotación y la opresión coloniales habían transformado el imperio incaico en una clase campesino-indígena. El Perú de entonces, como el de ahora, era sólo una sociedad multiétnica en la que coexistían diversos grupos culturales con linderos imprecisos y movedizos. Ni los quechuas ni los aymaras pedían el reconocimiento de su propia identidad, ni la autonomía de los territorios que ocupaban, ni una representación política propia. Habiendo perdido su base territorial con la encomienda colonial y la élite dirigente con la derrota de Túpac Amaru, lo único que pedían era una mejor forma de integración: buen trato, eliminación de la servidumbre, derechos ciudadanos, respeto a sus tradiciones, a sus costumbres y a su lengua.

Lamentablemente las diversas leyes decimonónicas que buscaron integrar a los campesinos indígenas a la república fueron puramente formales, sin ninguna incidencia en la vida real. La servidumbre y la discriminación étnica y racial pesaron más que las formalidades jurídicas. El reconocimiento de algunos derechos civiles y políticos no los convirtió en ciudadanos. Ni la participación política abierta en elecciones poco o nada institucionalizadas los transformó en electores.

Los cambios vinieron en el siglo XX cuando el ministro de Justicia, Instrucción, Beneficencia y Culto, Jorge Polar, cambió la estrategia jurídica por la educativa para integrar al mundo andino. El Poder Ejecutivo retomó la educación que estaba en manos de los municipios, determinó las necesidades educativas a través de un censo (1902), le dedicó el 20% del presupuesto, creó las normales para formar a los maestros y envió a estos al campo. Pero algo falló: la propuesta educativa. Para el civilismo educar era castellanizar. La educación partía de desconocer al otro, su cultura, su identidad, su lengua. La estrategia consistió en una especie de homogeneización cultural forzada de los indígenas por medio de la educación impartida en español. Pese a esas limitaciones, la ciudadanía política pasó del 2% en 1900 al 7% en 1930.

En la década del 40 cambia la propuesta educativa. Se pasa de la homogeneización forzada a una homogeneización amable a través de la educación bilingüe gracias a la presencia del indigenismo en el timón del Ministerio de Educación. Pero el bilingüismo en la educación fue sólo un método pedagógico y no una política de reconocimiento del mundo andino. Los gobernantes de entonces (Bustamante y el Apra) no tuvieron la voluntad, ni la fuerza (quizá tampoco las condiciones) para desplegar una política estatal de reconocimiento indígena.

Pese a ello, la educación siguió avanzando más en cobertura que en calidad. Sus efectos se hicieron sentir: En 1962 el 18% de los peruanos votaron en las elecciones de entonces. El avance en la ciudadanía política obedeció más a los progresos de la educación que a los cambios en las reglas de juego electoral (el voto a las mujeres en 1956).

Como en otros aspectos de la realidad, el cambio radical vino con la dictadura militar del 68. Velasco dispuso una política estatal de reconocimiento del mundo andino. La ley 21156 de 1972 establecía que, a partir de abril de 1976, la enseñanza del quechua era obligatoria en todos los niveles de educación de la República y que a partir del 1 de enero de 1977 el Poder Judicial debía adoptar las medidas a fin de que “las acciones judiciales en las cuales las partes sean sólo de habla quechua se realicen en ese idioma”. La ley encargaba asimismo a los Ministerios de Guerra, Marina y Aeronáutica el cumplimiento de la ley y al Ministerio de Educación, “la preparación y edición de diccionarios, texto, manuales y otros documentos para el pleno cumplimiento de la ley”.

Más allá de la autoría dictatorial y de algunos errores de la ley, la política de reconocimiento era justa. Ella devolvía la palabra, la identidad y el protagonismo a quienes la opresión colonial y republicana se los había arrebatado. Pero volvieron los cavernícolas y acabaron con todo. Eran pocos, como hoy, pero eran. Lo peor de todo esto es la presencia de políticos sin proyecto y sin dignidad que se dejan arrastrar de la nariz por los cavernícolas de siempre y los obligan a defender las posturas más retrógradas del país. Es una lástima y una vergüenza que García permita que los cavernícolas le pongan la agenda.

Fuente: Diario La Repùblica. Viernes 8 de mayo del 2009.

domingo, 10 de mayo de 2009

“Roger Casement: Imperialist, rebel, revolutionary” (Imperialista, rebelde, revolucionario)


El extraño caso de Roger Casement
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Un legado polémico. Pocos han suscitado respuestas tan encontradas en la historia del siglo XX como este diplomático irlandés. Tras más de veinte años en el cuerpo diplomático británico, mientras investigaba el genocidio en la selva del Putumayo aquí en el Perú (1910-12), es nombrado Caballero por la Corona. Casi un siglo después, Mario Vargas Llosa se inspira en él para su próxima novela.

George Simons Pardo

En abril de 1916, en plena Primera Guerra Mundial y pocos meses antes del fallido alzamiento irlandés de Pascua, Roger Casement fue capturado en un ambiguo episodio de tráfico de armas entre radicales irlandeses y alemanes. A pesar de que el incidente no sucedió en suelo británico —por lo que no le correspondía la pena capital—, Casement fue ejecutado.

Roger guardaba sus experiencias en dos grupos de diarios. En uno registraba sus aventuras humanitarias y en el otro describía con sumo detalle sus encuentros homosexuales, algo depravados incluso para nuestra época. Tras su captura, estos documentos fueron incautados. En una sociedad en la que Oscar Wilde había sido castigado en 1895 a dos años de trabajo forzoso por “cometer actos groseros con otros varones”, Casement negó la autoría de sus diarios. Sin embargo, el director de la inteligencia naval británica, Reginald Hall, los hizo públicos, con lo que arruinó las campañas de los seguidores de Casement para liberarlo.

La tesis de la manipulación

En vísperas de las elecciones de 1924, el mismo Reginald Hall participó en la divulgación de “la carta de Zinoviev”, presidente de la Komintern rusa, dirigida a Mac Manus presidente del partido comunista inglés, en la que recomendaba directamente avivar la agitación social en el Reino Unido. La autenticidad de la carta no estaba comprobada pero igualmente la divulgaron y el partido laborista perdió los comicios. Entre los defensores de Casement, estas acciones reforzaron la tesis de que los diarios habían sido manipulados por la inteligencia británica. Fue entonces que se decretó el secreto de Estado sobre el caso de los diarios de Casement.

Casement y el genocidio peruano

Cuando estuvo destacado en Brasil, en 1906, los ecos de sus hazañas en el Estado Libre del Congo (1883-1904) contra el genocidio llevado a cabo por Leopoldo II de Bélgica lo señalaban como el agente consular idóneo para verificar las denuncias de los viajeros norteamericanos W. Hardenburg y W. Perkins, acerca de las brutales torturas y asesinatos en la selva del Putumayo. Empresas colombianas y peruanas, como la de Julio César Arana, entre otros, abastecían de caucho a Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos, esclavizando para ello a los nativos de la Amazonía.

A comienzos del siglo XX, la presencia estatal en el Putumayo era confusa, las fronteras eran objeto de disputa entre Colombia y el Perú, donde la diplomacia vaticana actuaba como árbitro desde 1904.

Si bien Arana no era ciudadano británico, gracias al informe de Casement tuvo que responder ante la Cámara de los Comunes pues su Peruvian Amazon Company cotizaba en la bolsa de Londres. La defensa de Arana consistió en refugiarse tras la peruanización de la Amazonía: su empresa encarnaba los intereses nacionales peruanos por civilizar y llevar la presencia estatal y religiosa a la región. Los crímenes (esclavización por deudas y expropiaciones de tierras en el Putumayo) eran, según su versión, exageraciones de sus enemigos colombianos. Se comprobó, sin embargo, que la caída de los precios del caucho en 1907 llevó a Arana a exigir a sus capataces incrementar la extracción, lo que intensificó las “correrías” para conseguir más esclavos nativos. Si en el Congo se contaban por millones, en el Amazonas los crímenes se contaban por miles. Y no fue la intervención estatal peruana la que llevó la explotación del caucho a su fin —de hecho Arana llegaría al Senado del Perú como representante por Loreto—, sino el agotamiento del recurso natural.

Existencia póstuma reciente

La reciente biografía de Séamas Ó Síochain, “Roger Casement: Imperialist, rebel, revolutionary” (Roger Casement: Imperialista, rebelde, revolucionario) ofrece una lectura amplia de una vida compleja, con episodios fascinantes como su participación en misiones de la inteligencia británica durante la Guerra de los Boers o en la crisis de Fashoda, en el Sudán. Mario Vargas Llosa aporta una nueva tesis al debate en “El sueño del celta”, título tentativo de la nueva novela que escribe basada en este personaje. Según el escritor, los diarios habrían sido en parte ficcionados por el propio Casement, acentuando así los innumerables reflejos entre memoria y fantasía, entre historia escrita e historia vivida que aún hoy lucha por ser comprendida.

Casement no podía pensar en los nativos del Congo y del Amazonas peruano si no como seres humanos esclavizados. Desarrolló, pues, una actitud contestataria hacia autoridades gubernamentales y comerciantes que expropiaban la tierra y los derechos de los nativos.

Cuando comprobó que eso también sucedía en su Irlanda natal, renunció al cuerpo diplomático en 1912 y se dedicó a la causa irlandesa. Convencido de que la compra de armas a los alemanes por parte de los rebeldes irlandeses en vísperas de la Pascua de 1916 era una locura, quiso impedirlo y fue en dicho intento que resultó capturado y luego ejecutado. Recordarlo equivale a tener presente el común denominador que hoy pervive entre Sudamérica y África: las poblaciones aledañas a zonas ricas en recursos naturales son, paradójicamente, pobres, maltratadas y olvidadas.

La verdad sale a la luz

En 1959 el periodista inglés P. Singleton Gates logró publicar los diarios de Casement en París. Luego Angus Mitchell avivaría la controversia sosteniendo que en 1910 Casement, por una enfermedad a los ojos, escribió parte de sus diarios en lápiz, lo que los hizo fácilmente manipulables. Pero lo que llevaba a pensar en el plagio fue la divergencia en las descripciones, como si cada evento fuera narrado por dos psyches distintas: un Dr. Jekyll en los llamados “Diarios blancos”, y un Mr. Hyde en los “Diarios negros”. La polémica continuó hasta que un análisis forense realizado por la doctora Audrey Giles en el 2002 demostró que los diarios fueron escritos de puño y letra de Casement.
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Fuente: Diario El Comercio. Domingo 10 de mayo del 2009.